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CULTURA

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POR JORGE PIGNATARO

Se reeditó “Las hojas de par en par”, uno de los mejores libros de Leonardo Garet

Salió de imprenta días pasados y llegó inmediatamente a la Redacción de EL PUEBLO el libro “Las hojas de par en par”, de Leonardo Garet. Acaba de salir de imprenta, en realidad, la segunda edición (y ampliada con varios nuevos textos), porque “Las hojas de par en par” fue originalmente publicado a fines de 1998. Pero curiosamente, pese a ser uno de los libros más logrados en la amplia obra de Garet, no había tenido la trascendencia que su calidad amerita. Es más, la segunda edición venía siendo una cuestión reclamada a lo largo de los años por varios críticos literarios y lectores comunes.

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Poesía en prosa, narraciones breves siempre con un tono poético presente, algún cuento…son todas calificaciones que podrían caber. Es que resulta difícil la clasificación de estos textos que, en definitiva, son limítrofes entre todos los géneros, lo que no es nuevo en la bibliografía de este autor: lo mismo ocurre con “80 noches y un sueño”, “Anabákoros”, o el más reciente “Una vara de almendro”. Y además de no ser nuevo, es uno de los méritos de este escritor que cree, y lo demuestra con cada publicación, que al fin de cuentas el único verdadero género literario es la palabra, cuando recibe un acertado tratamiento.
A más de 20 años de la primera edición, es de esperar que esta vez, con la reedición que acaba de hacer Publicaciones LA CASA DEL RÍO, “Las hojas de par en par” encuentren el lugar que merecen y que, por esas cosas que tiene la letra impresa, le había sido esquivo.

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Libro que “trata de inquietar, de despertar, de sacudir…”

“…Porque a lo que Garet apunta en este libro, como en los anteriores, es a separar lo aparente de lo real, la máscara del rostro, el antifaz de la profundidad de los ojos. Por esa misma razón es que yo no creo que «Las hojas de par en par», deba ser mirado como un libro que de alguna manera marca un golpe de timón en la literatura de Garet. Él hace en este libro lo que ya hizo antes, lo que seguramente seguirá haciendo: poetizar, reflexionar, indagar, enterrarse en la raíz. Todos los textos son cortos, pero algunos son cortísimos – síntesis propia de la poesía – flechazos que atinan en el blanco y provocan algo así como una explosión central en medio de un mundo aparentemente quieto y ajeno a lo humano, de un exterior tolerado con una gran dosis de indiferencia, pero que, sin embargo, esta íntimamente vinculado a nosotros. Un mundo que, como todos, es necesario escarbar para descubrir lo que guarda en sus entrañas. Es el caso de la metáfora del relato titulado «La formación de los cuerpos», ese texto en el cual Garet habla de los trozos de un metal que antes de ser soldados son pintados por dentro con un color verde que nadie habrá de compartir porque estará escondido, un esfuerzo en apariencia inútil por crear una tonalidad en una superficie que si bien no podrá verse será el que definirá la poetizada esencia de esos trozos más allá del alcance de la vista humana. Garet, como en el primer texto de este Las hojas de par en par, llamado «Iniciación», nunca se propone con su literatura mantener la silenciosa tranquilidad del sueño. Quizás por eso con él inaugura el libro asegurando que no es sólo por las hormigas, los caracoles y las arañas que los jardines de las casonas no alcanzan el descanso a la hora de la siesta. Nos dice que son también responsables las plantas fugaces llamadas «muchachos «, las cuales roban tiempo y liberan tiempo junto a un árbol, una enredadera, un gemido ahogado. Y justamente, Garet actúa como uno de esos «muchachos», su literatura no llega para contribuir al descanso del lector. Más bien, trata de inquietar, de despertar, de sacudir…”.
Miguel Ángel Campodónico
(Fragmento del discurso pronunciado en la presentación de la primera edición)

Fragmentos del libro que no fue

1.- …que no haya hormigas que se interpongan en este deseo de ver el cielo más cerca, un poco más cerca porque será mañana.

  1. – Bienaventurados los que no creen en la velocidad, que es una forma mentirosa de cambio.
    3.- Nuestro Señor del Buen Aire bendiga los amores de las flores, que se sacan un color para enviarlo a conocer otros colores.
    4.- Cuando caen las semillas las plantas piden sus deseos. El agua escucha, idéntica en climas y alturas distintos. Horizontales y transparentes son los dioses. Cuando en ello cae un deseo se forma una cruz.
    5.- La raíz se confunde con la tierra y ya no queda cuerpo por mantener.
    6.- …Vendrá un individuo con la invención de la línea recta y ya no descansará hasta el triángulo, el cuadrado, el plano inexorable. Las líneas que llegaron al mundo, las propias de todos los cuerpos, serán en adelante decoración y complemento.
    7.- Los ángeles caben en una hoja. Y cuando salen se expanden, parecen el vestido transparente de un hombre.
    8.- Los ángeles viven en los montes. En los días de neblina y de tormenta se puede sorprender un reflejo. Se asoman a mirar lo de este lado.
    9.- Cuando el cielo está completamente blanco refleja el corazón de un árbol.
    10.- Dormirán hasta olvidarse que están vivos. Como si un veneno les hubiera tallado una órbita alrededor del corazón. Saldrán como si nada, ocultando que les han dado un beso para despertar.
    11.- Cada semilla es un ojo que se anima a ver el cielo.
    12.- Una noche de la que me estoy olvidando, pude meter en un bolso cada mueble de la casa. En las huidas marchamos con el cuerpo que tenemos de nacimiento. Cuando de verdad nos vamos, tenemos que llevar de alguna manera las raíces.
    13.- Bienaventurada la lluvia que le cambia el color a las cosas.
    14.- Nosotros escribimos en nuestros cuerpos. La historia de un árbol está en su corteza. Vamos haciendo palabras con nuestra vida. O vivimos nada más que lo indicado en la corteza.
    15.- Los animales, que se consideran más inteligentes, usan una vara de medir que les da la ilusión de exactitud. Pero se les hunde hacia un lado y se les vuelve inabordable hacia arriba. (…) Cuándo se darán cuenta, que toda vez que pensaron en la inmortalidad, inventaron una planta que se las otorgaba. (Gilgamesh en el fondo del mar encontró la planta espinosa).
    16.- La conciencia que las plantas tenemos de la eternidad no es la misma que la del agua o la piedra. Las plantas somos la vida de este planeta, somos una sola carne con su tierra.
    17.- Palabra del horizonte: hombre, acércate para marcar mi identidad. Palabra del árbol: hombre, acércate para conocer mi tiempo. Palabra de los animales: para Cristo no hay lugar en la posada. Junto a nosotros nacerá sin temores. Palabra de los vegetales: los pecados han nacido desde que Caín nos sacó del jardín del Paraíso.
    18.- Hay plantas que aprendieron a vivir sin agua. Se volvieron un sol de espinas. Alrededor de ellas, la arena es un sistema planetario.
    19- Han llegado cartas- dijeron los árboles-. Los hombres las han puesto en antenas altas como ramas delgadas. Están preocupados: van a poner a funcionar una rueda que vaya tirando remedio justo en la huella en la que van volteando veneno.
    20.- El latín nació con el Imperio y fue un imperio. Nos quiso colonizar también a nosotros. Pero por sobre las ruinas de sus declinaciones, lo mismo que entre las piedras de los monumentos, nacemos pura e inocentemente, con los nombres sencillos que nos quieren dar en cada pueblo.
    21.- Si Hammurabi hubiera llevado la cuenta de los juicios penales que hacen los hombres, tendría que haber dejado la palabra sobre el hocico de los animales.
    22.- Para superar el Código persa, desde el comienzo del mundo existió la justicia de los vegetales. La humildad, origen de todas las virtudes, sólo puede ser valorada desde afuera del tiempo que miden los hombres. Y nos quedamos quietos, esperando a la noche y al sol.
    23.- Aquí están los montes, con su verde de arriba y de abajo, el único patrimonio leal a Dios, tal como fue creado. La eternidad está en ellos, no les pesa un castigo, ni una maldición, ni un reproche.
    24.- Los que pisan el planeta, sobrevivientes de un día, dándose cuenta que abajo de sus pies no hay raíces, no hay nada.
    25.- Señor hombre, que se dice pariente superior de los animales: su excremento es el único que mata el pasto, por debajo de su excremento no puede asomarse la vida. ¿No ha pensado que usted es el único extranjero de este planeta?. ¿Y se animó a escribir que tiene potestad sobre lo creado?
    (Página 11 y página 13 en primera y segunda edición respectivamente)
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