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lunes, 5 de mayo de 2025
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Decididamente por la vida

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Diario EL PUEBLO digital
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Tratar de derogar  la ley No. 18.987 de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), aprobada por el Parlamento el 22 de Octubre del año anterior,  popularmente conocida como ley del aborto, es una tarea ímproba que supone recorrer un camino harto difícil, pero para quienes defendemos la vida en todas su dimensión nada más dignificante.
Jugarse en la defensa de la vida es una de las tareas ineludible de todo ser humano.
El derecho a la vida es inalienable y ningún ser viviente debería de oponerse u obstaculizarlo, por la sencilla razón de que no está dando a su víctima la misma posibilidad de nacer, de ver la luz, que ha tenido él.
Cada persona es diferente y cada persona tiene en la vida una misión.
Atribuirse el derecho a negarle la misma a un semejante es demasiado cruel e inhumano.
El domingo próximo los ciudadanos uruguayos que amen la vida, que consideren que todos tenemos el mismo derecho, debemos concurrir a las urnas a tratar de doblar la mano de quienes han decidido autorizar tamaño desatino.
Se trata de una instancia que nunca debió ocurrir, porque nunca debió aprobarse semejante ley, y además porque entendemos que la vida no se plebiscita, quien se opone a ella está defendiendo la muerte, está condenando a gran parte de nuestros descendientes a morir antes de ver la  luz.
¿Qué madre que haya sentido la tierna caricia de la mano de un hijo podría aprobar semejante ley?. ¿Podrá festejar en adelante el “Dia de la Madre”.
¿Qué abuelo?, ¿Qué padre, sería capaz de hacerlo?.
Autorizar a matar a los más indefensos de los seres integrantes de nuestra comunidad, porque en cada madre embarazada late una nueva vida, es priorizar aspectos económicos, situaciones quizás de índole social, preferir la comodidad a “complicarse” con la responsabilidad del niño engendrado.
Quien así piensa no debe haber nacido de una madre, vaya que si su madre hubiera pensado y obrado de la misma manera no hubiera tenido chance de nacer.
Autorizar a matar, como es lo que autoriza esta ley, habla muy mal de nuestra comunidad. Habla de poca sensibilidad, de escasa o nula solidaridad, en el fondo, los seres mas desvalidos son considerados “un estorbo” a una vida de placer y comodidad.
Los ancianos se depositan, porque estorban. Los niños que aún no han nacido son eliminados, para no usar un término más cruel.
¿Qué nos espera cuando tengamos unos años mas y ya no podamos valernos  por nuestros propios medios?
No se necesita siquiera pensarlo. El domingo próximo hay que demostrar en las urnas que a más de uno de cada cuatro ciudadanos nos importa el tema y estamos decididos a jugarnos entero en defensa de la vida. Por ellos, por los que no pueden siquiera quejarse, porque son nuestros y tienen derechos, como los hemos tenido nosotros.
Así de sencillo.
Alberto Rodríguez Díaz

Tratar de derogar  la ley No. 18.987 de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), aprobada por el Parlamento el 22 de Octubre del año anterior,  popularmente conocida como ley del aborto, es una tarea ímproba que supone recorrer un camino harto difícil, pero para quienes defendemos la vida en todas su dimensión nada más dignificante.

Jugarse en la defensa de la vida es una de las tareas ineludible de todo ser humano.

El derecho a la vida es inalienable y ningún ser viviente debería de oponerse u obstaculizarlo, por la sencilla razón de que no está dando a su víctima la misma posibilidad de nacer, de ver la luz, que ha tenido él.

Cada persona es diferente y cada persona tiene en la vida una misión.

Atribuirse el derecho a negarle la misma a un semejante es demasiado cruel e inhumano.

El domingo próximo los ciudadanos uruguayos que amen la vida, que consideren que todos tenemos el mismo derecho, debemos concurrir a las urnas a tratar de doblar la mano de quienes han decidido autorizar tamaño desatino.

Se trata de una instancia que nunca debió ocurrir, porque nunca debió aprobarse semejante ley, y además porque entendemos que la vida no se plebiscita, quien se opone a ella está defendiendo la muerte, está condenando a gran parte de nuestros descendientes a morir antes de ver la  luz.

¿Qué madre que haya sentido la tierna caricia de la mano de un hijo podría aprobar semejante ley?. ¿Podrá festejar en adelante el “Dia de la Madre”.

¿Qué abuelo?, ¿Qué padre, sería capaz de hacerlo?.

Autorizar a matar a los más indefensos de los seres integrantes de nuestra comunidad, porque en cada madre embarazada late una nueva vida, es priorizar aspectos económicos, situaciones quizás de índole social, preferir la comodidad a “complicarse” con la responsabilidad del niño engendrado.

Quien así piensa no debe haber nacido de una madre, vaya que si su madre hubiera pensado y obrado de la misma manera no hubiera tenido chance de nacer.

Autorizar a matar, como es lo que autoriza esta ley, habla muy mal de nuestra comunidad. Habla de poca sensibilidad, de escasa o nula solidaridad, en el fondo, los seres mas desvalidos son considerados “un estorbo” a una vida de placer y comodidad.

Los ancianos se depositan, porque estorban. Los niños que aún no han nacido son eliminados, para no usar un término más cruel.

¿Qué nos espera cuando tengamos unos años mas y ya no podamos valernos  por nuestros propios medios?

No se necesita siquiera pensarlo. El domingo próximo hay que demostrar en las urnas que a más de uno de cada cuatro ciudadanos nos importa el tema y estamos decididos a jugarnos entero en defensa de la vida. Por ellos, por los que no pueden siquiera quejarse, porque son nuestros y tienen derechos, como los hemos tenido nosotros.

Así de sencillo.

Alberto Rodríguez Díaz

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