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viernes, 9 de mayo de 2025
19.4 C
Salto

¡De los 26 años después, a esta selección otra vez!

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Porque fueron «naranjeros» históricos

Habiendo pasado los 70 años de vida, Gustavo Ferraz, no oculta la razón emocional de aquel año en que Salto fue Campeón del Litoral. Porque en la edición anterior (1994), orilló la gloria, cuando Rivera se quedó con el 2 a 0 final en el tercer y definitivo partido.


Igualmente en esa 1994, el Salto del DT tacuaremboense, generaba protagonismo, para resultar vice campeón del Interior. A la distancia, Gustavo no dejará de reconocer al presidente de la época, Guillermo Zunini, «porque él y sus compañeros sostuvieron la continuidad».
El mano a mano final con Artigas. Fue empate a un gol en la frontera, hasta que en el desquite afrontado una semana después en el Parque Dickisnon, el golazo de Pablo Quiñones a los 36′ del segundo tiempo, produjo el tiempo vital de ser campeón.
El balazo de Pablo fue perfecto y Walter Favale en el arco norteño, tentó lo que no pudo: rechazar esa pelota que se hundió en las piolas.
NO FUE UN SALTO MÁS
¿Por qué esa titulación del 25 de marzo de 1995 se inscribe en la historia?, porque fue la última vez de un Salto Campeón del Litoral. Del Litoral a secas, como lo era antes.
Más después, OFI fue recurriendo «al pico y la pala», para socavar las simientes, de la vieja y querida disputa.
Llegaría el Litoral Norte, la dominación de los Torneos del Interior y el torneo de las confederaciones, cada vez más lejos, opacados, moribundos, casi inexistentes.
Por eso, ese Salto vuelve otra vez.

La selección que logró UN FENÓMENO DE IDENTIFICACIÓN CON LA GENTE. Antes del partido en Rivera, segundo partido para resolver la corona de 1994, unas 500 personas despidieron a la selección desde el local de la Liga Salteña de Fútbol, la noche anterior.
Una situación poco menos que insólita. La verdad irrebatible de ese hecho.

PABLO, EL DEL GOL
Con Pablo Quiñones desde la lejanía de El Salvador, siempre es posible rescatar las vivencias por aquel Salto que modeló Ferraz y desde la preparación física, Horacio «Cacho» Bordagaray. Llegando desde River Plate al combinado, Pablo fue un auténtico patrón del medio campo. Volante central de los aptos, al amparo de una regularidad para el asombro.
¡Ocurre que Pablo Enrique Quiñoñes no bajaba de los 7 puntos! Con Eduardo Kniasev, un binomio perfecto.
«No solo fue de los mejores equipos que integre desde lo futbolístico, sino que el plantel se convirtió en respuesta humana, que siempre es necesaria. Claro, que pudimos tener alguna diferencia, pero siempre ocasional. Nunca definitiva. De aquellos años no me olvido y de aquel gol, menos. Cada jugador tiene su propios rescates y cuando llega una determinada fecha, ahí está. Y parece encenderse».

Después de ser clave en el combinado, Pablo se fue a Montevideo, y entre otros equipos, en el Peñarol del quinquenio de esa década.

Pero aquel Salto, en él…es para siempre.
Cuestión de memoria. De memoria viva.

                                           -ELEAZAR JOSÉ SILVA-

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