El lunes pasado a la noche en el Consejo Superior de la Liga Salteña de Fútbol, la comunicación de ASDAF y ASA, respecto a la posición asumida: la de no arbitrar partidos entre jueves y domingo. Cuatro días de parálisis total en materia de actividades. Al paso de la semana, dos presidentes de clubes de la «A», confluyeron en una misma senda reflexiva:»Del perjuicio económico y el deportivo, nadie habla. El no jugar, significa perder más dinero aún.
En los últimos 30 días, dos suspensiones no es cosa menor. Pero además la discontinuidad va a contrapelo del aficionado, que se puede habituar peligrosamente a no ir al fútbol».
En tanto, cabe preguntarse si a nivel de la gremial de los jueces, se evalúa ese tipo de perjuicio y en alguna medida se piensa en técnicos, jugadores y todos quienes suman al desarrollo de un espectáculo. El técnico pretende que su equipo juegue y el jugador quiere jugar. No hay otra. Por eso, la interrogante se cuelga de la realidad: paralizando el fútbol, son los jueces de la injusticia, desde el momento que generalizan sin más trámite y pagan justos por pecadores.
A su vez, no han faltado coincidencias en otra dirección. Si un hecho de violencia se genera en una determinada Liga o confederación, ¿por qué la medida de una gremial de árbitros tiene que involucrar a todos?
Bien claro: los últimos hechos de violencia se registraron en Tala y en Dolores… ¿qué culpa a la cuenta de las Ligas que funcionan en Salto, imposibilitando que casi 1000 futbolistas permanezcan al margen? Por eso: ¿son definitivamente los jueces de la injusticia?
