Será el próximo miércoles 17 de junio, a las 19:30 horas, en el salón de actos del Centro Comercial e Industrial de Salto, cuando el Escribano A. Cesio esté presentando su nuevo libro.
Ciento cuarenta capítulos y más de un centenar de fotografías conforman las seiscientas cuatro páginas de estas “Memorias ilustradas”, cuya presentación estará a cargo del Profesor José Luis Guarino.
La publicación cuenta con el patrocinio del Instituto Cultural Anglo Uruguayo y el Centro Comercial e Industrial de Salto, instituciones que tendrán respectivos representantes en la mesa que presidirá el acto de presentación: la Profesora Liliana Forti (Anglo) y Miguel Feris (C.C.I.S.).
No se trata de una biografía (o autobiografía) del autor, pero sí de un recorrido por “su historia” para rescatar y revalorizar personajes y sucesos trascendentes de “la historia”.
Enrique Agustín Cesio, el escribano o el Quique, el profesor de Historia y periodista de larga trayectoria, el que se define como “un guardador de cosas” y que ahora decide con generosidad abrir su archivo de recuerdos y compartirlo, dialogó con EL PUEBLO sobre el nuevo emprendimiento.
-¿Cómo le surge esta idea que se transformó luego en un nuevo libro?
Hace ya más de un año empecé a darme cuenta de que mucha gente no conocía hechos y personajes de la vida local y nacional. Para mí estaban en primera línea. Me pregunté si no sería útil dejarlas escritas para conocimiento valioso de personajes y sucesos. Pensé en una forma cuasi periodística, donde resaltaran las circunstancias y no el autor, porque biografía no se justificaba. Le di forma de crónica semicronológica, con idas y venidas y algunas reflexiones casi filosóficas. Por eso empieza por la familia, no porque tenga abolengo, al contrario, sino como muestra de lo que éramos la primera o segunda generación de inmigrantes y constructores modestos pero ineludibles del Salto querido.
-Es decir, que las primeras páginas se centran en familias…
Los primeros capítulos están dedicados a explicar eso: las familias, cómo eran y sus costumbres. Luego me pareció que relatar el tipo de colegio privado católico era necesario, porque es muy diferente a las actividades actuales. Y llegué al Liceo, entonces único y de poca gente, con profesores que eran como íconos. Con ello llegó el gremialismo estudiantil y la aventura de participar en la lucha por la autonomía en 1951. Seguí con aquellas ruedas de café, con los clubes deportivos, con el teatro independiente y tantas cosas propias del período pre- universitario.
-Pero también los temas, como me dijo hace un momento, salen de Salto, son nacionales, ¿verdad?
Claro, luego el despertar capitalino y la avalancha de los grandes catedráticos, la FEUU, las ruedas donde alternábamos como si tal con personajes de la crítica y la literatura, el gran cine europeo en especial de Francia, Italia y Suecia. Los teatros independientes, la Federación de Natación y la transformación de Unión Cívica a Partido Demócrata Cristiano. La suerte de conocer a Dardo Regules, Mario Cassinoni, Eduardo Couture, Chiarino, Brena, Juan Pablo Terra y otros. La noche montevideana tranquila y feliz, las cien salas de cine.
-Luego usted vuelve a Salto y en el libro también narra episodios de aquí en aquella época…
Y volví sí, y de pronto estaba al frente de un diario nuevo, una aventura maravillosa contada desde adentro y en el cambio conciliar de la Iglesia, en el ejercicio profesional, en la Liga de Básquetbol. También me pareció justo contar cómo se llegó de los cursos de derecho a la Casa de la Universidad, de esta a la Regional Norte y ahora al CENUR. No podía dejar fuera la docencia, el concurso, las luchas internas y la destitución, así como los tiempos políticos de dictadura, proscripción y censura. El regreso democrático y los pasos hacia la jubilación.
-¿Aparecen también referencias a sus actividades luego de haberse jubilado?
Sí, porque después han venido los tiempos de la Sociedad Italiana, el Anglo, la Comisión Quiroga, la Asociación Marosa di Giorgio, la Comisión de Patrimonio…
-¿Cómo se reconstruye toda esa memoria? Imagino que pensando mucho en el pasado pero también recurriendo a papeles viejos, a personas…
Siempre fui guardador de cosas. Eso me permitió ilustrar las memorias, en algunos casos como prueba de que no estaba inventando. Recibí ayuda memoria de amigos y parientes y salieron estos 140 capítulos, más de 100 fotografías y 600 páginas. Tiene letra grande y redacción simple. Para los veteranos será el recuerdo nostálgico de lo vivido; para los medianos, quizá preguntarse por qué no sabían esas cosas y para los muchachos, el duro aprendizaje de que con ellos no nació el mundo.
El Escribano Enrique A. Cesio ilustra sus memorias en 600 páginas
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