Nació en la ciudad, pero su familia, gente de campo, lo instó a pasar sus vacaciones en el medio rural, luego de culminar sus estudios cada año.
A medida que pasó el tiempo fue compenetrándose cada vez más con las tareas del campo, actividades que aprendió a querer y hoy forman parte importante de su realidad y modo de vida.
Si bien tiene su trabajo principal constituido en la ciudad, sabe como planificar su tiempo para seguir de cerca sus compromisos rurales
Sus padres Telmo y Silvia siempre lo impulsaron en las actividades campestres, paralelamente a la formación estudiantil.
Matías en este ¡Soy Joven! nos da un pantallazo de las costumbres rurales y la belleza de una vida natural y sana donde hace falta que las tradiciones se sigan perpetuando de generación en generación, para que nada de esto que nos identifica, se pierda.
-¿Cómo es la vida en el campo desde que amanece?
– “Siempre se sigue una rutina que comienza al aclarar el día… luego de levantarse se come, tomamos mate e iniciamos una recorrida habitual de todos los días.
Si hay novedades (sucesos imprevistos) se actúa…por ejemplo si hay vacas u ovejas trancadas en los corrales o en algún lugar, se las debe asistir.
-¿Recuerda algún suceso
en particular?
-“Cuando juntaba ganado con mi padre… se me viene a la mente la época en que le temía a los caballos…era muy chico, entonces no me animaba a montar.
Hacía el recorrido para el conteo de los animales a pie o a la grupa del mismo caballo de papá.
Como a los ocho años ya me hice baqueano montando los equinos mansos. Los animales se dan cuenta si les tenemos miedo y se asustan.
Hay que saber colocar la cincha y las riendas deben ir parejas, ni muy cortas ni muy largas”.
LA EMPATÍA ENTRE EL
HOMBRE Y LOS ANIMALES
-¿Cuánto tiempo
lleva dominar al animal?
-“No demasiado tiempo… hay que establecer una conexión con mucha paciencia… mucho tiene que ver el trato… los animales son muy inteligentes y pulsean a las personas.
Recuerdo a una yegua que fue comprada en liquidación…estaba acostumbrada a andar en un campo grande, entre mucha gente.
Había que hacerle dar una vuelta antes de ensillarla…
Recuerdo que con un primo no se llevaba y siempre saltaba hasta que él se bajara.
Aunque es bien campero, se subía con ciertos miedos.
Compré esa yegua porque era aporreadita (viejita) pero un buen animal. El bicho de a poco se fue acostumbrando y empezó a tener buen trote”.
LOS BAILES DE CAMPAÑA
-Ciertamente se deben tener muchas historias entre la gente de campo… la belleza de lo natural y la tranquilidad…
-“Es verdad, allí la vida es tranquila pero a veces se complica un poco… puede que, de a ratos se torne un poco monótona.
Lamentablemente han mermado los bailes de campaña porque los locales no cuentan con salida de emergencia… allá cada tanto se organiza algo y lo lindo es que se junta toda la familia y cuando los vecinos pueden conversar y ponerse al día”.
Matías Fontoura debe cuidar de los campos que arrienda su padre en Cerro Chato, Sopas, Cololó y Levitán… este último queda bastante lejos y el camino es feo… aislado de todo.
Está a 25 kilómetros de un zanjón.
Para mantener a los animales en grupo se acostumbra a colocar sal cerca de los corrales, para atraer a los bichos.
Refiriéndose a una anécdota, Matías recordó. “Una vez veníamos con los animales desde Cololó a Cerro Chato y sentimos que uno de ellos rodó y cayó más adelante… lo picó una víbora y allí mismo se murió… era un ternero… troteó, se pegó una revolcada y allí se quedó”.
-¿De qué otras actividades
campestres le gusta participar?
-“Me gusta la jineteada, aunque nunca me he dedicado a ello… tengo amigos que son muy buenos… por lo general se van haciendo solos.
Hay muchos que aguantan bien… los vacunos son más fáciles de montar.
Se les pone un ramplón de cuero (un tiento que va colocado detrás de las paletas) y se lo ciñe y hay que salir siempre hacia adelante para evitar alguna coz furtiva.
Matías en la actualidad trabaja en una empresa de construcción y se dedica a la instalación de bombas y paralelamente sigue de cerca las actividades de los campos arrendados por su padre.
Reconoce que de alguna forma hoy se están perdiendo ciertas tradiciones…”no es campero alguien que se sube a un caballo y desfila en las fechas patrias, ser de campo implica muchas otras cosas… ni siquiera yo me considero un campero genuino pues hay tareas que hago pero no de la forma que los hacen los experimentados.
Para nuestro entrevistado el campo es un lugar al que tiene necesidad de volver siempre y estar pendiente de todo.
¿Cómo se proyecta
para algunos años
más adelante?
-“Por razones de trabajo el campo es una segunda opción, porque lo que felizmente lo que hago me es más reedituable… pero claro… siempre enganchado al campo”
-¿Y el ser joven le da el impulso necesario para seguir en esto?
-“Creo que va de la mano de las oportunidades… a veces decimos
… total, soy joven… pero no podemos descuidarnos, porque el momento para aprovechar es ahora”.
María Fernanda Ferreira