Hace algún tiempo nos referimos, en más de una oportunidad, a la película uruguaya El Bella Vista, filmada en Durazno, cuya directora es la salteña Alicia Cano Menoni. En estos días, Alicia está realizando una importante gira por diferentes partes del mundo, que habla a las claras del éxito de su trabajo. Estuvo en un importantísimo festival en Corea, luego en el Festival de Zurich, después en San Sebastián y proseguirá rumbo a Valdivia. Río de Janeiro y México son otros destinos que la esperan. En Uruguay, El Bella Vista se exhibirá en salas en los primeros meses de 2013, debido a agendas de las salas de cine y de las distribuidoras.
UNA IMPORTANTE CRÍTICA
Desde San Sebastián hemos recibido el siguiente análisis que escribiera sobre El Bella Vista el destacado crítico de cine Roger Koza (columnista especializado en cine en diarios y radios argentinas), luego del festival realizado allí:
«En El Bella Vista, la ópera prima de Alicia Cano Menoni, algunos viejos futboleros ven la antigua sede del club Bella Vista como si se tratara de una zona ocupada por peces contaminados. La otredad aquí no es cultural sino sexual. Los travestis han convertido el viejo recinto en el que los pibes se educaban y aprendían deportes y buenos hábitos en un burdel, aunque no tardará mucho para que ese mismo espacio se transforme en una usina de fe para infantes. En efecto, deporte, sexo y religión definen las coordenadas simbólicas de esta ópera prima oriental, y es así como Cano Menoni reconstruye dramáticamente, con los propios protagonistas y vecinos de Durazno, Uruguay, los acontecimientos y circunstancias que dejaron atrás aquel burdel hoy transformado en gimnasio teológico infantil. Sí, El Bella Vista es un film sobre la restauración de un orden, pero no por ello es un film apologético. ¿Cómo es posible? ¿Cuál es su secreto? Es que el método elegido es heterodoxo y su punto de vista ecuánime. Se trata de un documental de naturaleza ficcional que consigue su propósito: retratar un colectivo y un ethos, y al hacerlo, si bien toma discretamente una posición sobre la historia elegida, jamás envilece o exalta a sus protagonistas. Aquí no hay ni buenos, ni malos, sólo sujetos respondiendo a sus imperativos morales. El lugar que se les confiere a sus personajes, la total ausencia de una vara que mide y juzga sus actos y deseos, conquista una intimidad casi del orden confesional. El viejo presidente del club convertido en político, una travesti desengañada frente a un nuevo amor incumplido, su pretendiente todavía adolescente, otra travesti devenida en madre, la madre de su hijo, los amantes del catecismo, incluso hasta las viejas glorias futbolísticas tienen la palabra y el registro democratiza sus tiempos y la expresión de sus deseos. La cámara no los ama pero siempre lo respeta.
Es ostensible la confianza de la comunidad. En una secuencia importante en el que una vieja catecista reclama por las llaves del predio, la propia mujer se vuelve consciente que se ha equivocado y no ha sido fiel a las marcaciones de dirección. Cano Menoni elige dejar esa toma y explicita así un método de trabajo, el que induce libremente a sus criaturas a ser coautores de esta «comedia dramática». Son estos procedimientos formales heterodoxos los que conjuran las trampas del costumbrismo. Se expone un ethos, pero no por eso se pacta, ni se es cómplice con ese tímido conservadurismo decimonónico, poco hostil pero no menos decadente y anacrónico».
NUMA MORAES Y MARIO PAZ DICTARON TALLER
Con éxito se cumplió en la Regional Norte, en la mañana del pasado sábado, el taller de música y poesía orientado por Héctor Numa Moraes y Mario Paz. Ambos, en la noche anterior habían ofrecido en el Aula Magna de la Regional un recital con canciones elaboradas en los talleres que llevan a cabo en Montevideo. El taller en Salto se desarrolló con un buen número de participantes, que conformó un grupo sumamente heterogéneo.
Cabe recordar que estos talleres se imparten en la capital con la participación del poeta Washington Benavides, quien por problemas de salud no pudo llegar a nuestra ciudad, como se esperaba.