La Navidad o el nacimiento de Jesús para los católicos es la fiesta de las familias por excelencia. Este año de pandemia uno de los costos que hemos tenido las familias ha sido el de sacrificar precisamente estas reuniones que se han visto retaceadas, recortadas o sencillamente canceladas.
El sustituto de estos encuentros ha sido la tecnología de las comunicaciones y las video conferencias en las que si bien nos vemos y hablamos, no alcanzan ni alcanzarán jamás el valor humano de la presencialidad.
Ha sido un costo enorme, pero necesario, imprescindible diríamos porque el momento que vivimos lo exige. Como contrapartida debemos señalar que nunca antes se valoró tanto y tan acertadamente este encuentro, que deja de ser una buena oportunidad para estar juntos y compartir alimentos y un buen pasar, para ubicarse como nunca antes en el verdadero valor de la navidad, de alguien que llega para dar su vida por los demás.

Es probable que recién después de esto se entienda el costo que tiene para una persona estar lejos de los suyos, veces sin ni siquiera la posibilidad de una llamada, en estas ocasiones.
Ciertamente que este concepto es válido especialmente para los cristianos, es decir los que creemos en la fe cristiana y en especial creemos en la resurrección y en que hay otra vida después de la terrenal, si así no lo fuera creemos que vale la pena vivir la vida con los valores y la enseñanza cristiana, porque son los mismos valores que hacen el bien a la humanidad, por justicia y por honestidad social, regla fundamental del denominado capitalismo.
Creemos en la justicia social, en la solidaridad, en compartir los bienes y riquezas y sobre todo creemos en que no habrá paz verdadera ni solidaridad mientras el mundo esté regido por el mercado y mientras valoremos más y mejor a quien tiene más.
Es por eso que creemos que en estas circunstancias en que hemos sacrificado nada menos que la reunión familiar, pieza clave de nuestro vida social, hemos hecho un gran sacrificio, sin esperar siquiera a que se lo valore como tal, pero estamos seguros que si sabemos valorarlo nos ayudará a entender el valor de lo que la vida nos ha regalado, y tenemos la obligación de respetar y valorar como se debe.
A.R.D