El año del Bicentenario resulta una oportunidad para redescubrir nuestra historia. Sin embargo, por acción u omisión, muchos protagonistas de los hechos no aparecen en los relatos ni reciben homenajes.
Es el caso de los charrúas que desde 1811, «siempre a la órdenes de Artigas», tuvieron un rol fundamental en la lucha pero su recuerdo pasa desapercibido para la mayoría de quienes decimos llevar su sangre. A horas de un nuevo aniversario de la matanza de Salsipuedes, «El Pueblo» dialogó con Eduardo Picerno un estudioso del tema que reivindicó el aporte indígena.
En 1811: el año de «la simiente»
Para el Lic. Eduardo Picerno «es correcto» que en 2011 se celebre el bicentenario del inicio de la revolución oriental, dado que en 1811 sucedieron una serie de episodios que califica como «la simiente, el comienzo» de un proceso protagonizado por «los que amaban esta tierra». Entiende que hechos como el Grito de Asencio y la posterior toma de pueblos de la campaña, la Batalla de las Piedras y la decisión de emprender el denominado «Éxodo», revelan «la toma de conciencia» de muchos de los habitantes de la entonces Banda Oriental, «principalmente gauchos y también de los charrúas».
Picerno afirma que es incuestionable la participación de los charrúas en aquel momento y que la historia construida desde el Estado ha ocultado deliberadamente la presencia indígena. Asegura que «la historia oficial» ha ocultado «una cantidad de hechos, entre ellos la importancia de los charrúas». En el año del Bicentenario tampoco se destaca convenientemente el aporte fundamental de los primeros pobladores de esta tierra a la causa revolucionaria. El estudioso afirma que «se ha venido ninguneando a los charrúas como aliados de Artigas desde 1811». Su opinión se sustenta «en documentos» que prueban aquella presencia y que en algunos casos recogen «las palabras del propio Artigas». Cita como ejemplo algunos documentos en los que «los Reyes de Portugal y España mencionan con terror a Artigas y a los charrúas. De modo que bien se sabía que no era nada fácil conquistar esta Banda mientras existieran aquellos».
La leyenda negra de los charrúas
Picerno reflexiona que los charrúas tendrían muchos y poderosos «enemigos». La lista empezaría por la propia Iglesia Católica «dado que eran los salvajes que no se cristianizaron nunca» y contendría «principalmente a todos aquellos que tenían algún interés sobre estas hermosas tierras y las querían para sí o para sus amigos». Entiende que desde estos últimos sectores habría venido el respaldo fundamental para que desde el Estado, en una serie de acciones que encabezó el primer Presidente del Uruguay Gral. Fructuoso Rivera, se exterminará a los charrúas. El «genocidio», que tuvo su hecho más dramático el 11 de abril de 1831 en los potreros de Salsipuedes, aparece como el desenlace de una construcción impulsada por las clases dominantes de la época que dieron forma a una «leyenda negra» sobre los indios para «que después justifique el derecho a matarlos». Según Picerno, resulta lógico que quienes aniquilaron a la tribu después silenciaran su recuerdo.
El silencio oficial
El autor del libro «El genocidio de la población charrúa» cita ejemplos de acciones emprendidas desde el Estado tendientes a minimizar o abiertamente ocultar los lazos de Artigas con los charrúas. Recuerda que cuando el Prof. Pivel Devoto ocupaba el cargo de Director del Museo Histórico negó en dos ocasiones incluir en el Archivo Artigas una carta de quien fuera proclamado como «Jefe de los Orientales» «a su hijo el Caciquillo». Cita que en 1998, en una instancia parlamentaria, Pivel Devoto afirma que la decisión de no publicar ese tipo de documento se sustentaba en el argumento de que se podría menoscabar la imagen del prócer. Con ese criterio, la información «no se daba a conocer aunque estuviera en el Archivo». En el mismo sentido, Picerno relata una experiencia personal. Cuenta que «hace más de dos años descubrí en Corrientes una carta en la que Rivera le pide a Pancho Ramírez para pasar a matar a Artigas y la gente del Archivo no la quiere publicar». La postura de evitar incorporar y difundir esa información, implicaría violar «la ley que dice que todo lo relativo a Artigas recabado en todo el mundo deberá ir a engrosar el Archivo Artigas (ley de 1946), que ya tiene 37 tomos enormes».
Presentes desde el inicio
Picerno sostiene que a través de la documentación se puede constatar la presencia de los charrúas en los movimientos revolucionarios ya en 1811 y que «siempre fue bajo órdenes de Artigas y del Caciquillo». El líder «citaba a los caciques y el Caciquillo los reunía para las acciones a emprender». Afirma que sólo se conocieron algunas de esas actividades pero muchas «quedaron en secreto». Correspondía a los charrúas tareas «de vigilancia, de robo de caballadas a los enemigos y de pelea directamente. Otras veces de protección y guardia personal de Artigas». Destaca la existencia de «muchos documentos» que certifican tales afirmaciones. Picerno llama a analizar con «atención» los trabajos de «muchas personas, llámense historiadores o antropólogos, que quieren cambiar los hechos históricos». Cita en esa lista «a Padrón Favre, Caula, Consens, Daniel Vidart, que en general están diciendo lo contrario a la verdad». No comparte con esos autores la afirmación de que la participación en la revolución no fue de los charrúas sino de los guaraníes y que citan como prueba que los nombres toponímicos provengan del guaraní. Enfatiza en que «en Francia se demostró la inteligencia de los charrúas», revelando datos como por ejemplo, «que usaban casi siempre 2 nombres, uno privado y otro para los de afuera». Agrega que fueron «los blancos, principalmente españoles», quienes pusieron nombres a esos lugares y que»preferían preguntar a los guaraníes para poder escribirlos porque la lengua charrúa era difícil» y los indígenas de esta tierra evitaban el contacto «con los blancos por la desconfianza que ya les habían tomado».
El entrevistado
José Eduardo Picerno es Psicólogo Universitario desde 1980. Ha elaborado diversos trabajos en Psicología y Psicoterapia. En Psicología Criminológica se desempeñó en varios centros de recuperación carcelarios. Es un destacado estudioso de los charrúas. En 2000 presentó el sitio web «Los charrúas de Uruguay» (www. internet.com.uy/charruas) que contiene amplia información sobre los indígenas. En 2003 presentó el libro ¿Qué quieren estos hombres? Sobre la repatriación de los restos de Vaimaca Perú. En 2004 estuvo a cargo de la dirección de la «Reconstrucción antropológico-facial del cacique Vaimaca Perú. En 2008 presentó el libro «EL genocidio de la población charrúa» Documentación y Análisis.
Mañana, al conmemorarse un aniversario más de la matanza de Salsipuedes, realizará una muestra documental acerca de lo que denomina «el primer genocidio cometido en el Uruguay». El material que se presentará es resultado de «una exhaustiva documentación de 5 años en archivos nacionales y extranjeros». La actividad, que se cumplirá en «Punto de encuentro» – San José 1116, Montevideo, es respaldada por la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio de Educación y Cultura.