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jueves, 12 de junio de 2025
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El horror que no debemos ignorar nunca

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Diario EL PUEBLO digital
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La Tablada es un enorme predio que constituyó la única central de comercialización de haciendas de principios del siglo pasado en la región capitalina y Los Vagones una terminal del Ferrocarril en el límite entre Canelones y Montevideo, siguen permaneciendo como mudos testigos de tormentos y crímenes de la dictadura en nuestro país.
Es que los militares que se apropiaron del poder allá por 1973 se apropiaron de ambos predios y los convirtieron en centros de tortura y crímenes. Para entender de que se trata anotemos dos detalles.
El primero que el centro de torturas estaba alejado de la calle, era el recinto que se usaba antiguamente como administración del centro comercializador de haciendas. Allí esperaban los detenidos, todos sentados en pequeñas butacas de madera, encapuchados y con un número.
Como el local tenía dos pisos, los detenidos aguardaban cuando se pronunciaba el número que llevaban, eran llevados arriba donde se los torturaba, algunos hasta morir. Antes se habían instalado dos potentes parlantes en el exterior que tenían el propósito de “tapar” los gritos de los torturados, aunque viejos vecinos del lugar afirman que en algunas ocasiones se oía tanto la música que irradiaban los parlantes como los gritos ahogados de las víctimas de la tortura.
En Los Vagones, anotamos un solo detalle, las aguas servidas de los baños corrían por una canaleta que pasaba por lo pequeños calabozos y en una ocasión un detenido hizo un pequeño agujero para que no desbordaran hacia el interior de la celda sino hacia fuera.
No pretendemos traerlos a la memoria porque sí, sino porque de acuerdo a la posición del senador Manini Ríos parece que llevar ante la Justicia a quienes fueron capaces de torturar de esta forma a tanta gente, es venganza y no justicia.
Que siga sin resolverse incluso la situación de estos predios que aún muestran signos como mudos testimonios de aquella época nefasta para los amantes de la democracia, es una vergüenza.
Es afiliarse de alguna manera a la misma línea que llevó a cometer tantos crímenes, una herida que sigue abierta en el país, es cobijarlos, es justificar de alguna manera este proceder.
Para nosotros son, y seguirán siendo de por vida torturadores y asesinos que se ríen de la democracia. Incluso alguno de ellos tuvo el tupé de decir toda la documentación de la época va la caja fuerte del Ejército y de allí no saldrá jamás.
En un país que rechazó la pena de muerte y descartó la cadena perpetua, por respeto a la dignidad y la vida. Estos hechos deben ser perseguidos y condenados siempre y en todo momento.
A. R.D.

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