Y poco a poco se va terminando el año. Pero como en Uruguay todo el año es carnaval y todo el año pareciera que vivimos en campaña política, allí están las murgas ya ansiosas por salir y –esta vez más que nunca ya que el receso pandémico sirvió seguramente para acumular repertorios que ahora se desea mostrar-, y allí está también la política.
¿Son políticas las murgas? Y sí…como todo lo que ocurre en la sociedad. ¿Tienen partido o, al menos, ideología política las murgas? «No tengo pruebas pero tampoco dudas», dice el dicho popular.
En este momento, en que el fin de año está ahí nomás, la actividad política está vez más enfocada en lo que será el referéndum para derogar o mantener esos famosos 135 artículos de la LUC. Decimos «famosos» porque así han quedado de tanto nombrarlos como «los 135 artículos dela LUC», no por su contenido, del que estamos seguros que sigue habiendo en general un desconocimiento importante.

Y si hablamos del carnaval, creemos que lamentablemente ya empezó mal. Comenzaron en Montevideo las pruebas de admisión, y -aunque por la esencia de lo sucedido, no sorprende demasiado-, creemos que realmente empezó mal. Sucedió algo así como aquel jugador que de tantas ganas que tiene de entrar a la cancha, entra con una euforia tal que en la primera jugada ya «pone la plancha» en el pecho del rival. Ha sido de público conocimiento que una murga capitalina, en su repertorio, atacó groseramente al fallecido Ministro Jorge Larrañaga, tomó para una humorada la muerte de Jorge Larrañaga. Ahora van a pedir disculpas, dicen…(o quizás ya las pidieron cuando estamos escribiendo estas líneas). Pero la lectura que nos deja la situación, es que hay una soberbia tan grande en algunos «artistas populares», que se creen con derecho (siempre derechos, nunca obligaciones) ya no a atacar y combatir ideas, sino como el adversario político ha pasado a ser para ellos un enemigo, creen que su derecho llega incluso a matarlo, y si ya murió, a burlarse de que murió. Parece ser esa la consigna, ¿verdad?
Pero hablemos ahora del referéndum que se viene (tranquilos, será el próximo año, no ahora, este año nos queda todavía las elecciones del BPS, y la Navidad y el Fin de Año… ¿Respetando la prohibición de pirotecnia sonora?).
Si transcribimos nuestro pensamiento, es: Cuántas mentiras por todos lados; cuántas mentiras, hasta con alevosía muchas de ellas, que se están diciendo por estos días, de un lado y del otro, de quienes están con el Sí y de quienes están con el No.
De las que más se ha escuchado últimamente es la que dice que hay que derogar esos artículos «para que no se privatice la educación uruguaya». Estimados lectores, ¿dónde dice la LUC que se va a privatizar la Educación? En ningún lado. Pero lo hemos escuchado, usted habrá escuchado también seguramente un spot publicitario a favor del Sí, que dice textualmente: «No voy a dejar que privaticen la escuela pública a la que van mis hijos». Y eso es mentira, ni más ni menos. A esta altura de los acontecimientos, uno a veces se pregunta: ¿hay gente que cree que el pueblo es tonto, o qué? Realmente molesta cuando se subestima de esa manera al pueblo, cuando se lo traiciona así, mintiéndole, y cuando esa traición viene de muchos de los que, sin embargo, un día sí y el otro también, hablan de su lucha por y para el pueblo.
Fíjese usted, si será una falsedad lo de privatizar la Educación, que el propio Fernando Pereyra -expresidente del Pit-Cnt y actual candidato a la presidencia del Frente Amplio- tuvo que reconocer, tuvo que aceptar públicamente que la Ley de Urgente Consideración no hace ninguna referencia a esa supuesta privatización. Claro, para no dejar a su gente como tan carente de verdad, dijo: «no privatiza, pero debilita lo público». ¿Por qué entonces no decir las cosas como son? Según Pereyra, porque son cosas que decide el equipo de publicidad (como diciendo: nosotros no tenemos nada que ver). O sea, lo que quiere decir es: son decisiones que toma el publicista kirchnerista al que se le pidió ayuda para esta campaña. En fin…
Ahora bien, si ponemos el ojo en lo importante de la cuestión, en eso que Pereyra dice de «debilitar lo público», nos gustaría que lo argumentaran mejor. Porque lo que se nota por ahora es una gran contradicción en los argumentos. Vea usted que siempre se dice que cuanto más participantes tengan las mesas de diálogo, es mejor; pero ahora que una ley pretende que los sindicatos de la educación privada (sí, sindicatos) también puedan participar en las discusiones, se oponen. ¿En qué quedamos? Esto es como cuando quieren que los trabajadores estén organizados y sindicalizados, pero a la vez le hacen la guerra al sindicato policial, como si el policía fuera un extraterrestre y no un trabajador común y corriente.
Creemos, sinceramente, que lo que más molesta a los gremios en el tema Educación, es que se haya cambiado el nombre y en vez de «Consejos» (de Primaria, de Secundaria, etc.), ahora sean «Direcciones». ¿Y por qué molesta eso? ¿Porque se quedaron sin espacio desde donde mandar? ¿Porque se quedaron, por lo tanto, sin la posibilidad por ejemplo, de seguir haciendo certificados truchos? (a esto último no lo dice quien esto escribe, sino que ya fue probado). Duela a quien le duela, es así, y ante esa desesperación se apela a la mentira; se echa mano a mentiras tan groseras como decir que se pretende privatizar la educación uruguaya.
¿Vendrán bien o mal los cambios que propone la LUC en materia de Educación? No lo sabemos, pero si son cambios, no estaría mal intentar. ¿O acaso los resultados educativos de los últimos años no rompen los ojos diciéndonos que hay muchísimas cosas que cambiar? ¿O acaso las maniobras con los certificados truchos no rompen los ojos diciéndonos que alguien tiene que ponerle el cascabel al gato de una vez por todas?
¿Aumentar la participación del sector educativo privado en ámbitos de debate, particularmente en la «Comisión Coordinadora de Educación» (cuyo cometido es coordinar y emitir opinión sobre la política educativa y promover la planificación), es privatizar la Educación? De ninguna manera. No debe olvidarse que el CODICEN regula a todo el Sistema de Educación, no sólo a los centros públicos. ¿Acaso habría que dejar afuera de las discusiones salariales a los sindicatos de la educación privada? Creemos que no, pero según los sindicatos de lo público pareciera que sí.
Es increíble, como escribía alguien hace unos días, que muchos de los mismos creadores de «Educar NO LUCrar» sean los que más han lucrado mucho y educado poco últimamente. Y es una pena que lo hagan siempre a costa de los gurises, de los niños y de los jóvenes que quedan sin clases en cada paro. Y de los niños y jóvenes más pobres también, ¿sabe por qué? porque son los que, además de sin clases, se quedan en algunos casos sin su plato de comida en cada paro. De eso estaría bueno que hablaran más los sindicatos, y no de la mentira de privatización.
Contratapa por Jorge Pignataro