No descuidemos lo emocional”
Con Ana Lucía Keuerk Baratta.
Licenciada en Psicopedagogía y Maestra de Educación Primaria.
En la semana del reinicio parcial de clases, muy esperada por los más chiquitos, creímos importante traer sobre la mesa la parte emocional de lo que significa, para algunos de ellos reintegrarse, y para otros, continuar en la espera.
Sin lugar a dudas, un centro de estudios como la escuela, es mucho más que un lugar para aprender. Es un lugar seguro, que no apoya solamente la salud física, mental y social, sino también la salud emocional de los niños.
Muchas veces, cuando los padres se ven imposibilitados de encontrarse presentes en el hogar, debido a alguna actividad que responsablemente deben cumplir con horario, el tiempo de estos niños en un salón de clases, es muy valioso.
Entendemos, que los centros escolares, con sus directores y docentes, continúan incorporando mucho esfuerzo, así como las autoridades sanitarias, para brindar esa seguridad que los niños tanto necesitan.

También, en estos momentos difíciles, mirando por la salud dentro de algunas prioridades, se encuentran sus afectos y su mundo de horas irrepetibles en la escuela.
Al ser consultada la Licenciada en Psicopedagogía y Docente Ana Keuerk, sobre tan importante etapa del año, pudimos recoger sus conocimientos, que de esta forma respondía cuando le consultamos:
¿Hasta qué punto ha cambiado la situación del niño y la familia debido al COVID- 19?
En marzo de 2020, se definía el inicio de una nueva etapa para la educación en Uruguay, proceso que ya se estaba dando en otras partes del mundo: la escuela llegó a los hogares de los alumnos, a los hogares de los maestros, los alumnos pasaron a ser principales partícipes y auto gestores en su proceso de aprendizaje. Las familias cobraron un rol primordial, adaptando sus actividades, tiempos y recursos a las necesidades educativas de los niños o adolescentes.
Los docentes por su parte, vieron la necesidad de incursionar en nuevas herramientas facilitadoras de los aprendizajes, buscando mil y un maneras de generar los mejores entornos para que los alumnos puedan salir adelante, poniendo tiempos, espacios y recursos personales, en muchos casos, para lograrlo.
¿Cómo ha continuado este año?
Este 2021 la situación no es muy diferente al año anterior, más allá del valioso camino ganado a partir de la experiencia pasada. Los entornos virtuales siguen definiendo las prácticas educativas, y con estas los logros de nuestros niños y adolescentes.
¿Cuáles han sido los logros?
Diversos estudios realizados por organismos internacionales, como la UNESCO o la ONU, dan evidencia de los impactos negativos generados por la pandemia en la educación.
Resulta crucial comprender que esta es una situación a nivel mundial, y que no solamente el impacto está en la educación, sino que es transversal a otras áreas como la economía, la salud, el turismo, la ecología o la salud mental de las personas. En esta situación es más que evidente el gran impacto que tiene en la educación esta realidad mundial.
Muchos docentes y familias han mostrado preocupación por los logros y avances que han tenido los niños y adolescentes como consecuencia de los nuevos entornos de aprendizaje.
La virtualidad en el aprendizaje
Implica la pérdida del vínculo presencial, lo cual acarrea dificultades para mantener la mediación pedagógica.
En educación inicial, primaria y media, esta realidad educativa tiene enormes repercusiones. Este sector vulnerable de nuestra población se ha visto muy afectado, dado a que carece de los recursos intelectuales, afectivos, y del propio desarrollo para enfrentarse a este insólito contexto de la educación.
Dentro de éstos, entre los más vulnerables han estado aquellos estudiantes que presentan ciertas dificultades de aprendizaje y que se ven muy beneficiados por el intercambio directo y presencial entre pares y docentes.
El aprendizaje a distancia, mediado por las herramientas tecnológicas implica un esfuerzo adicional para los docentes y para las familias de estos niños, y desde el lugar del niño, el aprendizaje le resulta muchísimo más complejo.
Realizar las tareas de manera autónoma, con escaso contacto directo con un docente, sin contar con un profesional competente en la guía de los procesos de aprendizaje, genera en los niños y adolescente la necesidad de verse inmerso en una nueva modalidad educativa.
En este panorama es necesario que sean partícipes directos del proceso, y que desarrollen cierta autorregulación de sus aprendizajes, donde se demanda una determinada madurez en la gestión de los procesos de aprendizaje que los niños y adolescentes aún no han adquirido, y como consecuencia el rezago será mayor.
¿Qué le puede generar al niño?
Este escenario genera en los chicos un gran estrés, así como en las familias, y un ambiente estresante, no es un ambiente propicio para los aprendizajes.
Hablemos por ejemplo, de aquellos alumnos que presentan dificultades en la lectoescritura. En los formatos virtuales de aprendizaje, la lectura se constituye como una herramienta esencial para adquirir conocimientos, y la escritura muchas veces es la forma más práctica para dar evidencia de los aprendizajes construidos.
Aquí está el desafío para los docentes, de recurrir a distintas herramientas que nos ofrecen las tecnologías para que, a través de distintos formatos virtuales, audiovisuales, gráficos, etc., se puedan usar como mediadores del proceso de enseñanza-aprendizaje.
¿Qué sucede con aquellos alumnos que puedan presentar alguna dificultad en sus aprendizajes, y que aún no han sido evaluados y/o detectados?
Aquí la familia cobra un papel primordial.
En situaciones corrientes de enseñanza-aprendizaje, muchas veces son los docentes los que empiezan a detectar ciertos signos de alarma en los alumnos. Signos que pueden ser: tener una representación gráfica no adecuada al escribir, poco respeto por la horizontalidad en el uso del renglón; inversiones, alteraciones y sustituciones sistemáticas en el uso y organización de letras y números, dificultad en la resolución de problemas aritméticos y comprensión de textos. Distracción en clase, dificultades para la concentración en las tareas, entre otros.
¿Es probable que los docentes desconozcan algunas situaciones por la que pueden atravesar niños, incluso con la pérdida de un ser querido?
En la modalidad de trabajo a distancia, resulta muy difícil para los docentes tener un conocimiento directo y certero de la realidad de los niños, derivado por las propias mediaciones que los chicos reciben a nivel familiar al realizar las propuestas que presenta el docente.
Mediaciones que son totalmente válidas y que constituyen un valioso intento de apoyo que brindan las familias para/con sus hijos.
Ante este panorama, son las familias las que han comenzado a detectar que sus hijos presentan algunos de los signos mencionados, y es allí que el camino a seguir puede ser transmitir la apreciación al docente, con quien están en contacto semanal, o directamente buscan consultar con especialistas del área, como Psicopedagogos, que les brinden asesoramiento sobre cómo proceder en esa situación.
¿Se pueden notar signos alarmantes?
Es fundamental, que las familias y docentes, reconozcan los signos de alarma para que el niño o adolescente sea parte de una evaluación psicopedagógica donde se vislumbra el perfil de todas las funciones que intervienen en el aprendizaje.
Se evalúan en profundidad las áreas descendidas, y a partir de allí se definirá un perfil diagnóstico, el que llevará a proponer un tratamiento.
Todo esto apunta a que la dificultad no se acentúe aún más y que el estudiante pueda incorporar las herramientas necesarias para sobrellevar los procesos de enseñanza-aprendizaje de la mejor manera.
“Fundamental apoyo”
“Quisiera destacar, que desde el lugar de los profesionales de la educación, resulta fundamental brindar apoyo a nuestros estudiantes y a sus familias.
No descuidemos lo emocional.
Muchos viven situaciones económicas, familiares, sanitarias, y educativas muy complejas, y ante todas estas problemáticas, debemos tener conciencia y empatía por lo que deben enfrentar.
Ante este panorama, rescato con completa convicción, el valor de trabajar en equipo, apostar a la unión entre familia-escuela, involucrar a los distintos profesionales que forman parte del proceso educativo de cada niño, para que en forma conjunta, se les pueda brindar el apoyo y acompañamiento que necesitan”
Por Mary Olivera.