– El amor de su familia y gente amiga fue su mejor bastón
José Luis Sica, tiene hoy 57 años, está casado con Amanda desde el año 1980, tiene dos hijos; Silvina y Antonio, y dos nietos; Alejandro y Lautaro, es conocido en nuestro departamento por presidir ACISA (Asociación de Ciegos de Salto), además trabaja en telar, colabora dando clases de computación y en sus ratos de ocio -que no son muchos- arregla los bastones a sus compañeros.
Accedió a la entrevista mientras mostraba el trabajo que hoy realiza hilando lana cruda, en el stand del Salto Ovino 2. Aldialogar con EL PUEBLO, al lado de la estufa a leña, con mate y alfajores de maizena de por medio, resaltó en varias oportunidades el agradecimiento a su familia y a su esposa por el apoyo durante estos años, llamando a la reflexión a los familiares de personas ciegas que tienen que acercarse a las asociaciones “no porque vayan a la nuestra, pero que se acerquen a pedir ayuda”.
En el año 1979 perdió una vista como consecuencia de un virus llamado Herpes, que, según explicó Sica, es vulgarmente llamado “Culebrilla”, diez años después por el mismo motivo perdió totalmente la visión de ambos ojos.
En el año 1979 no había o no se conocía la medicación para esa enfermedad, sin embargo en el 89 sí había, “pero cuando llegamos a ella ya el virus me había comido las dos retinas”, expresó.
Pasó 19 años dependiendo de un guía vidente y no quería salir
Hace apenas cuatro años que se ha independizado, pasó 19 años dependiendo de su señora, de sus padres, no usaba bastón y no quería salir a ninguna reunión, cumpleaños, etc..
Gracias a ACISA, pudo acceder a un bastón, que requiere de un instructor, que enseña todas las técnicas que hay que cumplir.
ACISA tiene 10 años de fundada, al principio no tenía sede, hace 4 años que él es el presidente. Contó José Luis que en una jornada de sensibilización el Club de Leones se contactó con Gabriel Cartagena, y surgió la invitación para ingresar al Club de Leones, donde desde el 2009 instalaron su sede, “donde estamos en forma honoraria, ahí se empiezan a realizar cursos de O y M (Orientación y Movimiento) y me interesó la parte de bastón”, fue así como logró andar solo.
HILADO Y TEJIDOS
Hace un poco más de dos años, partiendo de enseñanza de un joven (Javier) que estaba aprendiendo a hilar en la UTU, surgió la idea de trabajar con lana cruda. Pero no tenían lana, fue entonces que pensó en llamar a Claudino Ferreira Pinto, del programa agropecuario “Actualidad Agropecuaria” que se emite por Radio Libertadores. “No nos conocíamos, estuvimos meses hablando por teléfono, empezamos a pedir lana, hasta que un día nos preguntó si teníamos herramientas, y el único que tenía una rueca y un telar era Javier. El primer día que el hombre pide, empezaron a llover de a dos ruecas, un telar, lana, y no pude llamarlo para agradecerle porque se me hizo un nudo en la garganta, nunca pensé que el hombre tuviera la llegada que tenía, y fue así que empezó”.
Hoy cuentan con cinco telares, cinco ruecas, y lana, “si me quedo sin lana, a dos o tres que nos donaron, tengo los teléfonos, los llamo y enseguida me traen”. “Es importante destacar el apoyo de la ciudadanía para donar las herramientas”, manifestó.
PARTICIPACIÓN
EN SALTO OVINO
“Claudino es el promotor de esta ida al hipódromo”, comentó, “y fue por eso que el día de la inauguración al igual que al Ministro Tabaré Aguerre y el intendente Germán Coutinho, le entregamos un almohadón, como un presente”.
Gerardo Ponce de León es otra persona que ha colaborado mucho, subrayó, poniendo como ejemplo que hizo catorce viajes para llevarlos al predio de la Asociación Agropecuaria de Salto.
Sica resaltó que durante su exposición en Salto Ovino, “lo más lindo que sentí fue la presencia de los niños y jóvenes, mirando y preguntando, porque ellos habían visto las ruecas en foto, pero verlas trabajar desde la lana natural era una novedad”.
La adaptación es el gran duelo
El hecho de haber perdido la visión ya adulto, le trae ciertas ventajas, “es la diferencia que tengo con otras personas ciegas, ya que ellos (los que nacen ciegos) no tienen noción de tamaño, colores…, por un lado tuve la posibilidad de conocer esas cosas”, indicó, pero por otra parte confesó que adaptarse a no ver “es el gran duelo que tenemos los ciegos”.
Por otra parte en ese momento José Luis ya estaba casado y tenía sus dos hijos con 4 y 6 años.
Se casó en el 80, hasta el año 82 trabajó como camionero (chofer de la empresa de su padre), y luego trabajó en una barraca de venta de materiales de construcción. “Era el sustento de la familia, vivíamos de lo que trabajaba”, contó, al tiempo que destacó que trabajar en ese lugar le facilitó conocer mucha gente que “cuando llegó ese momento me ayudó”, resaltando especialmente el apoyo de su señora, de sus hijos y sus padres, “esa es la ayuda fundamental que hoy se la quiero inculcar a los jóvenes que tenemos en la Asociación”.
Luego de la pérdida total de la visión, vinieron dos años muy duros que tanto él como su señora dejan entrever cierta tristeza al recordarlos, “fueron dos años de operaciones, de idas a Montevideo, de pasarlos con ella (su señora) allá, en un apartamento que nos prestó un tío, solos un mes o un mes y medio, fue terrible porque los gurises (sus hijos) eran chiquitos… uno en la casa de una tía, otro en la casa de una abuela…” toma un mate y prosigue, “en el 92 me vino la jubilación, mientras tanto estaba con el seguro por enfermedad”.
Los niños iban entonces al Colegio Santa Cruz, y desde allí recibieron muchas colaboraciones, “surtidos, comestibles… al igual que de los amigos, que hasta hoy nos siguen ayudando”.
“Lo que se pide es para donar”
José Luis junto a un compañero – Carlos Artegoytia- da clases de computación en ACISA a personas que van desde los 8 a los 76 años, éste último “no se pierde una clase”, dijo haciendo referencia a que la mayoría de la gente que concurre no tiene constancia.
Comentó que si bien cuentan con 10 computadoras, a los estudiantes que terminan en el curso le donan una, ya que ellos no pueden acceder a la compra de una máquina.
“Es otro apoyo que damos, al igual que los bastones que consigo, ahí no le cobramos nada a nadie”, por eso insistió que lo que pide, es para donar.
Según un trabajo realizado en conjunto con estudiantes de la Universidad de la República, y el aporte de Salto Grande, indicó que han podido realizar un relevamiento en la tercera parte de ciudad, solamente en la zona sur, donde se pudo saber que hoy por hoy hay 180 personas ciegas y con baja visión”.
Hay mucha gente que no sale de la casa, y no se los puede ayudar, por ello considera importante que quienes conocen a personas ciegas, no duden en contactarse porque la ayuda que brindan es fundamental para su inserción en la sociedad.