En cada rincón de su casa, Andrea guarda el amor intacto por su hijo Gonzalo. En un baúl, su ropa; en las paredes, sus fotos; en su corazón, la esperanza que resiste al paso del tiempo. Esta es la historia de una madre que nunca dejó de buscar, que jamás soltó la mano de su hijo, ni siquiera en su ausencia.
Gonzalo desapareció el 28 de noviembre de 2022, tras pasar años internado en un centro especializado. Su camino estuvo marcado por la sensibilidad, el cariño, una lucha silenciosa contra las adicciones y un sueño truncado: quería ser policía, como su padre.
Desde ese día, Andrea y su familia viven entre preguntas sin respuestas, demoras injustificadas y versiones que no cierran. Pero por encima de todo, viven con una convicción inquebrantable: seguir buscando a Gonzalo, encontrar la verdad y, sobre todo, no olvidar.
Esta es la historia de Andrea Sisnandez, una historia de amor, de lucha y de una ausencia que se volvió motor.
¿Cómo está formada tu familia?
«Está compuesta por mi esposo, mi hija Hortensia de 30 años, Gonzalo de 25 años, Ezequiel de 20 y Martín de 18 años.»
¿Cómo es Gonzalo?
«Gonzalo es amoroso, es una persona sensible, cariñosa, respetuosa. Como mamá no tengo palabras para describirlo. Él era todo; para nosotros, era todo, era el centro de la familia. A Gonzalo le gusta jugar al fútbol, los caballos. Acá en el pueblo tiene una yegua. Estudiaba, iba a ser policía como su papá, ese era su sueño.»
¿Cómo llega Gonzalo al centro Alas?
«Gonzalo hizo su primer año de escuela en la escuela agraria de Salto, en donde le fue muy bien. El segundo año no conseguimos lugar e ingresó al liceo de Villa Constitución. A él le iba bien, casi siete meses de liceo sin ningún problema, no tuvo nunca un problema. Después conoció a unos amigos, a un grupo, y empezó a consumir drogas. Intenté ayudarlo enseguida, pero Gonzalo se empezó a cortar los brazos. No era agresivo con nadie, nunca robó ni peleó con nadie, se cortaba los brazos.
Yo decía: ‘Esto no puede ser’, porque sus hermanos chicos lo veían y sufrían también. «Cada vez que se cortaba los brazos lo llevaban a psiquiatría. Estuve 12 veces internada con él en psiquiatría, ya que Gonzalo perdió a su papá cuando tenía 6 años (quien era policía en Montevideo). Yo me quedé sola con Gonzalo y después conocí a quien hoy es mi pareja.»
«Al estar tantas veces en psiquiatría, el doctor Cabrera, que era quien lo atendía, le consiguió ese centro para internarlo. Primero estuvo en la parte de la aldea, de la chacra del centro, al aire libre. Le hizo bien, y lo trasladaron a Paysandú para empezar a tratarlo neurológicamente, en donde estuvo durante 7 años.»
«Yo tenía contacto con él; viajábamos con sus hermanos a Paysandú a visitarlo y él tenía visitas acá en mi casa para evaluar su comportamiento también. El psicólogo que lo evaluó nos dijo que Gonzalo estaba bien y luego se lo dio de alta por el tema de las drogas. Nunca más probó nada.
Empezó el gimnasio en Paysandú, empezó a estudiar computación. Le daban salidas porque, como cobraba una pensión por su problema neurológico, él se pagaba todo, pero siempre bajo supervisión, y durante esas salidas él nunca más consumió nada. Entonces el psicólogo me dijo: ‘Vamos a dejarlo un año más, después vuelve a tu casa’. Él ya estaba dado de alta, le habían sacado la medicación, ya se podía desenvolver solo.»
«Gonzalo tenía previsto venir a mi casa el 14 de noviembre de 2022 a pasear, a pasar todo el día. La gente del hogar me llamó, nos organizamos con los hermanos, él también se organizó allá, y ese 14 de noviembre, por la tarde, nos avisaron que él no iba a poder venir porque la camioneta del INAU se había roto. Ese día Gonzalo se enojó, salió del hogar y se sentó en un banco que había en el hogar. No querían que él hablara porque estaba mal.»
«El 28 de noviembre de 2022, el día que él desapareció, según la muchacha que abre el portón, Gonzalo pidió que le dieran un cigarro, a lo que la muchacha se negó y le dijo que tenía que bañarse y tomar el café. Supuestamente se enojó, se fue a su cuarto, agarró una mochila, el termo y el mate y salió.»
¿Qué sentiste cuando te avisaron que Gonzalo había desaparecido?
«A mí me avisaron tarde, casi de noche, porque decían que él siempre salía cuando se enojaba, iba y se sentaba en la entrada del hogar, pensaba y volvía. Ese día se dieron cuenta de que él no volvió más. La directora del centro me dijo que ella hizo la denuncia a las 6 de la mañana y la muchacha que abre el portón, la ‘celadora’, me dijo que Gonzalo salió del hogar a las 7:45, cosa que no entiendo. Ahí hay una mentira, hay algo raro.»
¿Qué fue lo primero que hiciste cuando te enteraste de la desaparición de tu hijo?
«Mi hija vive a distancia. Nos pusimos a conversar, ella es la que tiene auto, y me dijo: ‘Vamos a esperar, mamá, porque la directora hizo la denuncia’. Resulta que nosotros esperamos, porque la directora tenía la custodia de Gonzalo, era como la guardiana, porque ella cobraba la pensión y cuidaban de mi hijo. No tenía ningún problema con ella, no me metía en sus cosas.»
«Ese 28 pasó sin noticias, sólo con la denuncia. Pasó el 29 también y yo le dije a mi hija: ‘Vámonos’. El día que nos fuimos, que hicimos el recorrido que hizo Gonzalo, nos enteramos de que la denuncia que había hecho la directora del hogar por teléfono no había servido. Sirvió la denuncia que había hecho la asistente social, Geraldine, en la 1ª en Salto, presencial.
Entonces, a Gonzalo se lo empieza a buscar el 30 de noviembre. El 28, el día que desapareció, no, porque la Policía de Quebracho lo vio, fue la policía que lo levantó y lo dejó. Y nos explicaron que como él no tenía código rojo ni estaba como persona ausente, ellos lo dejaron suelto.»
«El 30 de noviembre empezó la búsqueda. Hicimos folletos, recorrimos todo Salto, hicimos todo el recorrido que hizo Gonzalo, estuvimos en la estancia donde él estuvo, hablamos con un camionero, pedimos las cámaras, preguntamos a la gente, hicimos todo lo posible. Hicimos guardia, consultábamos con los basureros y encontrábamos personas medio parecidas a él, pero no eran Gonzalo.»
¿Al día de hoy, qué cosas te sostienen en esta lucha?
«Encontrarlo, mis hijos que son mi pilar y mis nietos. Mi nieto de 15 es igualito a Gonzalo: en su forma de hablar, de comer, en todo. Me sostiene la esperanza y la fe de que algún día lo pueda encontrar. Siempre digo que me gustaría encontrarlo vivo, pero si me toca encontrarlo sin vida, me gustaría darle su sepultura, su descanso.»
«Soy creyente, creo en Dios. Hice una promesa con el Padre Pío y, si se me cumple la promesa, también voy a cumplir.»
Si pudieras hablarle a Gonzalo hoy, ¿qué le dirías?
«Me gustaría decirle que él sabe que siempre voy a estar acá, siempre estuve para él. Que si me tocara en la vida pasar todo lo que pasé con él, lo pasaría de vuelta, lo ayudaría de vuelta. Nunca le solté la mano, no soy una supermamá ni nada, pero nunca lo abandoné. Eso es lo que me tiene tranquila, que siempre estuve para él, siempre voy a estar para él.»
«Quisiera decirle que si le pasó algo o recayó en las drogas, volvemos a hacer todo de vuelta. Que él sabe que cuenta conmigo incondicionalmente y con sus hermanos, que lo extrañan horrible. Mi hijo más chico, Martín, que era muy apegado a él, lo extraña mucho, sueña con él y estamos intentando ayudarlo.»
«Yo tengo fotos de Gonzalo en el living de mi casa y su ropa en un baúl en mi cuarto. Mis hijos me dicen: ‘Nunca te pediríamos que saques las cosas de Gonzalo, eso es algo tuyo’. Todos los 28 saco la ropa, la acomodo, la doblo, hablo con la ropa y con las fotos, hablo con las cosas de él.
Y mis hijos me entienden, porque es algo que necesito hacer, porque, aunque no íbamos todos los días a Paysandú a visitarlo, cuando llegaban las 9:30 o 10:00 hablábamos todos los días. Hacíamos videollamada. Es una hora que me parte el alma porque a veces suena el teléfono y tengo la esperanza de que sea él.»
«No voy a dejar de buscar a Gonzalo nunca.»
«Espero que la gente que escuche esta historia, como siempre digo, se ponga la mano en el corazón. Que esas personas que, el 16 de abril del 2023, cuando hicimos el rastrillaje, dijeron que lo vieron en esa chacra, hablen. Si tienen algo que decirme, que me llamen y me cuenten. Yo lo único que quiero es encontrar a Gonzalo.”