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viernes, 6 de junio de 2025
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EL ADOCTRINAMIENTO POLÍTICO EVITARÍA MUCHOS MALES

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Diario EL PUEBLO digital
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Por Dr. Adrián Báez
Estimados lectores. Estamos convencidos que, los partidos políticos, deben de dar el mayor espacio posible a la juventud, no solamente por una cuestión de renovación –necesaria y siempre oportuna-, sino que también, por una apuesta al futuro compromiso que deberán asumir algún día, sea tan sólo con el voto (lo que no es poca cosa), como con la militancia; dos formas de ejercer el derecho-deber de participar en las cuestiones que hacen a la vida política del país, que, si son blindadas y munidas de herramientas de discernimiento, son mejores aún.
Desde hace algunos años, las colectividades vienen realizando (enhorabuena), elecciones juveniles en las que participan muchachos (hombres y mujeres), desde los 14 a los 29 años; éstas, han permitido que muchos vayan perfilándose como futuros líderes entre sus iguales, lo cual nos da un poco de respiro, ante la envejecida dirigencia (de todos los partidos), que representan tiempos diferentes y visiones distintas del mundo, la región y el propio Uruguay.
Ahora; renovación generacional, no siempre significa estar aggiornado; muchos jóvenes que en su momento eran “prometedores”, terminaron demostrando, más temprano que tarde, su absoluto conservadurismo, y lo que es peor, su anquilosamiento en viejas prácticas y mañas que, fueron en cierta medida, causantes del descreimiento de la ciudadanía.
Tuve y tengo el honor de conocer a muchos dirigentes de otras épocas, que sin embargo, a diario, nos enseñaron y enseñan a mirar hacia el porvenir; aduciendo que, si bien el ayer constituye algo que debe conocerse para saber en qué mundo vivimos y el por qué éste es como es; nuestro deber como “gurises”, es proyectarnos al mañana, tomando las experiencias de ese pasado, impulsándonos en el hoy.
Creemos que es harto importante para lograrlo, que las colectividades impartan a las nuevas generaciones, una sana enseñanza. La misma debería consistir, en primer lugar, en preguntar sencillamente, por qué se simpatiza con ese partido, y de ahí, arrancar, dependiendo de la respuesta. Saber qué es Uruguay; de dónde proviene; por qué se es colorado, blanco, izquierdista, y dentro de esas tendencias, batllista, herrerista, wilsonista, socialista, comunista, etc; brindaría a ese futuro líder o militante, la amplitud de criterio para observar si realmente se siente consustanciado con ese ideal, esos valores y principios; dándosele la oportunidad (que al ser joven la tiene de mayor manera que un adulto y no corre el riesgo de ser catalogado de “panqueque”), de cambiar de rumbo si le place.
No es una tarea fácil, pero sí necesaria. No se puede admitir de alguien que pretende dirigir, que confunda el 18 de Julio con el 19 de Abril; o el tiempo de Rivera y Lavalleja, con el Neobatllismo. Un colorado, no puede desconocer a los Batlle, Grauert, Brum o Rivera; un frentista, no puede no saber quién fue Frugoni o Vivián Trías; un blanco, no puede sorprenderse con el nombre de Timoteo Aparicio, Berro, Giró o Diego Lamas; pues al hacerlo, no entenderá, será imposible que lo haga, cómo llegamos a ser el país que somos; y un político que desconozca la historia de su pueblo, desconoce la esencia del mismo y será, no tengamos dudas, un muy mal líder.
El joven, debe poder saber hacia qué horizonte tomar, y por qué defiende tal o cual pensamiento; sin mentiras ni intentos carentes de toda honestidad intelectual, de tergiversarle el pasado, estafándolo en su derrotero elegido; claro, esto es difícil y no todos los “profesores” ostentan dicha honestidad, pero si no se intenta…
El presente de nuestra política, nos demuestra cómo el uruguayo reniega de muchos malos hábitos de sus dirigentes; por eso, consideramos que el adoctrinamiento político evitaría muchos males.

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