Es uno de los precios más elevados que hemos tenido que pagar los salteños para la construcción de la represa de Salto Grande. El Parque José Luis, uno de los puntos más cercanos a la central hidroeléctrica es quizás de los lugares más perjudicados en este sentido.
Nadie ignora que los vaivenes de la represa son la principal causa de que las aguas del río “se coman” cada vez más la costa y aún no sabemos hasta donde llegará esta erosión.
Pero para ser honestos, cuando se analizan estos temas hay que necesariamente poner en la balanza beneficios y perjuicios que causan estas obras.
Somos amantes de la naturaleza y seguimos pensando en el privilegio que fue conocer las cascadas de Salto Grande que dieron nombre al departamento. Una zona privilegiada sin lugar a duda en cuanto a la pesca, a la convivencia con la naturaleza toda, con la fauna y flora del lugar.
Cuando el Ing. Daniel Panario inició el desmonte de lo que habría de ser embalse y se instaló en las cercanías del ex parador Quiroga, conocido por entonces por estar en manos de la familia Galbarini Dondo, sabíamos que asistíamos a los últimos extintores de las aguas majestuosos y cantarinas.
Hoy la realidad es otra y los beneficios que aporta la central hidroeléctrica, tanto a Uruguay como a Argentina son inocultables.
El tema pasa por otro lado. Es en qué medida debemos preservar los bienes naturales. En qué medida podemos y debemos evitar daños innecesarios.
Que quede claro, fuimos, somos y seremos partidarios del aprovechamiento de los rápidos de Salto Grande y los beneficios que ha arrojado su aprovechamiento justifican la obra. La cuestión está en preservar, en explotar sin arruinar más allá de lo necesario e imprescindible o interferir lo menos posible.
El alcance de la erosión sobre las costas de Salto y Concordia (Entre Ríos, Argentina) es uno de los temas que a nuestro entender no fue estudiado en plenitud o bien el desconocimiento propio del tema hizo inevitable la realidad que hoy tenemos.
Mitigar el daño en lo más posible debe ser el objetivo a perseguir, reconocer la incidencia y lograr que los gobiernos destinen parte de las enormes ganancias que arroja la represa en la generación energética, a estudiar y en lo posible reparar este daño es lo que se debe procurar.
A.R.D.
Convivir con la naturaleza, evitando daños innecesarios
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