En todo comienzo de un emprendimiento justamente lo difícil es comenzar pero más aún es permanecer durante décadas como lo señalan los entrevistados de este informe dominical.
Aunque los vientos en oportunidades han sido adversos estos comercios y empresas salteñas han logrado permanecer en el mercado, gracias a la constante innovación de sus responsables, el cauteloso manejo de las finanzas y a la fidelidad de los clientes.
Seguramente en algún momento de la vida comercial han palpitado consciente o inconscientemente la siempre vigente canción Resistiré:
Resistiré, erguido frente a todo
Me volveré de hierro para endurecer la piel
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
Soy como el junco que se dobla,
Pero siempre sigue en pie
Algunos de los comercios ubicados en calle Uruguay donde la mutación de locales y de rubros ha sido importante en los últimos años, dando paso las tradicionales marcas salteñas a marcas nacionales.
Tiendas como El Triunfo, La Moderna,Joyería
Costa,Casa Roche, Tintorería Alegre,las tradicionales confiterías de antaño sin duda han marcado la memoria de varias generaciones, que aún siguen refiriéndose a las esquinas como Los Pingüinos,Casa Soler,Casa Solari,Zapatería Iurato entre otras casas legendarias en la historia comercial de nuestra ciudad.
Joyería Motta – una empresa que hizo historia al andar
Celia María Motta Zúñiga: “La joyería es mi segundo hogar”
La Joyería Motta es un comercio que ha marcado su historia y sello personal durante varias décadas. Su mentor – Hugo Motta – había comenzado en el rubro con un socio hasta que finalmente en 1984 lanzó su empresa unipersonal.
En 1999 cuando se jubiló quedaron a cargo del negocio sus hijos Celia María y Miguel, formándose la empresa Motta SRL. Vale destacar que cuentan con Teresita – una funcionaria que está acompañándolos desde hace veinte años.
“Primeramente mi padre Hugo se asoció con un amigo y luego que quedó él a cargo de esta empresa” . Afirma Celia María.Se deduce entonces que el legado Motta data de más de sesenta años en total.
Los hermanos Motta han continuado en el negocio siguiendo las directivas de su progenitor y su forma de trabajo. Son varias las generaciones que han ido marcando una clientela, valorada y fiel.
Cuando Hugo se separó de su socio y siguió en la empresa por lista propia, su hija Celia María ejercía su profesión de docente de Física e Inglés.
“Advertí en ese momento que mi padre había quedado solo en el comercio y decidí acompañarlo. Considero que mi formación me permitió munirme de herramientas que luego me sirvieron de mucho en la atención al público” – expresó la empresaria. Destacamos que Joyería Motta también engloba la parte de óptica y bazar.Los productos son adquiridos en comercios mayoristas y muchos artículos son importados. Los modelos son elegidos de un muestrario y en casos especiales se apuesta a conseguir un modelo similar al deseado. Muchas joyas son exclusivas importadas de Italia y se trabaja con piedras alemanas.
-¿Qué perfil tiene el cliente salteño?
-”Hay clientes que nos han seguido siempre, clientes del paso… que ven en la vidriera algo que les gustó y lo adquieren. La gama es muy variada… personas jóvenes, de más edad y con gustos también muy diversos”.
EL AUGE DE LAS ESCLAVAS, DE LOS COLLARES Y CARAVANAS DE PERLAS
-¿Cómo es el gusto de la mujer salteña que viene a elegir una joya?
-”Hay de todo… y gustos clásicos. En este tiempo existe una acentuada inclinación por las esclavas y ello nos lo dicen los propios viajeros, porque es una preferencia típica de Salto, las esclavas no son demasiado solicitadas – por ejemplo – en Montevideo.
También nos dicen que han comenzado a pedirlas en Paysandú. Se piden esclavas de plata, de oro y de plata con bordes de oro… realmente aquí son tendencia… moda.
Son usadas por las chicas jóvenes y las señoras más grandes”.
-¿Hoy en día continúa siendo una joya el regalo típico para una quinceañera o un aniversario especial?
”Siempre se elige una cadenita, caravanas, pulseras o conjuntos para agasajar a una jovencita o como un regalo especial. Se han vuelto a ponerse de moda las perlas y hay modelos muy bellos y juveniles, también para las mujeres maduras. El clásico collar de oro y perlas sigue siendo el preferido para regalarle a una chica de quince o una señora que cumple cincuenta”.
Son muchas las historias que se pueden compartir, de clientes que luego llevaron a su hijos y nietos. Cuando mis hijos eran pequeños también los traía a la empresa y siempre estábamos pendientes de ellos… el empleado que estaba desocupado los hamacaba o les preparaba las mamaderas… mis hijos prácticamente se criaron en la joyería. Hoy son dos muchachos de 30 y 27 años; Manuel es veterinario y Francisco trabaja en un cambio. Muchos funcionarios se jubilaron con más de treinta años trabajando en la joyería.
Realmente pudimos consolidar una gran familia.
-¿Aún hoy se generan sorpresas y emociones al regalar una joya?
-”Sin dudas…. La grata sorpresa sigue existiendo… se genera toda una expectativa muy linda… muchas veces los jóvenes vienen sin una idea previa, los orientamos y salen muy contentos”
-¿Cuál es la clave del éxito de una empresa?
-”Primero y fundamental es el respeto hacia la persona. Cada cliente es importante para la empresa y hay que tratarlo de la mejor manera… también valorizar la idea y el gusto del cliente. Hay que ponerle muchas ganas y buena energía para que las personas se llegan se sientan bien tratadas y contenidas. Es parte de nuestro trabajo ser pacientes y mostrarle a la clientela todas las posibilidades para que el regalo sea un éxito. Verdaderamente el cliente es un amigo… tratamos a todas las personas por igual y es fundamental que se sientan especiales. Ésto forma parte de la educación que nos brindaron nuestros padres y hoy la hemos tomado como nuestra”.
Es clave “trabajar nosotros mismos y conjugar atención, calidad y precio”
Eduardo “Guaro” Fernández y sus casi 30 años con Parrillada “La Caldera”
La parrillada “La Caldera” es uno de esos lugares que con el paso del tiempo se ha ganado el privilegio de que incluso fuera del departamento, se identifica como algo propio y característico de Salto. “Una vez en un free shop de Bella Unión estábamos charlando con unas personas y cuando supieron que éramos de Salto nos dijeron: ‘siempre que vamos allá comemos en La Caldera’, cuando les dijimos que éramos los dueños no podían creer. Son esas pequeñas anécdotas increíbles que suceden”, comenta Eduardo “Guaro” Fernández, quien junto a su señora Valeria D’Angelo están al frente del emprendimiento desde hace casi 30 años. “La Caldera” es además un lugar al que asisten habitualmente personalidades de la política, la cultura, etc, tanto uruguayos como extranjeros, hace pocos días Soledad Silveyra y Facundo Arana cenaron allí.
“Me bajé del caballo a la gastronomía”: Eduardo y Valeria se hicieron cargo de “La Caldera” en el año 1992, cuando el local estaba en Viera 476. Iniciarse en este rubro fue para el matrimonio algo prácticamente casual, “por accidente”, dice Eduardo, “porque estábamos afuera, en tareas de campo, pero me quería venir y surge esto, me bajé del caballo a la gastronomía sin saber casi nada, salvo la cocina básica”. Sobre esos inicios dice que “al principio fue muy difícil; durante la semana trabajaba con viajeros y a veces los sábados y domingos no hacíamos ni una mesa. Pero con esfuerzo fuimos empujando y cuando nos vinimos para este local, allá dejamos la parrilla con un promedio de 80 o 90 cubiertos por día, y vendiendo los domingos unos 100 quilos de asado”.
Atención, calidad y precio: “En el año 98 nos mudamos para acá (Uruguay al 200) y con esfuerzo y dedicación, hoy estamos muy bien conceptuados no solamente en Salto, también en el sur del país y a nivel de Argentina, por ejemplo en la zona de Entre Ríos, Rosario, Córdoba, aunque tenemos nuestro público de acá. Pudimos reunir atención, calidad y precio. Nos costó llegar a esas tres cosas, es muy difícil, los costos por un lado, tener gente especializada en la atención, es difícil”, sostiene. Tanto Eduardo como Valeria acostumbran a viajar a Buenos Aires donde, además de visitar a una de sus hijas, realizan algún curso de capacitación: “Cada vez que podemos hacemos algún curso en Buenos Aires, dos o tres veces al año, mi señora hace mucho la parte de postres, helados, en eso también estamos muy bien conceptuados. Hay muchas cosas caseras acá”.
¿Sigue considerando la empresa como emprendimiento familiar?
Desde que estábamos en calle Viera hasta ahora seguimos con la idea de esto como algo más familiar que empresarial, yo en la parrilla y mi señora encargada de la cocina.
Y vimos que ese era el rumbo indicado, estar nosotros, y así queremos seguir. Hemos tenido mozos por 9 y 10 años, parrillero, cocineras, ayudantes de cocina, pero una vez, cuando se tuvo que ir el parrillero que teníamos probé dos o tres y terminé agarrando yo, hace seis años que estoy yo mismo y mi señora encargada de la cocina.
¿Hubo momentos específicos de decaimiento en el trabajo?
Nosotros bajamos un poco más o menos entre 2010 y 2012, ahí conversamos entre todos y decidimos hacer unos retoques en la parte de parrilla y salimos adelante. Hoy gracias a Dios estamos trabajando bien, decir que estamos trabajando ya es importantísimo. Pero siempre estamos haciendo reuniones con el personal, charlamos a ver qué dice el cliente, vamos a otros negocios gastronómicos a comer y charlamos.
El comerciante en general se queja del peso de los impuestos…
La carga impositiva se sabe que es pesadísima desde hace años, lo notás cada vez que vas a pagar BPS o DGI y siempre la incertidumbre de que trabajamos con el mercado, tenés un presupuesto y esa base hay que tratar de generarla con la gente que venga al salón. Pero nosotros hace más de un año que no subimos los precios, y la carne ha subido. Hay otros que automáticamente trasladan la suba al cliente, nosotros no. La carga impositiva es mortal, pero en esto incluyo luz, agua, porque uno tiene que andar cuidando la electricidad y el agua para poder cumplir en la fecha de pago.
¿Cuál es entonces la clave para resistir tantos años?
Yo creo que la realidad está en trabajar uno mismo, no tiene ciencia, esa es la clave. Valeria en la cocina, yo en la parrilla, pero además nosotros mismos hacemos los mandados, todos los días arrancamos a las 7 de la mañana y salimos a hacer las compras, así nos acostemos a las 3 de la mañana, a las 7 estamos levantados, hace 30 años hacemos lo mismo y tengo la misma vitalidad que hace 30 años. Antes tenía un parrillero que me hacía muchos mandados, hoy hago todo yo, me recargué pero rinde más. Estar uno mismo baja costos y podés elegir productos buenos, acá no vas a ver un asado recalentado, se hace todo al momento. La gente anda apurada, con problemas, entonces uno le avisa que puede demorar y la gente a veces se molesta, pero les doy la tranquilidad de la buena calidad. Acá tenés atención, calidad y precio, y para eso hay que saber esperar. La clave es esa, estar uno y achicar el presupuesto pero no en calidad, achicar por otro lado. Sabemos que si la atención no es muy buena pero el comensal come bien, vuelve, pero si la comida es mala por mejor atención que haya no vuelve más.
¿Cómo ve la situación de otras parrilladas de Salto?
Gente del Centro Comercial me ha dicho que hay negocios gastronómicos que no están trabajando bien, y creo que el problema está en los costos. Fijate que tener un buen personal, entre sueldo, caja y comida, porque se les brinda almuerzo y cena, te cuesta unos 30 mil pesos al mes, o sea 10 o 12 mil dólares al año, y eso sin contar licencias, aguinaldos, es mucho. En esta trayectoria de tantos años de parrilla y restaurant, hemos visto abrir negocios y también hemos visto cerrar, que es una gran tristeza, pero nosotros gracias a Dios y gracias a los clientes seguimos remando, seguimos en carrera.
René Giacoia “Para poder durar en un negocio hay que hacer mucho sacrificio”
René Giacoia es la propietaria de Multicosas -emprendimiento que comenzó primeramente en un local mucho más pequeño y con apenas cien pesos uruguayos hace varias décadas atrás. Este mes el comercio cumplirá treinta y tres años de existencia. “Todo comenzó en la galería Aries, a dos negocios por medio del actual local.
Era un espacio pequeño… a los seis meses me trasladé al primer local y al cabo de catorce años me instalé donde estoy ahora” – revela René.
Junto a la Farmacia Albisu son los locales más antiguos del barrio. Al principio René vendía golosinas y variedades… luego fue ampliando los rubros pues una de sus ideas era tener una lanería. Hoy Multicosas ofrece varios productos y también se dictan clases de tejido y crochet. René entiende que para que una empresa funcione hay que dedicarse de lleno a ella y postergar muchas cosas… medirse en los gastos y dedicar tiempo. Todas estas determinaciones hicieron que sobreviviera a los momentos de crisis, transformándose en uno de los negocios más antiguos de su cuadra. “No me gusta copiar ni que me copien… me gusta exhibir modelos exclusivos en vidriera” – afirma René que considera que su empresa es como otra hija, ya que se dedicó durante muchos y por entero para que ésta pudiera crecer y mantenerse, pese a los momentos de crisis. Multicosas básicamente ofrece variados productos de mercería y todo para el bebé. René destaca que siempre entre los comerciantes se prodigaron mucho respeto y ética entre ellos para no generar ningún tipo de descontento o mala competencia. La clave de que un comercio funcione según su experiencia es tener una verdadera vocación y gusto por la actividad comercial… no se trata de “tener por tener un emprendimiento”. Para que la tienda se mantuviera en pie René debió hacer muchos sacrificios y las ganancias eran permanentemente invertidas en nuevas mercaderías. Reconoce que también recibió mucho apoyo por parte de su esposo Aníbal que también colaboró en la infraestructura, estanterías, mostrador y otras necesidades.
-¿Cómo es su relación con los clientes?
-”Es muy buena… empezaron a venir con sus hijos pequeños y ahora vienen con sus nietos”.
-¿Anécdotas?
-”Muchas… podría haber escrito un libro… hay una muy graciosa e insólita… algo que me sucedió al principio en el local chiquito, donde tenía pocos artículos. Llegó una señora pidiendo polvo para embalsamar animales. Me quedé bastante asombrada… la señora me explicó que había fallecido su esposo… entonces pensé que querría embalsamarlo, pero en realidad el oficio del hombre era embalsamador (risas)… supongo que ese polvo lo deben vender en las veterinarias. También me han venido a pedir arvejas, cosas que nada tienen que ver con lo que vendo. Los vecinos me tienen mucha confianza y cuando necesitan un destornillador o algo por el estilo recurren a mí”.
– ¿Cómo enfrentó las épocas críticas?
-”Tuve la suerte de que los dueños del local – que eran unos ancianos que vivían en el apartamento de arriba – en ese tiempo me rebajaron el alquiler. Y en este momento la voy llevando pero implica muchas privaciones y sacrificios para poder sacar adelante la empresa. Por otra parte ésto me mantiene viva y activa… converso con la gente y me entretengo todo el día.
Con mi esposo nos vemos al mediodía y a la noche y nos llevamos muy bien. Soy una persona que me gusta estar siempre en movimiento y haciendo cosas… no puedo estar sin hacer nada. Uno de mis deseos es morir aquí en el local”.
– ¿Qué le ha brindado Multicosas?
-”Muchas alegrías y también dolores de cabeza… la gente es muy difícil. Me ha pasado que me han dejado cuentas pendientes y nunca más han vuelto… a veces por poco dinero”. En Multicosas también hay una sección donde la docente Nidia Gabriela enseña crochet y tejido con dos agujas, los martes y jueves a partir de las dos de la tarde. Lo bueno también de esas clases que son un espacio de camaradería y se comparten charlas.
Otrora también las empresas vendedoras de hilos hacían cursos de capacitación. Durante la tarde René también hace cuadros de gobelino que luego encuadra para vender.
Si bien ha renunciado a muchas cosas por mantener a Multicosas en pie, René se ha dado la posibilidad de viajar por el mundo y ha recorrido varios lugares. Fui a Europa y a los Estados Unidos y a Brasil más de veinte veces.
Me gustaría ir a ver más seguido a ver a mis hijos y nietos que viven en Montevideo.
Lo cierto es que tampoco puedo ausentarme demasiado de mi negocio, así que debo equilibrar las cosas – concluyó René.
Carlos Arreseigor
“Gracias a nuestros clientes es que aún tenemos abiertos y seguimos en la lucha”
El 31 de octubre de 1965, el desaparecido diario Tribuna Salteña registraba la inauguración del entonces novedoso sistema comercial de autoservicio de Supermercado Arreseigor, tal como lo conocemos hoy. Pero un documento anterior, permite apreciar que esta empresa familiar viene de mucho antes, una vieja factura que data de 25 de febrero de 1932 donde figura ya su ubicación en la esquina de “calle Brasil esq. Osimani y Llerena”. En la nota gráfica de Tribuna, se puede ver, señalado por una flecha, al entonces niño de tres años con quien hoy EL PUEBLO dialogó, Carlos Arreseigor, quien comparte con nuestros lectores sus recuerdos, vivencias y profundo agradecimiento a los clientes.
– ¿Cuál es el primer recuerdo que tiene del supermercado? Lo veo muy chiquito en una foto del diario Tribuna Salteña del año 1965.
– Ahí tenía tres años, desde ese entonces yo ya ayudaba, arreglaba botellas en los casilleros, después fui quedando más grande y comencé a hacer otras cosas. Pero siempre estuve acá, hasta que en el año 78 me fui a estudiar a Montevideo en la Escuela Agraria, me recibí y estuve seis años trabajando afuera. En el año 89 faltó papá y tuve que venirme para la ciudad y empezar con el negocio. Ahí con mis hermanos y mi madre seguimos hasta la crisis de 2002, que nos quiso medio liquidar pero por lo menos seguimos hasta el día de hoy, y de una manera o de otra vamos subsistiendo.
– También estuvo la ruptura de la tablita de 1982.
– Pero esa no la viví porque ahí estaba papá, yo estuve del 89 en adelante, hace ya 30 años. Papá faltó el 22 de enero del 89, y de ahí fue que agarramos los hermanos y mi tío. Estuvimos un año con mi tío y después nos separamos. Después mi hermana fue la primera que dejó, luego del 2001 era muy chico acá para los tres, entonces quedamos con mi hermano. Al final mi hermano se fue a trabajar en una distribuidora y quedé solo.
– Una empresa familiar que tiene clientes que son prácticamente de la familia…
– Ah sí, tenemos clientes de toda la vida. No sé de cuántos años, pero desde que yo estoy acá, están todos. Los clientes que tengo hoy se mantuvieron, gente de afuera y de acá de la ciudad que se le lleva todos los días o una vez a la semana los pedidos, y los de la campaña una vez al mes, ya está el pedido establecido, es solo aprontarle el surtido y luego lo pasan a levantar. Gracias a nuestros clientes es que aún tenemos abiertos y seguimos en la lucha, como quien quiere la cosa.
– Han habido muchos cambios desde que se inauguró esta casa…
– Sí, sí. Incluso hay marcas de determinados productos que han pasado por nuestras góndolas y que ya no están, desaparecieron. De ahí el orgullo de poder decir que nosotros seguimos estando, pero si no fuera por esta maravillosa gente que viene todos los días a comprar lo que necesitan o de los los pedidos que le conté, si no fuera por ellos, ya habríamos tenido que cerrar hace rato. Ellos nos permiten mantener abiertas estas puertas y seguir cumpliendo con una tradición de tantos años en la familia, aunque ya nos estamos quedando veteranos, con 57 años no tenemos otra cosa para hacer, esta es nuestra vida también. En realidad, tener tengo para hacer otras cosas, pero me quedo acá.
– Aprovechando entonces esta oportunidad, ¿qué mensaje le gustaría dejar a todas esas familias que siguen siendo clientes de Supermercado Arreseigor?
– Solo palabras de agradecimiento que salen del corazón, porque gracias a ellos es que aún hoy y pese a todo, seguimos trabajando. Como le dije, son ellos los que nos obligan a seguir, nos ayudan a seguir, son los que empujan junto con nosotros este carro… (se emociona) uno a veces saca los números y te das cuentas lo difícil que es tener estas puertas abiertas, pero ellos siempre están… es así.
Mercedes Landa de Boada – Fábrica de Pastas La Italiana “Procuramos brindarles a los
clientes una excelente calidad en nuestros productos”
EL PUEBLO dialogó con Mercedes Landa de Boada, propietaria de Fábrica de Pastas La Italiana, tradicional comercio de nuestro medio que, desde 1946, mantiene sus puertas abiertas, apostando a una clientela que se ha mantenido y crecido a través de varias generaciones de salteños.
¿Desde hace cuánto tiempo se encuentra al frente de la empresa?
Alrededor del año 1946, Fábrica de Pastas La Italiana, comienza a funcionar en el local ubicado en calle Uruguay a la altura del 500, y a partir del 1º de mayo de 1950, en el de Artigas 975, que es el lugar donde nos encontramos actualmente. En aquel entonces, la firma era Valsechi – Riera, y, a partir de 1989, la nueva firma pasa a ser Méndizabal S.R.L. A partir del año 2016, La Italiana fue adquirida en su totalidad, por mi marido, Fernando Boada Méndizabal y Mercedes Landa, o sea, yo.
¿Es un emprendimiento familiar?
Sí, absolutamente. Desde el año 2016 estoy al frente de la fábrica de pastas, junto con mi esposo.
En el año 2017 falleció mi esposo, y, por lo tanto, quedé como principal de la empresa. Y sí, considero que pasa a ser un emprendimiento más familiar, porque pasaron a trabajar conmigo la Contadora Ana Isabel Leglise Landa, que es mi sobrina, y mi hijo Federico, formando ambos parte del plantel.
¿Cuesta hoy en día mantener las puertas abiertas de un comercio con las características del suyo?
Somos un equipo de trabajo formado por 12 personas, y que trabajamos tanto dentro como fuera del local, y que procuramos brindarles a los clientes la excelente calidad de nuestros productos.
El costo de la mano de obra es el principal en el rubro, junto con la materia prima y el mantenimiento de la maquinaria, como también, otros costos fijos, todos, lo que van en aumento, formando el conjunto de costos necesarios para hacer funcionar esta empresa.
Hoy en día, considero que adaptarse a estos cambios es la clave para seguir manteniendo las puertas abiertas de una empras que, como ya lo mencioné, está conformada por 12 personas, y que por lo tanto, genera fuentes de trabajo.
¿Considera que su empresa forma parte de la tradición local por su perdurabilidad?
Considero que la perdurabilidad de nuestra empresa en el medio, desde su fundación, como ya lo mencioné, en el año 1946, es importante, ya que la gente nos conoce y nos elige por la calidad de nuestros productos, que, en realidad, no han variado durante tantos años de atención al cliente.
Dardo Miguel Fontes Tanoni – La Tuerca
“En todo hay que tener una constancia”
La tradicional La Tuerca de calle Uruguay, acompaña a los salteños desde 1976, cuando comenzó como un pequeño kiosco que se encontraba al lado del actual local. Siendo siempre un emprendimiento familiar, es uno de los pocos comercios de Salto, que no modificó su estilo y, aún, mantiene una clientela fiel y a la vez, renovada. EL PUEBLO dialogó con su propietario Dardo Miguel Fontes Tanoni, quien expresó su satisfacción por la manera en que “su” clientela, le ha respondido durante todo este tiempo.
¿Cómo fueron los comienzos?
Nosotros empezamos con La Tuerca como kiosco en un salón que está al lado de donde está hoy, en el año 1976, en el mes de octubre, para serle más preciso. Siempre siendo una empresa familiar, entre nosotros, más allá de haber tenido y de tener en la actualidad varios empleados. Al principio, también habíamos puesto una heladería con mi hermano, la Nevada, que recuerdo que duró unos tres meses, y luego le compré la parte de él, y, enseguida, anexamos frankfurters, sándwhiches calientes y demás, estando ahí por unos cuantos años, unos seis o siete. Luego, me corrí para donde estamos hoy, después que me fui de Salto Grande en 1980, ya que me tuve que abocar a trabajar de lleno en el comercio.
De a poco le fuimos agregando cosas, porque, al principio, cuando me mudé, abrimos con casi lo mismo que tenía en el kiosco, lo cual no me resultaba, porque era muy poca cosa. Tuvimos que anexar y aprender, enseguida, la parte de comida. Fue una época distinta a esta, media rara. La gente se quedaba hasta muy entrada la noche, hasta las dos de la mañana o más, siendo que ahora, ya a las once de la noche, ya no anda nadie en la calle y ya estamos prontos para cerrar a las doce.
También, antes, la gente consumía muchas más bebidas que ahora; la cantidad de cerveza que bajábamos los lunes para abastecernos, era impresionante, ahora, aunque no lo crea, bajó muchísimo. Esto por un lado, es bueno, porque antes, me quemé muchísimo con clientela que, por tomar mucho, hacían algún lío, lo que nunca me gustó porque rompía con la tranquilidad que siempre me gustó brindarle al cliente. Entonces, hoy, un cliente que me tome más de dos cervezas, a no ser que sea un conocido y habitué, ya lo miro raro (risas). Hay de todo.
Explíquenos cómo es perdurar durante tantos años
Hay algo que lo sé desde hace mucho tiempo; este ramo, lo ponen mucho los aventureros, gente que no lo conocen y se largan a apostar a esto y no les va como pensaban. Repito, nosotros tuvimos que aprender a hacer lo nuestro, y cuesta. Además, son otros tiempos. En todo hay que tener una constancia, ya que lleva muchas horas, es un trabajo agotador, yo, por ejemplo, hace tiempo ya que no trabajo de noche. Claro, hoy están mis hijos haciéndose cargo, cuento con ellos y con la gente que trabaja acá, que es de mucha confianza. Esto último es importante. Hoy en día está muy difícil conseguir empleados de confianza; hoy, están sumamente exigentes en varios aspectos y a veces, se les va la mano, parecería que a la gente le han lavado el cerebro.
¿Cuesta mantener una empresa como la suya?
Hubo una época buenísima de bonanza, en la que trabajé muy bien. Fíjese que pude hacerle una casa a cada uno de mis hijos. Pero, ahora, la cosa es muy diferente. En este momento, yo no puedo comprar ni la puerta de una de las casas que les hice; eso se los digo a mis hijos, hoy. Esa época fue del 2004 hasta el 2012, después, la cosa empezó a desmejorar. Y, bueno, llegó este año en el que estamos en la lona. No digo que me vaya a fundir, pero, en este momento estamos trabajando para pagar al personal, al BPS y la DGI. Ah, sí. Aun así, hoy, tenemos un personal de 10 personas, siendo que cuando empecé, éramos 4. Claro, siempre pensamos en dar una mano, aunque tengamos que apretar el cinturón por otro lado.
