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martes, 3 de junio de 2025
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El Mito de “La Aurora”

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Diario EL PUEBLO digital
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El 4 de febrero de 1976 fue un día que cambió la historia de Salto. La existencia de un fenómeno que hasta el momento no tiene explicación científica, pero del que muchas cosas se han hablado en Salto y el mundo entero, generó un impacto profundo en la gente, que hasta el presente busca una respuesta en base a los mitos y leyendas que se han tejido en torno a este hecho.
Misterio, experiencia, encuentro, nadie sabe a ciencia cierta cómo definir lo qué pasó durante esa madrugada, cuando un vecino de Salto, productor agropecuario y propietario de la Estancia “La Aurora”, hoy lamentablemente fallecido, mantuvo un encuentro cercano con algo que hasta ahora nadie ha sabido explicar, pero que desde entonces, marcó el rumbo de su vida y la de su familia, y catapultó a su lugar a la fama mundial.
Hoy, la Estancia La Aurora es conocida en el mundo entero como un “vórtice energético”, un “lugar de avistamientos de OVNI’s” y más aún “un portal de encuentros cercanos del tercer tipo”. Muchas personas relacionadas de todo el mundo con el fenómeno OVNI, que le atribuyen un significado a este tema únicamente vinculado con la existencia de seres extraterrestres, han definido a La Aurora de mil maneras diferentes.
Lo han llamado como un espacio distinto, un universo paralelo, un lugar donde se manifiestan las señales que solo algunos seres evolucionados pueden llegar a percibir, y más. Hasta en la serie televisiva hollywoodense “Los Expedientes Secretos X” llegaron a mencionarla como un lugar a ser investigado por los avistamientos que los lugareños dicen tener allí.
E incluso, uno de los casos más conocidos ha sido el de la mencionada visita de funcionarios de la NASA al lugar y el de la visita del astronauta Neil Amstrong, primer hombre en pisar la Luna, algo que fue desmentido por los propietarios del establecimiento tiempo después.
La peregrinación de nacionales y extranjeros hacia el lugar fue creciendo con el correr de los años en busca de respuestas a sus intrigas, y de algo más, la solución de sus problemas y la sanación de sus enfermedades, lo que generó un mito mucho más intenso, que el del fenómeno puntualmente ocurrido en 1976.
Pero más allá de los atributos que quieran endilgarle, “La Aurora”, es un apacible establecimiento agropecuario, que está a cargo de uno de los hijos de su legendario dueño “Toto” Tonna, quienes al ser consultados por EL PUEBLO para este informe sobre el asunto, declinaron hacer declaraciones en relación a este tema, señalando que tuvieron que poner coto a las creencias que entorno al lugar se estaban tejiendo, a las “falsas expectativas” que se han creado en relación al lugar, y aduciendo que únicamente se trata de un lugar de trabajo, donde “nada más ocurre” que las tareas de campo que cada día se llevan a cabo en el lugar.
Aunque una vez construido, el mito permanece en el imaginario colectivo y subyace cada vez que se habla del sitio como un lugar especial. Por esa razón, entrevistamos a quienes fueron protagonistas en aquel momento, buscamos respuestas de quienes concurren al lugar a buscar “algo” que no saben qué puede ser, y describimos desde el equipo periodístico de EL PUEBLO lo que fue pasar una noche en La Aurora. Esto y más en el siguiente informe.

¿Qué pasó en La Aurora el 4 de febrero del año 1976?
uchas historias se han contado sobre qué pasó aquella noche en el año 1976, cuando un apagón dejó sin luz a toda la ciudad. Al día msiguiente, muchas fueron las historias sobre los motivos de ese corte de energía, pero hubo un dato, sobre un fenómeno ocurrido en unn establecimiento rural a pocos kilómetros de la ciudad que marcó el rumbo de la historia.
Por esa razón EL PUEBLO quiso saber ¿cómo trascendió la noticia de lo ocurrido en La Aurora?
Para conocer la respuesta, entrevistamos a Carlos Ardaix, un reconocido comunicador de nuestro medio, quien fue el primero junto al equipo periodístico que lo acompañaba en su programa radial, junto a Hermes Machado y Carlos Díaz, en conocer la noticia y concurrir al lugar para constatarla. Ardaix dio a conocer públicamente el hecho al otro día de los acontecimientos, y tuvo el privilegio de estar en el lugar pocas horas después de aquel inolvidable episodio. aurora2
AVISTAMIENTO CERCANO DE TERCER TIPO
“Aprendimos sobre la marcha cosas sobre el fenómeno OVNI (Objeto Volador No Identificado), que no sabíamos, y la experiencia que vivió (Toto, hoy fallecido) Tonna, es la considerada en el Libro Azul de los Estados Unidos: como un avistamiento cercano de tercer tipo, es el que quedan pruebas, quedan evidencias que no son fáciles de explicar, que científicamente no tienen explicación”, dijo Ardaix.
“SI USTED QUIERE SABER QUÉ PRODUJO ESE RESPLANDOR, VENGA A LA AURORA”
El 5 de febrero de 1976, Carlos Ardaix se encontraba haciendo como cada mañana su programa radial en Radio Arapey, que empezaba a las 6 de la mañana y que se llamaba “Palpitar de Salto Grande”, porque en ese momento se estaba construyendo la represa hidroeléctrica de Salto Grande. “Ese día la gente empezó a llamar diciendo que al sur de la ciudad se había visto un resplandor la noche anterior, llamaba mucha gente de distintos barrios Salto Nuevo, Saladero, Ceibal, diciendo que había habido un gran incendio o algo parecido, porque en aquella zona el cielo se había iluminado todo”.
“Sacamos la llamada al aire, y todos decían lo mismo, que era grande porque quedó todo claro.
No evaluamos cuantos minutos duró el resplandor, pero se ve que no fue fugaz, porque si no, no lo hubieran visto tantas personas. Entonces nos preguntábamos: si fue un incendio, tiene que haber sido un gran incendio, llamamos a los bomberos, pero no tenían nada… Entre todas las llamadas cae una: ¿Hablo con Ardaix? Mire, si usted quiere saber qué produjo ese resplandor que (tanto) dicen, venga que lo voy a enterar, pero por radio no lo voy a decir. Usted venga al establecimiento La Aurora, que ahí voy a estar yo”, ese fue el comienzo de lo que luego se transformó en la gran noticia que impactó a Salto y al mundo.
“Terminamos el programa y armamos una excursión, éramos cuatro, Hermes Machado, Pedro Ponce, e invitamos a Carlos Díaz, que era cronista de EL PUEBLO, porque la radio no tiene imagen, pensamos que era bueno ir con otro colega a los efectos de ver alguna foto que se pudiera tomar, porque seguíamos pensando (que estabamos ante un caso de) un incendio”, relató Ardaix.
“Llegamos, conocimos a Tonna, un productor agropecuario que tenía un tambo, y nos narra la historia, le preguntamos si podíamos grabar, porque íbamos a difundirlo. Nos dijo que iba a hablar por única vez, nos pidió no volver al tema. Era un hombre muy afable, hospitalario, pero por la experiencia vivida, vimos que había en él una especie de conmoción con lo que le había ocurrido”, señaló.
ERA ALGO HERMOSO DE VER
Sentados en el lugar y con la expectativa de conocer los detalles de lo que este hombre de trabajo campestre tenía para decirles, los periodistas se sentaron a su alrededor para escuchar el testimonio de una de las pocas personas que presenció el fenómeno, del que tanto se habla hasta ahora.aurora5
“Dijo que traían las vacas para el ordeñe -sobre las 5 de la mañana- desde el campo donde está hoy la gruta al Padre Pío (que también pertenece a ellos), hasta La Aurora, y Tonna ve detrás del casco de la estancia un resplandor y pensó que se estaba quemando el depósito donde tenían el alimento para el ganado, entonces le dijo a los tres o cuatro peones que lo ayudaban en ese momento: “Vamos, vamos que hay que apagar”.
Ardaix contó que Tonna les dijo que cuando “cuando llegaron al lugar, y para su enorme sorpresa, lo que ve es un objeto balanceado en el aire, a unos 50-100 metros del suelo, frente al galpón donde estaba el alimento para el ganado, y con aquella luminosidad que despedía, que iluminaba todo -no sé si él se dio cuenta de todo en el mismo momento o luego fue procesando lo que pasó, porque en realidad se espantaron los caballos, los perros aullaban, los peones corrieron para esconderse… A la distancia que vio el objeto tenía unos 10-15 metros de ancho, le preguntamos si él no se había asustado al ver una cosa tan rara, y dijo que no porque para él era todo lo contrario: era algo hermosísimo de ver. No había ruido, y no despedía calor, a él le fascinó ver el aparato pese a que antes de esa experiencia, ni había leído, ni estaba enterado del tema, ni suponía absolutamente nada”, expresó Ardaix.
“El aparato avanzó lentamente hacia donde estaba él, cuando estuvo muy cerca, puso el brazo para cubrirse la luz, pero nunca dejó de mirarlo, tanto es así que cuando pasa sobre él, cae al suelo, pero aún así se da vuelta y lo sigue mirando y el aparato va hacia un bosque de eucaliptos que está cerca del casco, se balancea sobre el bosque e ilumina el doble o el triple de la luz que hasta ese momento daba, al punto que dijo que era igual que un día de sol, se veía lejísimo (campo adentro) por la luminosidad que despedía. En un momento muy rápido subió, iluminando todo y luego en segundos hizo así (hace el gesto de un zig zag ) y desapareció”, expresó el comunicador salteño recordando la charla con el propietario de la Estancia La Aurora.
Ardaix contó que a Tonna “le quedó un salpullido, que a veces le brotaba más, en el brazo con el que se cubrió de la luz cuando el aparato estuvo muy cerca, el que le duró años, lo vieron médicos, y no le encontraron una explicación de a qué se debía ese salpullido”.
La tarea periodística estaba hecha. La historia era tremenda y Salto y el mundo debían saber qué era lo que había ocurrido. “Eso nos contó Tonna, lo difundimos en la radio, y fue una conmoción y La Aurora cobró notoriedad, entonces gente por distintas razones empezó a llegar allí, conocimos gente que decía cosas que a nuestro juicio, modesto, era una gran imaginación. Ahí pasó algo ese día, y quedaron pruebas que nadie podía explicar. Pero esa fue la explicación de que tantos vecinos de la zona sur de la ciudad pudieran haber visto ese enorme resplandor”.
LAS EVIDENCIAS
La estancia no tenía luz eléctrica, se alimentaba por un motor que funcionaba a gasoil, y cuando el aparato o lo que sea que haya visto Tonna en aquel momento, estuvo cerca, provocó una aceleración del motor a tal punto que generó que el pistón se haya partido, “estamos hablando de las evidencias físicas que nosotros encontramos”, expresó Ardaix.
El comunicador comentó que otra evidencia del fenómeno ocurrido en el lugar fue que “los hilos del alambrado del casco del establecimiento y el de donde Tonna indicó que se había producido el avistamiento, estaban cortados, tanto los alambres de púa como los otros lisos. Y eso que el alambre era acerado. Los cables de la luz que iluminaba la estancia, adentro, se fundieron, no todos, pero en varios tramos los cables estaban totalmente cortados”, narró Ardaix que evidenció los rastros de algo que ocurrió hasta el momento, sin explicación alguna.aurora3
Luego, la Facultad de Veterinaria, analizó a varias de las ovejas que habían resultado quemadas en su parte superior. “Y además en ese momento en la estancia había un toro, que era el animal más valioso que tenía Tonna en su establecimiento, el que desde que ocurrió el episodio no comió más, mantuvo un estado de tristeza hasta morir, y nadie pudo encontrar bajo ningún caso, una causa que explicara el motivo de haberle provocado la muerte”.
“En el campo, lo vimos todos, porque era muy visible, y estuvo así durante mucho tiempo, había un círculo perfecto, equidistante, que estaba marcado, era de unos 30 metros de diámetro, y al centro tenía tres marcas”, manifestó el conductor radial y conocido organizador de eventos de nuestro medio.
En ese momento, como era la época en que se estaba en plena construcción de la represa de Salto Grande, para profundizar la investigación sobre el fenómeno allí ocurrido, un grupo de trabajadores japoneses que estaban participando de la construcción de la actual represa, tenían consigo un equipo denominado “Geiger” -que servía para medir que las compuertas de la represa que iban soldadas quedaran en condiciones- y eran equipos especiales para corroborar la perfección de la soldadura. Con ellos midieron la radioactividad que podía existir en el lugar y “efectivamente en los lugares que señaló Tonna, en el bosque de eucaliptos y cerca de la estancia, había un nivel de radioactividad superior a lo normal, y eso fue un aval de que ahí hubo una presencia de algo que sí ocurrió, corrobrando que el hecho no fue imaginación”, relató Ardaix. aurora6
EL ÁRBOL
Consultado acerca de la existencia de un ombú que está seco y cuyo tronco está hueco, Ardaix afirmó que “lo vimos pero en ese momento para nosotros no tuvo demasiada importancia, porque no lo vinculamos con el hecho, porque las evidencias físicas de que ahí había pasado algo que no se podía explicar, eran contadas, pero a su vez eran tan fuertes en sí mismas, que no atamos esas pruebas físicas a otras que pudieran o no ser las que afirmaran que algo había ocurrido. Porque el hecho de que hubiese un animal, o más de uno (como el caso de sapos, plumas de gallinas…) en el hueco de ese árbol, muertos o tipo disecados, (en ese momento) no lo vinculamos (al caso que nos contó Tonna)”.
Es un Ombú que está a unos 70 metros del establecimiento, y que había quedado hueco antes de esa noche. Según Ardaix, una noche la familia sintió una explosión, salieron a ver qué era y no encontraron nada, pero luego notaron que el tronco del árbol había quedado hueco.

Las interrogantes que nos dejó la visita a la estancia “La Aurora”
¿Uno ve lo que realmente existe o lo que quiere ver?
¿Podemos percibir a traves de los sentidos aquello que pertenece a un mundo inteligible?

Todos los hombres tienen por naturaleza el deseo de saber, de conocer,  lo que los lleva a buscar experiencias diferentes que le permitan explicar a través del mundo de las sensaciones, de lo material y lo visible aquello que está en el mundo de las ideas y de la imaginación, como queriendo encontrar respuestas a eso que no sabemos bien qué es.
Un poco de esto fue lo que ocurrió en el viaje que un equipo de EL PUEBLO realizó a las inmediaciones de la Estancia “La Aurora”, frente a la Gruta del Padre Pío, donde hace muchos años se produjo un episodio que asombró a los pobladores del lugar y otros de más allá, donde  presuntamente habrían ocurrido avistamientos de Objetos Voladores No Identificados, y la descripcion de sensaciones muy particulares en una zona catalogada como “un gran campo energético”.
Quienes concurrimos lo hicimos con la expectativa de “ver o sentir algo”, pero ese mismo objetivo no lo puede negar ninguna de las personas que han concurrido hasta el lugar.
Se trata de un espacio cargado de historias que predisponen a nuestra mente a la percepción de sensaciones y al planteo de muchas preguntas de las que tal vez nunca encontremos respuestas, o tal vez sí, simplemente concurriendo al lugar o luego de muchos años, a través de una explicación científica o en el interior de cada uno de nosotros, de forma mística, energética o extrasensorial.
El equipo de EL PUEBLO, con una gran expectativa, organizó el viaje y camino a La Aurora nos preguntamos, “¿veremos algo?”, dando por sentado que habría algo que ver, algo fuera de lo común, diferente al paisaje de un campo a la noche, (producto de las historias populares generadas por visitantes del lugar).
El horario elegido para el viaje fue la hora 23:00 (porque quienes concurren suelen decir que es en la noche cuando pueden percibirse ciertas cosas) con la idea de quedarnos durante un rato largo en el lugar predispuestos a pasar por lo que pudiera acontecer, comprobando empíricamente en base a una tarea periodística de investigación, lo que ocurre en la zona de La Aurora.
Allí entrevistamos a quienes van con las mismas intenciones que el resto, con las sensaciones propias de cada uno y el bagaje de preconceptos e ideas que hemos generado a lo largo de nuestra vida respecto a este tipo de experiencias sobrenaturales o extraodinarias.
Ya desde el vamos, se revivieron una serie de relatos que marcaron el trayecto hacia La Aurora y apenas tomamos el camino de piedra que conduce al lugar, sentimos un aire especial, algo diferente, la mística del lugar nos atrapaba con la oscuridad que se asomaba a medida que nos alejábamos de las luces de la ruta y el oscuro profundo de un campo en la noche, se difuminaba con el horizonte completamente estrellado que nos cubrió durante el viaje.
El diálogo entre los integrantes del equipo se centró en las especulaciones sobre lo que se vería y lo que algunos decían haber visto, mientras mirábamos un poco escépticos y otro poco con entusiasmo a través de los vidrios del vehículo que nos trasladaba.
Una vez en el acceso a la Estancia La  Aurora, frente a la Gruta del Padre Pío, la expectativa y la emoción se acumularon en una especie de estadio que nos predispuso de una manera completamente abierta a lo que pudiera suceder.
El primer recorrido fue hacia la portera de la estancia, donde una fotografía hizo de testimonio de la visita, y nuestro primer objetivo periodístico estuvo a la vista: un vehículo estaba estacionado en el acceso a la Gruta del Padre Pío, lo que indicaba que podríamos dialogar con algunas personas para conocer su opinión sobre el lugar y el por qué de su visita a esa hora de la noche.
Comenzamos entonces el camino hacia la Gruta, algunas vacas nos dieron la bienvenida con sus mugidos y sus miradas delataron que estábamos invadiendo la serenidad de la noche. A mitad de camino escuchamos unas voces que se acercaban, era el grupo de personas que pertenecían al vehículo que habíamos visto estacionado en la entrada. Apenas los vimos nos arrimamos a conversar con ellos, quienes junto a la calma del lugar accedieron.
El grupo estaba compuesto por una mujer y tres hombres de entre 30 y 50 años de edad, todos eran de Salto, y relataron el por qué de su recorrido por la Gruta del Padre Pío que en ese momento era casi la medianoche.
Como en todo grupo uno de los integrantes tomó la iniciativa de contar su experiencia y comentó que  desde hace mucho tiempo “suelen ir a la Gruta del Padre Pío, generalmente a la noche porque no hay nadie. Esto no tiene nada que ver con el Padre Pío, ni con la religión católica, sino con la energía que sentimos acá. En este lugar hay un campo energético que arranca en la pedregullera y termina en San Nicanor, pero si venís con la intención de ver algo, no vas a ver nada, tampoco es que vengas predispuesto y digas ‘bueno, voy a recibir energía’”, comentó uno de ellos.
El joven, siendo estudiante de Medicina China asegura que “el cuerpo está compuesto de energía”, y que el tema “le atrapó desde que lo comenzó a investigar”.
“Empecé con mi obsesión por ver un OVNI, pero ahora me da lo mismo verlo o no” dijo, y aseguró que en el camino de tierra de acceso a la estancia y a la Gruta del Padre Pío “se pueden observar en el horizonte destellos de luces, agradezco cada vez que los miro y nada más, no pienso en nada más porque no hay nada que pensar” recalcó.
Roxana y Victor comentaron que en su recorrido por el lugar suelen sentir “olor a rosas y sensación de paz”, incluso han ido en grupos más numerosos de alrededor de diez personas y no todas sienten lo mismo.
“A veces son sólo dos o tres los que experimentan alguna sensación, es algo que depende mucho de cada uno, creemos más en las energías y en que abajo (del suelo de roca) hay otra ciudad”, indicando que en esa noche, 21 de marzo “es el día de la apertura de un portal, hay pocos portales en Latinoamérica y este es uno de ellos” aseguraron. Por su parte, uno de los jóvenes que habló menos durante la charla, dijo que “hace muy poco tiempo que visito este lugar y no conozco mucho del tema, así que prefiero no hablar, porque creo que hay que abrir muchas puertas primero”, comentó, mientras comenzamos a despedirnos para continuar cada uno con su objetivo en el recorrido del lugar.

Tras la visita del equipo periodístico de EL PUEBLO a las inmediaciones de la estancia «La Aurora»,
cada uno eligió dar su punto de vista sobre lo que les dejó esa visita a este lugar tan especial.
Los Testimonios
Sensaciones encontradas
Entramos hasta llegar frente a la Gruta del Padre Pío, donde nos detuvimos unos minutos a contemplar la paz del lugar y la tranquilidad de la inmensidad de la noche que nos atrapó hasta hacernos permanecer por unos minutos en un completo silencio, admirando el lugar.
Nuestro afán de encontrar algo que pudiéramos comentar a través de nuestra tarea periodística y que significara la confirmación de alguno de los relatos que circulan sobre experiencias extrasensoriales y de avistamientos de OVNIS, nos hizo caminar un poco más adentrándonos en el campo, siguiendo una especie de bruma que asomaba sobre el pasto en forma circular que a medida que avanzábamos hacia ella iba desapareciendo.
Luego de unos minutos en el lugar, comenzamos a retirarnos lentamente, con una serie de sensaciones encontradas, entre la decepción de no hallar lo que buscábamos sobre lo cual si bien no sabíamos qué era, esperábamos encontrarlo igual. Pero por otro lado, buscábamos adentro nuestro saber qué nos dejaba el lugar en nuestro interior, luego de una experiencia que para algunos significó plantearnos algunas preguntas ¿uno ve lo que realmente existe o lo que quiere ver? ¿podemos percibir a traves de los sentidos aquello que pertenece a un mundo inteligible?
Estas preguntas y muchas otras más usted se podrá plantear e incluso buscará una respuesta que le permita saciar ese deseo natural de querer conocer y saber que tiene el hombre y que aún no ha encontrado explicación a todo.
Wanda Aranguren

Sensación de tranquilidad
Para hacer este informe, el equipo de EL PUEBLO, se trasladó hasta el lugar un jueves por la noche. Cada uno con su expectativa, que en en mi caso era hablar con personas que van a ese lugar para saber por qué lo hacen y también para saber qué se siente al estar allí.
Llegado el jueves, luego del horario de trabajo, nos preparamos para ir, creo que el tema despierta interés y por ello muchas de las personas que nos rodean daban su punto de vista de nuestra ida, la mayoría con chistes que verdaderamente disminuían las expectativas, pero allá fuimos. Ya conocía el lugar y avisé al conductor dónde era la entrada, al tomar el camino de tierra las expectativas aumentaban y pienso que por eso el trayecto se hizo largo, tanto que especulamos con que ya nos habíamos pasado, hasta que vimos unas luces que indicaban la llegada.
¡Qué bueno fue ver allí un vehículo estacionado!, porque indicaba que había gente y por ende parte de nuestro objetivo -que era hablar con alguien- iba a cumplirse.
Lo primero que hicimos fue ir hasta el portón de La Aurora, tomarnos fotos como para que constara que fuimos, y mirar hacia el interior del predio para ver si veíamos algo, como el árbol quemado, o algún vestigio de los tan comentados.
Al entrar al predio donde está la Gruta al Padre Pío- que es donde se puede ingresar libremente- a los pocos metros se escuchaban voces, e inmediatamente aparecieron los visitantes. Era de noche, pero la luna estaba muy clara.
– Buenas noches -dijimos casi a coro los cuatro, somos de diario EL PUEBLO, estamos haciendo un informe sobre La Aurora. «Ah, pero cobramos para dar la entrevista», dijo uno de ellos. Entonces entendí que iba a hablar para dar su testimonio.
Entre otras cosas dijo que había muchas versiones de la historia y esa es la idea, contar la versión de lo que sucedió aquel día, porque hay gente más joven que ni siquiera sabe de qué se trata.
Luego de dialogar con ellos, recorrimos el lugar, permanecimos en silencio durante varios minutos, observando el cielo estrellado, caminamos por el campo, esquivando alguna vaca pastando y otras descansando echadas en la gramilla, divisamos estrellas fugaces, nos trasladamos hasta la portera donde nos dijeron que se veían luces en el horizonte… y sí: se veían luces, pero de antenas o autos, nada anormal.
Lo que sí provocó estar allí, no se si porque es un lugar especial, por el silencio o por la naturaleza fue una gran sensación de tranquilidad.
Sara Ferreira

«Si venís con intención de captar algo, no vas a ver nada».
Hasta que llegué a vivir a Salto, hace de ello 24 años, nunca había escuchado hablar de «La Aurora» y de los supuestos fenómenos que han ocurrido u ocurren en esa estancia. Luego, en ruedas de conversación entre amigos surgió el tema sobre supuestos avistamientos de ovnis, extraterrestres, vida subterránea, aparición de entidades dimensionales, campos energéticos, que habría venido el astronauta Neil Armstrong de la NASA o que esta región forma parte de un gran mapa de puertas a otras dimensiones que hay desperdigadas en el mundo. Temas que seducen a cualquier admirador del género de la ciencia ficción.
Sin embargo, no fue sino hasta el pasado jueves 21, hace un par de semanas, que visité junto a otros compañeros de EL PUEBLO -Sara Ferreira, Wanda Aranguren y Vicente Massarino- por primera vez la Gruta del Padre Pío y los alrededores de La Aurora. Previo a ello, googleé (término que explica buscar información en Google) Estancia La Aurora, para tener una aproximación a lo que nos enfrentaríamos. Cerca de dos millones de citas hacen referencia a los distintos fenómenos que han sido vistos y teorías diversas que explican lo que allí sucede.
Más allá de los fenómenos que han sido vistos en esa zona, también pudimos comprobar que para algunos se trata más que de un tema espiritual, un buen negocio, pues hay excursiones que tienen en agenda La Aurora o una parada en la Gruta del Padre Pío.
Tomada la decisión por EL PUEBLO que un equipo de periodistas fuese de noche a recoger testimonios de personas que allí se dirigen para conocer qué buscan y en todo caso, que encuentran cuando se dirigen a esa zona del departamento de Paysandú cercana a Salto, decidimos ser de la partida y sacarnos las dudas de cuanto nos han contado de La Aurora.
Confieso que fui con la expectativa de escuchar, ver o sentir algo de todo aquello que se ha dicho con el correr de los años y que no han hecho otra cosa que convertir a La Aurora en toda una leyenda urbana. Al llegar, unos focos de luz marcaban el acceso a la gruta mientras enfrente se encontraba la portera de la estancia cerrada al público. Una camioneta de color gris estaba aparcada. Luego de sacarnos alguna foto en la tranquera de La Aurora, decidimos ingresar rumbo a la gruta en busca de algún testimonio.
No habríamos caminado 200 metros y vimos acercarse cuatro personas que regresaban conversando entre ellas. Al encontrarnos, saludamos, nos identificamos como periodistas de EL PUEBLO y comenzamos a hacerles preguntas mientras Massarino les sacaba fotos. Venimos cada tanto, sabemos que otras personas vienen más seguido, dijeron. Consultados de si creen en las cosas que se dicen de La Aurora dijeron creer en todo, aunque subrayaron que de esas cosas depende con quien hablarlas porque uno convive con gente en la ciudad que no sabe de esto, o si sabe, y a veces hablás con alguien que no sabe se malinterpreta. Por eso, más vale no hablarlo. Por eso todo lo que vi hoy acá no te lo voy a contar y nuestra experiencia queda entre nosotros porque era para nosotros.
Me concentré en hablar con quien más tarde llamaríamos el energético, a diferencia del callado, el enfermero y la mujer. El energético explicaba que la energía que absorbía en sus visitas le causaba paz interior y le permitía entender el mensaje de la vida, dejando claro que nada tenía que ver ninguna religión ni el Padre Pío en la experiencia que ellos tenían cada vez que iban ahí. Yo he leído de todo, he abierto muchas puertas, saco lo que me sirve y vuelvo. Es más sencillo que pertenecer a algún grupo, religión o manera de pensar.
Luego de charlar algunos minutos más, cada cual siguió su camino. Nosotros fuimos hasta la gruta, nos sentamos a esperar que algo pasara por espacio de una hora y sobre la una de la madrugada decidimos emprender el regreso, no sin antes pasar por la tranquera de la estancia de Tona donde nos dijeron que se veían las luces, pero nada vi o sentí. Entonces recordé las palabras finales de uno de ellos, «si venís con intención de captar algo, no vas a ver nada».
Leonardo Silva

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