La polémica en torno al Instituto Nacional de Colonización (INC) no es solo jurídica. Tampoco es únicamente política. Es narrativa, como todo en la época de la modernidad líquida, inestable, fluida y en constante cambio. ¡El relato líquido!
En Uruguay, cuando se discute sobre tierra, se discute también sobre poder simbólico, legitimidad, historia y pertenencia. En el centro de la escena: Eduardo Viera, presidente del INC, colono en ejercicio y hoy protagonista involuntario de un cruce que trasciende su figura.
Desde filas opositoras, se denuncia una supuesta inconstitucionalidad: un colono no podría dirigir el INC sin violar el artículo 200 de la Carta Magna. Desde el oficialismo, en cambio, se insiste en que Viera no explota actualmente su unidad productiva y que lo que importa no es la condición de colono, sino el ejercicio efectivo.
La grieta interpretativa está servida y con ella, la oportunidad de construir relatos.
LA PREGUNTA QUE NO QUIERE CALLAR
¿Es válida la comparación entre un colono que no explota y un funcionario que se reserva el cargo? ¿Es jurídicamente sostenible seguir viviendo en la tierra sin producir? ¿Es ética la defensa basada en lo que otros gobiernos hicieron antes? ¿Puede una irregularidad pasada justificar otra presente? ¿Es esto un análisis técnico o un contraataque narrativo?
EL PODER DE LA INTERPRETACIÓN
El secretario de Presidencia, Alejandro “Pacha” Sánchez, salió en defensa de Viera con un buen ataque al senador blanco Sebastián Da Silva y a la exdirectora del Codicen, Jennifer Cherro.
¿Su objetivo estratégico? Diluir el foco del debate, hablando del otro para justificar al propio, acumulando ejemplos para neutralizar acusaciones, construyendo atajos y artilugios que no responden la pregunta de fondo.
Mientras tanto, el país observa. Porque no es menor que el presidente del INC sea, al mismo tiempo, sujeto de colonización. No es menor que se compre un campo de más de cuatro mil hectáreas por más de treinta millones de dólares. No es menor que todo esto ocurra en un año electoral.
LA TIERRA COMO TABLERO, EL RELATO COMO ARMA DE BATALLA
El Frente Amplio defiende su decisión como un acto de justicia social y acceso equitativo a la tierra. La oposición lo acusa de conflicto de intereses, uso partidario del INC y decisiones discrecionales sin justificación técnica.
Pero por debajo de todo, se libra otra pelea: controlar el relato. Porque en política, a veces no importa tanto lo que ocurrió, sino quién logra convencer de que su versión de los hechos es la verdadera.
En definitiva, no se discute solo si Viera debe dejar el cargo o no. Se discute si la izquierda puede seguir usando el INC como bandera. Se discute si la derecha puede acusar sin caer en contradicciones.
Se discute, en última instancia, quién tiene el derecho de escribir la historia. Y eso, en Uruguay, nunca es una discusión menor.
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