Existe en Latino América un innegable resurgimiento de los gobiernos denominados de “izquierda”. Decimos esto visto los triunfos de Petri (un ex guerrillero) en Colombia. La llegada de Boric (el presidente más joven de Latinoamérica) en Chile, y si nos hay un cambio radical en el electorado brasile;o, la vuelta Luis Inacio Lula da Silva al gobierno de Brasil.
En el caso de Uruguay, donde la izquierda ha dejado el poder luego de quince años a su frente, hoy parece una cosa distante, pero no imposible.
Cuando esto apuntamos, se nos ocurre que han sido gobiernos cíclicos y la gran mayoría de ellos nunca antes habían gobernado, motivo por el cual, a pesar de sus notorios aciertos, también ha cometido errores que deseamos se hayan dejado atrás. Si no hubiera evaluación interna, autocrítica, nada se hubiera aprendido.
En el caso de Chile ya fue gobernado por una izquierda y vuelva al poder, tras un pasaje por lo que se denomina la “derecha” que muchas veces ha demostrado que también ha aprendido y se maneja como una opción de centro o menos “dura” que en otras épocas.
Muchas veces hemos oído aquello de que los pueblos nunca se equivocan.
Pues para nosotros no es tan así y el regreso a opciones que ya han tenido así lo prueban.
Siempre hemos pensado que los gobiernos se deben a los pueblos y aún con errores y aciertos su misión jamás puede cuestionarse si se llevan a la práctica las promesas y las políticas que han prometido.
Existe una premisa que para nosotros al menos es ineludible. Las políticas que se llevan a la práctica deben ser antes que nada “justas”, vale decir que den iguales posibilidades a todos los ciudadanos y no privilegien a aquellos que de alguna manera han estado más cerca de quienes gobiernan o de sus ideas.
El día en que los pueblos entiendan la justicia y diríamos la grandeza de esta premisa, quizás tengamos el gobierno con el que soñamos, al servicio del pueblo.
Cuando dejemos de votar a quien creemos que de llegar al gobierno nos “retribuirá”con un puestitio, quizás lo entendamos. Gobernar es para nosotros el arte de gestionar o de conducir en nuestro caso un pequeño barco y llevarlo a buen puerto a pesar de la turbulencia de las aguas.
A.R.D
El arte de gobernar
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