“Mi vocación es verdaderamente seguir a Jesús”
Celebra cincuenta años de una intensa vida religiosa, la que eligió por amor entrañable a su vocación.
Sus padres Lázaro Grilli Savio y Natividad Malvasio Garaventa fueron su primera influencia en el ejercicio de una vida piadosa y católica por excelencia.
La Hermana Marta Lucila Grilli Malvasio (72) cumple sus Bodas de Oro en un clima de dedicación por entero a los preceptos católicos.
Su crecimiento y fortificación en los Oratorios de Don Bosco, la ordenación de dos sacerdotes, de los que fue guía espiritual y el trabajo con los niños, consolidaron su cúmulo de experiencias que las comparte con orgullo y emotividad.
“NACÍ ENTRE LOS NARANJALES DE SALTO”
“Justamente el barrio donde nací no tiene nombre… una vez en un trabajo que nos hicieron hacer en la congregación a ver cómo recordábamos nuestro lugar de origen… nuestra calle…me di cuenta allí que ya llevaba varios años de religiosa y que mi procedencia era inédita (esboza una iluminada sonrisa).
Nací entre los naranjales de Salto, donde mi padre tenía una chacra pequeña con la que alimentó a su diez hijos… mis padres fueron muy piadosos” – evocó la religiosa.
La quinta paterna actualmente es la propiedad de su hermano menor, está ubicada a unos tres kilómetros del Hipódromo hacia el norte.
Una infancia apacible, donde Marta junto a sus hermanos mayores colaboraban en las tareas campestres.
“En aquel tiempo se sufrían las dificultades, pero en paz” – agregó.
“APRENDÍ UNA FORMA NUEVA DE DAR A CONOCER A JESÚS”
– ¿Su familia era muy religiosa?
– “Desde el seno materno podemos decir que bebimos la religión… recuerdo que lo último que se hacía en la noche era rezar el rosario en familia.
Papá nunca nos rezongaba en el correr del día… era mamá la que llevaba la rienda de la conducta de los hijos.
Pero sí en el rosario cuando hacíamos alguna travesura, papá muy serio nos decía “mmmm…” esa era su reprensión.
Íbamos a la Capilla San Roque, que está cerca del Hipódromo… allí hice la catequesis con Julia Rossi… cuando tomé la Comunión tenía ocho años.
Cruzábamos chacras y alambrados para llegar.
No recuerdo bien cuanto tiempo fui a la catequesis…creo que unos meses.
No obstante soy muy exigente cuando doy a los niños… me di cuenta que es algo que depende del corazón de cada uno de los oyentes.
Últimamente he estado dando catequesis en la Capilla San Miguel del Daymán… y encontré allí que la catequista Claudia es muy amplia.
Aprendí una forma nueva, de dar a conocer a Jesús; no tan estricta siguiendo un reglamento o un libro, sino ir hablándole lo esencial, de la vida…
Hay formas más vivenciales y es mucho más lindo…desde el corazón”.
Solía ir con su padre y hermanos mayores en sulky hasta la capilla, turnándose con una de sus hermanas.
– ¿Y cuándo se hace fuerte su vocación por la vida religiosa?
– “Luego de mi primera comunión me confirmó Monseñor Viola.
De niña no me percaté claramente… crecía como una buena cristiana.
Cuando tenía catorce años me tocó acompañar a mi abuela que vivía en la ciudad, a dos cuadras de la hoy Parroquia Santa Cruz.
A mis otras primas les costaba quedarse con la abuela, sobre todo de noche, pues les gustaba pasear por la ciudad, cuestión que yo no apetecía….entonces mi abuela prefirió mi compañía.
Comencé a sentir deseos de ir todos los días a misa todas las mañanas.
A las siete en invierno aún estaba muy oscuro y me abuela me lo prohibía.
Me amenazó varias veces con decirle a mi papá.
Hasta que un día hablaron… yo me guarecí detrás de él con un susto… rezando.
Y papá le contestó a mi abuela: Y bueno, doña María… si es para ir a misa… déjela.
En ese instante experimenté un gran gozo”.
El paso trascendental de su vocación lo dio más adelante. Fue anteriormente invitada por cuatro congregaciones, para ser religiosa.
A todas les bajaba los ojos y no les contestaba… amaba mucho a Jesús, pero no había pensado en alejarse de su familia.
“Hoy cuando tengo ganas de expandirme un poco suelo irme a campaña a la casa de mis hermanos” – enfatizó.
Trajo alusión que recientemente realizó un retiro en el convento de los Monjes Benedictinos en el Monasterio de la Paz.
Su padre año por medio hacía retiros con los Sacerdotes de Cristo Rey; hizo como 25 retiros.
Dos de sus hermanas estaban pupilas con las Hermanas Salesianas y semanalmente Marta iba a buscar la ropa de ellas para lavar.
“Las Hermanas comenzaban a desfilar frente a mí”.
Más adelante le dijo a su madre que se iría con las Hermanas del Buen Pastor, que la habían invitado.
Y su madre suspiró hondo y le dijo: “No Marta… yo quiero que te vayas con Don Bosco… yo lo quiero mucho.
Así fue que a pedido de su madre se fue con las Hermanas Salesianas.
Comprendió en su edad adulta que su vocación era seguir a Jesús y responder a su llamado.
Vio que en el misterio de la vida se agrupan todas las ideas, pero la comprensión espiritual va mucho más allá.
– ¿Qué recuerda del día de su voto perpetuo?
– “Un gran gozo… sé que me costó mucho llegar hasta los votos que son para siempre. No porque no me gustara la vida religiosa, pues me encantaba.
Fue muy apasionante; fue un triunfo… Jesús y la Virgen triunfaron con lo que ellos querían para mí.
“El que quiere venir en pos de mí, tome su cruz y sígame” – Con nostalgia recuerda cuando se subió a la azotea del colegio de Colón, e intentó mirar hacia el noroeste para ver si veía los eucaliptos de la morada paterna.
Creciendo en los Oratorios
(Obras de barrio)
– Cuéntenos de los momentos más significativos de estos cincuenta años de actividad como religiosa
– “Lo que más me marcó la vida fue cuando me pusieron a trabajar en los tradicionales oratorios fundados por Don Bosco…
Otro fue el conocer la Casa de Mornés, donde se educaron las primeras religiosas de Don Bosco – tuvo la dicha de visitar hace tres años atrás; también Roma y todos los pueblitos de Don Bosco.
Allí parece que el terreno que uno pisa está todo bendito (se emociona hasta las lágrimas).
También he tenido otras renovaciones…
Providencialmente, comienzo a trabajar con los niños… Don Bosco decía que en los juegos y las diversiones, los niños se muestran tal cual son…
No se necesitaban arduos estudios, sino un gran corazón.
Uno se forja en el trabajo y de esa manera crece… tengo el honor y orgullo de haber recibido el comentario de otras hermanas que me dicen: Eres la hermana más apostólica de la Provincia.”
Trabajó en el Pueblo de Abayubá (límite de Montevideo con la Paz)… estuvo allí diez años que los define como “años de oro”.
Formó animadores jóvenes voluntarios, siempre impulsando a los más tímidos y muchos de ellos son muy valiosos en la Iglesia.
Adrián García (Paso de los Toros) y Hugo Espinosa (Juan Lacaze) fueron dos jóvenes que se ordenaron sacerdotes merced a la orientación y el apoyo incondicional que les brindó la Hermana Marta quien recibió con esto un hermoso regalo de Dios.
La religiosa salteña celebra entonces sus Bodas de Oro con dos hijos sacerdotes, hijos del alma.
“Esas dos vidas fueron para mí como religiosa un sentir de que Jesús me ama profundamente” expresó convencida la Hermana Marta.
Hoy por: María Fernanda Ferreira