Se ha ido convirtiendo una grata costumbre reencontrarnos en estas fechas con Monseñor Galimberti buscando su reflexión sobre algunos temas de actualidad que involucran a nuestra sociedad. En esta oportunidad hablando sobre la naturaleza autodestructiva de la humanidad, la violencia y la legalización de la marihuana, el matrimonio entre personas del mismo sexo y su mensaje final navideño.
– Este fin de año hemos tenido una agenda recargada de malas noticias, por lo pronto no se terminó el mundo comoalguien pronosticó. ¿Cómo mira la Iglesia esa aspiración autodestructiva de parte de la raza humana?
– Por un lado, son tiempos de inestabilidad, de fracturas, de rupturas profundas en una sociedad más o menos homogénea, eso evidentemente que interpela. Tiempos de crisis donde por la globalización uno puede estar tranquilo por un lado pero al mismo tiempo tremendamente intranquilo por las hambres, por la piratería en todos los aspectos, por los desastres ecológicos. Uno dice, “a mí no me tocó estar en Haití ni en el Japón”, pero qué cosa tan sorprendente, estos tornados que están soplando por Salto es una partecita que me conecta también con la inestabilidad del mundo y de la gente que sufre, o por lo que aconteció en Cuba recientemente.
Por otra parte, está esa pretensión de dominio, el ser humano siempre quiere ser dueño y dominar todas las cosas. Por lo tanto, tener ya el calendario fijo y saber cuándo se va a acabar el mundo es por la búsqueda de seguridades, por más que esto sea un desastre para muchos, se acabó el mundo y por tanto se me acaba la vida, las posibilidades, aunque para un creyente en Dios esto no es así. Esa cuota de confianza que le da esa fe en Dios es providente. Providente significa que las cosas no pasan por capricho, como a veces uno ve, el mundo es caprichoso, la política es caprichosa, sale o no sale. Y nosotros mismos somos caprichosos, predomina más que la razón la sinrazón, el impulso, el instinto o la violencia que está en el corazón humano, como lo explica muy bien Erich Fromm en el libro “El corazón del hombre”.
Uno descubre aquellas cosas que estaban ocultas, como la utilización del ser humano para lucrar presentando de pronto fotos que pueden dar dinero, fama o éxito, y las demandas consecuentes porque publicaron fotos indecentes sin permiso. En toda esta lucha pequeña de robar espacios o la intimidad del otro, veo un profundo vacío que se quiere llenar de algo, “dame un motivo para vivir, dame aunque sea la droga, pero dame un estímulo porque estoy hueco por dentro”. Creo que falta ese silencio para que nuestras palabras y acciones tengan significado. Funcionamos en un esquema mecánico donde hay piezas que se rompen, que se recambian, no importa, pero que uno ha perdido esa cuota de autodominio, porque la vida vale o no vale según la lotería de los políticos que levantan la mano y que por un voto se ganó. Entonces uno se pregunta, ¡qué frágil! ¿Por un voto pasa esto?
Pero uno también ve signos de reacción, por ejemplo los médicos que en Salto se han opuesto a practicar abortos, algo que se ha replicado en otros departamentos. Así que también hay gestos solidarios y silenciosos que no aparecen. Así que uno también ve muchas cosas que son satisfactorias y esperanzadoras; como pasó, por ejemplo, cuando se inauguró Casa Amiga aquí en Salto. Se trata de gente luchadora que expresa ese esfuerzo por mirar fuera de uno, por salir de ese narcisismo extremo o exagerado que hoy predomina en muchas personas, creo que ese es el gran mensaje cristiano también, mirarnos a través del otro, a través de Cristo hecho hombre por nosotros.
– El pasado 25 de agosto el presidente Mujica nos sorprendía al reconocer un estado de violencia imperante en nuestra sociedad, las respuestas que ha dado el gobierno a partir de ahí han despertado debates. Desde el punto de vista de la Iglesia, ¿cuál es su respuesta sobre la legalización de la marihuana?
– Desde mi modestísimo punto de vista creo que el tema no ha estado maduro cuando se planteó, es un estilo al que nos ha acostumbrado nuestro presidente a quien respeto mucho pero que los temas a veces los larga él como para que vayan madurando. Pero los añadidos, las tachaduras, las correcciones, que son propias de todo proyecto pero particularmente en este gobierno y en estos temas tan delicados, no han ayudado. Me llamó la atención que hablando con un psiquiatra que tiene un cargo y responsabilidad en la Iglesia Católica, me decía que la Sociedad de Psiquiatría está preocupada porque los políticos no han tenido en cuenta la opinión de los psiquiatras.
Eso mismo está mostrando la vulnerabilidad, la lotería de cómo se hacen cosas sin consultar, hay un pensamiento político que se hace todopoderoso. Por lo tanto, hay tales números en la economía pero yo afirmo otra cosa, hay datos de la ciencia que dicen que hay vida desde el comienzo y hay que respetar esa vida, pero políticamente hay que votarla. Entonces, estamos perdiendo la propia autonomía y legitimidad de nuestras decisiones, porque hay un lobby internacional que obliga a votar tales y cuales leyes, y se van votando, parecemos una sociedad gregaria (rebaño) que va votando las cosas que se van pautando en centros de poder que están lejos de nosotros. ¡Qué capacidad de pensar serenamente que nos está faltando! Así que vamos corriendo una carrera que ni siquiera largamos nosotros, como que perdemos las riendas.
– Por diversos casos que hemos apreciado, pareciera que hemos ido perdiendo respeto a la vida, como el caso del menor que a la salida de un espectáculo deportivo en la capital le quitó la vida a una joven, o incluso casos de racismos que se tornan violentos, por citar dos casos recientes. ¿Se trata de casos aislados o realmente estamos mal como sociedad?
– Se va armado al básquetbol, quiere decir que uno ya va en plan de guerra preparado para el conflicto. Evidentemente que eso no nace cuando uno entra, pasa cuando uno se prepara, compra el arma, la carga, cuando está viendo al otro como al adversario que hay que liquidar. En la sociedad tenemos que acostumbrarnos, hay que convivir con lo adverso, el adversario no es un enemigo al que tengo que destruir porque el primer adversario está dentro de mí mismo. Ámate a ti mismo, por lo tanto tragá esa negrura, esa imbecilidad, esa torpeza, esa ceguera que está dentro de vos mismo.
Así que todas esas son cosas opuestas que están dentro de nosotros mismos que una educación adecuada debería ayudar a que tomáramos conciencia y las precauciones para que sea una sociedad inclusiva. Esa violencia está en el corazón humano y brota no solamente en un joven que entra a un colegio donde mata a 25 chicos y 3 o 4 adultos, sino que esa bronca puede brotar en cualquier momento. Entonces necesitamos ese cultivo y buscar dónde empezar a cultivar esas tendencias agresivas y destructivas que tenemos. Dice Fromm entre las causas que él pone, que la tendencia destructiva a veces sale cuando yo no he logrado realizar algo en forma creativa. Por ejemplo, “no logro ser el jugador que es Cavani”, entonces voy y lo destruyo en vez de preguntarnos, “¿qué puedo hacer yo para progresar o triunfar en lo que hago?”, que no soy Cavani pero la cancha en la que juego es otra.
Esa tendencia destructiva está. Por ejemplo, me cortaron una pierna no puedo correr, ¿cómo acepto esa limitación? O cuando no tengo cabeza para ser un matemático o un científico, ¿cómo acepto esa limitación? Por el contrario, ¿cuál es el talento que tengo? ¿Qué puedo cultivar? Así que desde luego nos falta esa educación también de los afectos, de los sentimientos que están siempre como el motor de nuestra vida, pero que si no lo sabemos encauzar pueden ser explosivos.
– Se ha sostenido que el haber legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo ha resultado un avance en materia de derechos individuales.
– Los avances no deben ser medidos en términos cuantitativos sino que también hay que medirlos en términos cualitativos. Uno dice, si subimos la velocidad de 90 a 150, ¿soy más libre? No es así. Si tengo un límite de tomar una copita de alcohol y me dicen que puedo tomar dos, ¿ahí soy libre? No es así. Nuestra libertad humana es humana, es limitada. Apliquemos esto al caso del matrimonio, que es una institución milenaria, que está desde la aurora de los tiempos y que tiene como uno de sus objetivos permitir la complementación varón – mujer y simultáneamente la continuidad de la especie, a través de la complementación íntima que naturalmente se da. Pues bien, alguien dice que esto se puede desarmar y decir “al niño lo importamos, pedimos que manden al hombre de un laboratorio y a una mujer de otro lado, la alquilamos”. Entonces, estamos desarmando la institución.
¿Por qué ese afán de pretender que se es más libre cuando yo más puedo manipular? Eso no es libertad. Libertad es también decir cómo voy respetando esas leyes como hace el médico cuando te fracturaste una muñeca, por ejemplo, ¿qué hace? No te corta el brazo y te enchufa otro sino que trata de unir los huesos que se van a ir soldando solos con el tiempo. La naturaleza tiene su tiempo, y si violentamos a la naturaleza, violentamos la condición humana y al mundo. Los recursos humanos, las estaciones, todo tiene su ritmo. Volviendo al tema del matrimonio, por más que digamos que queremos un Uruguay Natural, lo estamos a veces forzando para que sea antinatural.
– ¿Cuál es su mensaje ante una nueva Navidad?
– Lo más sorprendente del mensaje cristiano es que Dios es hecho vulnerable en su hijo Jesucristo, nacido en la pobreza de Belén. Vulnerable al amor y al odio, a quienes lo aplaudan y a quienes lo crucifiquen. Vulnerable a las heridas, a los dolores y a los anhelos de felicidad, ha dicho “vengan a mí los que están agobiados. Vengan a mí los que quieren vida plena”, de modo que se ha hecho vulnerable, se ha hecho cercano. Eso es lo más sorprendente, que Dios se ha presentado en rostro en la vida de este pequeño niño que con el correr de los años fue reconocido como alguien sorprendente, pero que no dejó de ser humano hasta el final, hasta el punto que sufrió también sobre sí esa dimensión de desprecio, de injusticia.
Pero como dice el profeta Isaías, “sus heridas nos han curado”, qué lindo, las heridas te curan, es la herida de aquel que va en rescate del otro. Eso creo es lo más lindo, dejarse abrazar por ese amor que nos ha demostrado Jesucristo y que resucitado nos sigue mostrando sus llagas. Cuando al tercer día de su muerte se presenta a los discípulos no es una luz que ciega esplendorosa sino que son las llagas, como diciendo, “miren, estas son las llagas cicatrizadas”. Así que se hizo vulnerable para curar todas nuestras heridas que llevamos en la vida y que no encuentran a veces otra forma de ser sanadas.
Entrevista de Leonardo Silva