Para salir de la temática del Coronavirus que permanece como preocupación y noticia en la vida diaria y también en los medios de comunicación, desde hace más de dos meses, este domingo abordaremos un tema diferente, el de trabajar a la par, con permanencia en el tiempo, el trabajo codo a codo, entre socios, hermanos, padres e hijos, familias, parejas.
Cada uno de ellos cuenta su experiencia, los logros, fracasos, éxitos y alegrías.
Codo a codo, una forma de concretar proyectos, perseguir sueños y afrontar realidades a lo largo del tiempo.
«Siempre hay queponerle ganas, ponerle voluntad al trabajo», dice el joven Mohammed Alshebli
Familia siria abrió verdulería en el Cerro.
Hace casi dos semanas, concretamente el pasado lunes 11, la familia procedente de Siria que vive en la Colonia Osimani y Llerena de nuestro departamento desde el año 2016 (llegaron a Montevideo en 2014) abrió una verdulería: se llama «Aram Damasco» (nombre de un mercado mayorista de Siria) y está ubicada en el corazón mismo del barrio Baltasar Brum, calle Julio Delgado 873, entre Charrúa y 6 de Abril. Hasta allí llegó EL PUEBLO días pasados para conocer sobre este emprendimiento a cuyo frente se encuentra principalmente el joven Mohammed Alshebli, de 20 años de edad, aunque colaboran en el trabajo otros integrantes de la familia.
Al momento de la visita, una tardecita lluviosa y fría, la llegada de clientes era sin embargo permanente. Mohammed estaba acompañado de su hermano Ibrahim y dos amigos.
«Gracias a Dios estamos trabajando bien, nos está yendo bien», dice Mohammed exhibiendo gran simpatía y cordialidad. Entiende que la clave para mantener un emprendimiento en pie aunque la situación económica no sea la mejor es que «siempre hay que ponerle ganas, ponerle voluntad al trabajo, eso es lo que tenemos; siempre fuimos de ir para adelante y si algo no sirve o no funciona se busca otra cosa, porque de los errores se aprende». Clientes que llegaban en momentos en que EL PUEBLO realizaba esta nota quisieron aportar que «ellos son muy buenos en los negocios, saben convencer, uno llega a comprar un quilo de algo y se lleva tres, además porque saben armar muy buenas ofertas».
El local (donde el verdadero protagonismo lo tienen las frutas y verduras, sin que otros productos ni artículos de ornamento distraigan la atención) está literalmente rodeado de otros comercios del mismo rubro: al lado, en la esquina, en la vereda de enfrente. Sin embargo, entiende el joven sirio que «eso es bueno, mejor que haya esta competencia, porque así se atrae a más gente a este lugar y la cuadra tiene más movimiento». Y narra que «nosotros somos una familia de dieciséis personas, tengo dos hermanos en Montevideo y uno en Siria, así que acá en Salto estamos trece, mis padres y once hermanos. Trabajamos en la chacra que tenemos en la Colonia Osimani y Llerena (de 37 hectáreas y otorgada en su momento por el Instituto Nacional de Colonización), además tengo un puesto en el Mercado Regional y un puesto de venta en la feria de los domingos (en Plaza de Deportes)». Consultado sobre cómo surge la idea de instalar un comercio en la ciudad, explica que «nosotros cosechamos en la chacra, llevamos para vender en la feria, donde trabajamos desde hace unos dos años, además vendemos a través de Facebook, y la mercadería que nos sobra, aunque no es mucho porque se vende bien en la feria, la pensamos traer para vender acá, no la vamos a tirar; necesitábamos un lugar donde vender eso que no se vende en la feria. Lo que se ve acá es lo que cosechamos todos los días: cebolla, rúcula, espinaca, y también compramos para revender algunas cosas, como bananas o kiwis».
La familia no se dedica únicamente a la tierra sino que, además, elabora algunos productos artesanales que luego también comercializa. «Por ejemplo algunos días vendemos dulce árabe, que es algo parecido al dulce de leche pero se hace con leche de cabra y es muy rico, a la gente le gusta mucho», explica.
Una de las cosas que más ha sorprendido a Mohammed al momento de tratar con los clientes salteños «es que muchos vienen y piden un tomate o una cebolla, y está bien, porque compran para el día, pero nosotros estamos acostumbrados a manejarnos siempre por cantidades grandes, es parte de la cultura nuestra comprar por quilos aunque sea para una sola persona».
Si bien la familia, en líneas generales, ha logrado adaptarse a la vida en nuestro entorno y logra algo fundamental como lo es vivir de su trabajo, Mohammed es enfático al expresar que «al contrario de lo que muchas veces se dice y la gente cree, nosotros hace tres años que no recibimos ninguna ayuda económica del Estado. Al comienzo nos daban 20.000 pesos por mes, que para una familia tan grande no es nada, pero era algo, y nos decían que era una ayuda que iba durar cinco años, pero eso a los dos años se cortó, así que me gustaría aclarar bien que hoy no recibimos nada, salvo lo que recibe cualquier uruguayo, como por ejemplo la asignación por mi hermano que va a la escuela».
Daniel y Valeria llevan más de 20 años trabajando en los medios de comunicación
El complemento es parte del secreto
Valeria Giovanoni y Daniel Caiazzo se conocen hace casi 30 años, casi el mismo tiempo hace que trabajan juntos, que se han casado y han formado su familia. Han trabajado siempre en los medios de comunicación, incursionando en diversas áreas e innovando en varias.
Se conocieron en el año 1992 cuando Valeria trabajaba en un video, y Daniel iniciaba su labor en un medio de comunicación primero como repartidor de diarios, posteriormente comenzó a realizar notas para este diario. «Después empezó todo el imperio periodístico – en una buena palabra- planteado por el querido Walter Martínez, se abrió el cable, la radio y ahí empezamos a trabajar juntos», recordó a EL PUEBLO Caiazzo. Cada uno tenía diferentes tareas; él en el micrófono y ella en la producción (lugar que siempre ha ocupado).
Valeria contó que ella, siempre ha estado «detrás del trabajo de él», explicando que por ejemplo cuando hacían periodismo deportivo, su tarea era colaborar para que su trabajo le fuera más fácil, preparando el material, chequeando algunos datos y también acompañándolo en las previas del fútbol que «eran interminables en Radio Arapey». «Siempre fui compañera como ahora, pero detrás, en la parte de producción, y agregado luego a la producción, la parte comercial con la venta de publicidad para lo que hacíamos en este caso para papá (Luis «Russo» Giovanoni) en Radio Arapey».
Con el correr de los años y por diversas circunstancias, «nos tuvimos que largar solos y hacer nuestro emprendimiento», indicó Valeria. Fue en el año 2002 en plena crisis «cuando todos cerraban empresas, nosotros abrimos, sin un peso, armamos un equipo deportivo, solos los dos, toda la producción era nuestra», recordaron.
Para Daniel este emprendimiento fue «algo increíble, único en la historia, con lo mejor que había de profesionales». Destacó que en esta oportunidad incursionaron “en una aventura que, muchos trataron de imitar pero no se logró, que fue transmitir por primera vez los partidos desde una AM (Turística) por la emisión de una FM (Mundo 107.9), es decir que transmitíamos por los dos canales adelantándonos a lo que veíamos venir, cuando los celulares empezaban a proponer las radios FM por celular, apostamos a eso, y nos fue realmente muy bien, fue una experiencia increíble». Esa, agregó, «fue la primera vez que nos largamos solos».
También fueron incursionando por separado en otras áreas, como por ejemplo el carnaval. «Si bien habíamos trabajado juntos porque Daniel transmitía el carnaval para Radio Arapey y en ese momento se me ocurrió formar una página de carnaval, transmitíamos en vivo los espectáculos del Parque Harriague desde Facebook, fuimos los primeros en hacer eso».
«Siempre metimos mucho pulmón en el trabajo, somos muy resilientes los dos, estamos acostumbrados a guerrear, salir, trabajar, marcar nuestro estilo y tratar de ser honestos con nuestro trabajo, lo cual es parte de este éxito». Valeria se refirió de esta forma al respeto que reciben, en su caso «no por ser hija de, o nieta de, sino por tener su forma de pensar e ir distinto en la vida “que me ha diferenciado del resto». En el caso de Daniel, «ha marcado su propio perfil a lo largo de todos estos años y creo que eso ha sido parte del secreto, el complementarnos, porque él tiene esa forma de trabajar que a veces se guía por el instinto periodístico, algo que los jóvenes hoy están en comunicación no lo tienen en cuenta, por ejemplo si te equivocas pedir disculpas, de ser honesto, frontal en el momento de la entrevista, mientras que por mi parte soy más cuidadosa, me gusta informarme, ser responsable cuando doy una información, me gusta leer mucho, lo que me lleva a sentirme responsable de la información que doy; eso es parte de esto, del trabajo que hacemos juntos y es lo que se ve”. Por otra parte el hecho de trabajar juntos, «trae dolores de cabeza, porque el trabajo se hace en casa, somos pareja y la mayoría de las veces, las discusiones de trabajo pasan a lo personal porque es muy difícil separar esa frontera de estar opinando o criticando el trabajo del otro y eso te trae algunos problemas».
Daniel añadió que en sus vidas, las 24 horas están hablando de noticias. «Por suerte en estos tiempos son varios productos y muy distintos los que se ofrecen, y nos lleva a que estemos casi todo el día hablando de trabajo; un programa de radio formato diario, que se ha impuesto, que sale muy temprano y nos obliga a madrugar y producirlo, ahora con una tira diaria en la televisión de lunes a viernes que es distinto a lo que ofrecemos en la radio, el producto de los viernes que es el rinconcito en el que sigo estando solo por ahora (se ríen), pero es donde trato de plantear mi perfil periodístico a la hora de preguntar, y el portal que es totalmente distinto a los otros tres».
De esta forma, «nos lleva a la que la mayoría de las horas del día entre una cosa y otra estemos hablando de trabajo, sobre qué vamos a preparar, qué vamos a ofrecer, tratando de no competir, yo no tomo el periodismo como competencia sino como superación y siempre buscamos superarnos; que el programa de ayer sea más feo que el de hoy, eso nos exige, nos obliga, nos compromete”.
Lo bueno es cuando salen a la calle, “la gente no nos habla de trabajo sino desde el afecto y está buenísimo, yo lo disfruto muchísimo, quizás es la edad, vamos a ser abuelos, pero hoy lo disfruto”, recalacó. Valeria añadió que son muy diferentes, Daniel viene con una carrera de más de 30 años en el periodismo, y ella no se considera periodista, “me doy cuenta que hay actitudes o cualidades que debe tener un periodista que yo no la tengo, sí me preocupo por mejorar y creo que en esto de estar juntos y trabajar juntos, tiene que ver con eso”.
Más allá del lugar que han ocupado a lo largo de estos años, “siempre nos ha caracterizado el ir contra la corriente, si nos tuviéramos que definir, sería auténticos y honestos en nuestra forma de trabajar, pero que no se ofendan nuestros compañeros/as, me refiero a la honestidad basada en decir lo que creemos, lo que para nosotros es verdad, y eso nos ha caracterizado”, explicó Valeria.
«Algunos dirán estos locos que siempre van para allá cuando todos van para otro lado, bueno; somos así, somos consecuentes con lo que pensamos y eso forma parte de lo que somos como pareja trabajando».
Daniel reafirmó que ser honesto es una de sus principales características, «ser honesto, si meto la pata pido perdón y si no me la banco a morir, eso es lo que me enseñaron viejos periodistas que por fortuna pertenecen a la leyenda de diario EL PUEBLO.
Hoy no sólo los dos forman parte de su equipo, sino que toda la familia está entorno a ello; ya no son dos sino cinco que siempre están aportando noticias o ideas a los productos que ofrecen.
Ambos reflexionaron que comparten la idea de que “no nos interesa tener fortuna, nos interesa hacer bien nuestro trabajo, con honestidad”.
«Lo que hace posible la vigencia es el compromiso con la profesión y
con el cliente; la constancia, la permanente formación y actualización»
Dr. César Signorelli – Estudio Signorelli – Altamiranda
En diálogo con EL PUEBLO, el Dr. César Signorelli, abogado y docente de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Facultad de Derecho de la UDELAR, nos contó sus inicios en la profesión junto a su esposa y socia la Dra. Esc. Alejandra Altamiranda, lo arduo de mantenerse vigente en el medio y, el orgullo de que uno de sus hijos se haya incorporado al estudio profesional.
¿Desde hace cuánto tiempo el Estudio Signorelli -Altamiranda desarrolla su actividad en el asesoramiento jurídico?
Desde el año 2002. Nos recibimos con mi esposa, la Dra. Alejandra Altamiranda (ahora también Escribana) en el año 1994. Trabajábamos en otro estudio y luego, en plena crisis, nos mudamos y emprendimos en nuestro propio Estudio.
Ese mismo año nació nuestro hijo Gastón, el que se recibiera de abogado hace poco más de un año y se incorporó a trabajar con nosotros.
¿Cómo catalogaría los inicios?
Difíciles, muy difíciles. Pero trabajando y respondiendo a los clientes se sale adelante. Como le mencionara, durante 8 años trabajamos en otro lugar, con lo que debimos reiniciar nuestra actividad, ahora al frente.
Recordará usted que, en ese año, nuestro país atravesó una crisis económica muy importante, la última más grande, además, de la que entiendo estamos iniciando.
En esos años teníamos hijos pequeños pero, con mucho esfuerzo, fuimos sacando las cosas adelante.
En esa época el aspecto económico era el gran condicionamiento para el desarrollo, pero en las crisis surgen las oportunidades. Yo me desempeñaba como Asesor en la Oficina de Trabajo de Salto, a fin de ese año en que nos mudamos, dejé ese trabajo y, en el 2003, comencé a viajar a Montevideo, a trabajar como Asesor del Secretario y posteriormente Ministro del Interior, el Dr. Daniel Borrelli, y, coincidentemente, inicié el pos grado en Derecho del Trabajo, materia de la que soy docente desde el mismo año en que me recibiera. A eso se sumó que también comenzáramos a tomar asuntos y clientes en Montevideo, con lo que los viajes se intensificaron y la permanencia en la Capital se extendió más días de la semana.
Luego continué ligado al Ministerio del Interior a través de un Proyecto de Reformulación de los Recursos Humanos de esa Cartera, en el año 2005 y siguientes, que fue una iniciativa personal que contó con el apoyo del Instituto del Derecho del Trabajo de la Facultad de Derecho. Posteriormente, trabajé en al Área Sindical del Ministerio, a propuesta del Sub Secretario, el Dr. Juan Faroppa, y a su vez debí hacerme cargo de la Oficina de Migración de Salto, donde trabajé desde los 18 años con las interrupciones que le mencionara trabajando en otras Oficinas.
Alejandra (mi esposa y socia en el Estudio), debió cubrir una buena parte del trabajo, dado que yo estaba menos días en Salto, haciéndose cargo, además, de los temas familiares y los niños (Gastón y Agustina). Me interesa destacar este aspecto. Recientemente habíamos construido nuestra casa, con lo que se sumaron varios factores que hicieron que debiéramos redoblar esfuerzos. Creo firmemente que, eso, generó un sentido del trabajo, el sacrificio y la responsabilidad que ha sido de gran ayuda.
Hoy en día se sumó al estudio profesional un hijo, como bien lo mencionó, ¿la nueva generación se abre camino?
Así es. Para nosotros es una enorme alegría y, obviamente, un indisimulable orgullo. Se está adaptando a las exigencias del trabajo y, sobre todo, de las presiones que implican esta profesión. Obviamente se perciben las diferencias generacionales, lo que implica un esfuerzo de permanente adaptación y aceptación de diferencias generacionales, pero, a la postre, entiendo que va a fortalecer los vínculos y, sobre todo, le va a agregar a nuestros servicios una mirada diferente, tal vez necesaria.
Siempre apostamos a ejercer la profesión de la forma más responsable posible, en permanente formación, estudiando y capacitándonos. Ello demanda un esfuerzo inicial, pero luego, se incorpora a la vida misma del profesional. La formación entonces pasa a ser un aspecto inseparable del profesional. En ese sentido, veo que los integrantes más jóvenes de nuestro Estudio están teniendo en cuenta el tema y participan de varias actividades de formación. Espero que Gastón algún día tome la decisión de incorporarse a la carrera docente en la materia que elija, pero esas son decisiones personales (creo que también profesionales) que cada sujeto toma.
En mí caso, la calidad de docente universitario me ha marcado en lo profesional y me ha vinculado al mundo académico, lo que ha resultado extremadamente provechoso, tanto profesional como personalmente.
¿Cuesta la permanencia en el tiempo?
Sí, cuesta más que llegar. Uno nunca puede medir a dónde ha llegado, siquiera si ha llegado a algo, pero, claramente mantenerse resulta mucho más complejo y difícil.
Creo que lo único que hace posible eso es la constancia en el trabajo pero, sobre todo, la permanente formación y actualización. A eso hay que agregarle el compromiso con la profesión y con el cliente. Este último, en definitiva, en tanto beneficiado o perjudicado con nuestros aciertos o errores, es el dueño de nuestro trabajo.
El derecho está en permanente transformación, las novedades y cambios se producen casi que a diario y la única forma de estar actualizado es estudiando. La labor docente, el ámbito académico, oficia de excelente marco en ese sentido.
Ahora estamos cursando un momento bisagra, el mundo lo está cursando con el COVID-19. Más allá de todos los aspectos negativos que el tema conlleva, en nuestro caso ha operado favorablemente en cuanto a generación de nuevas oportunidades. Esto tiene una explicación bastante sencilla, la demanda de servicios jurídicos ha cambiado, acompañando esos cambios las oportunidades se presentan naturalmente. Esto lógicamente no implica que no estemos pasando momentos difíciles en todos los planos, habrá que ver qué pasa en el futuro inmediato. No es momento de plantearse una expansión, hay que ser muy cautelosos, comprender la problemática actual y planificar el futuro que claramente va a ser distinto. La gente está atravesando problemas y estos tienden a agudizarse, es momento de acompañar, ayudar y apoyar en las posibles soluciones. En estos momentos resulta básico el servicio de asesoramiento, muy por encima del mero litigio.
De padres a hijos, la historia de Librería Ariel
Con Oscar Martínez
La histórica Librería Ariel (antes «Rodó»), ubicada en calle Uruguay 886 casi Treinta y Tres, que durante casi 50 años estuvo a cargo de Oscar «Pelón» Martínez, quien recientemente pasó a gozar de su merecido retiro jubilatorio, dejando a su hija Ana a cargo del negocio familiar que viene ya de la mano de su padre cuando en Durazno también tenía una librería.
«Mi padre –comenzó recordando-, Oscar Martínez, hace 72 años dio un concurso de Matemáticas y tenía para elegir acá, Paysandú y no recuerdo dónde más y vino a dar a Salto. Mi padre tenía una librería allá, chiquita, en un costado del liceo, les enseñaba matemáticas a los gurises, pero cuando concursó se vino para Salto, y a los pocos años de estar acá, con otros profesores abrieron la Librería Rodó…»
– ¿Qué luego pasó a ser «Ariel»?
– Seguro. Te explico, mis hermanos estudiaron y cuando los dos se recibieran, la librería quedaba para mí porque yo era el que trabajaba con ellos. Mi mamá, que era maestra, recién vino a Salto al año, cuando consiguió el traslado. Aquella librería comenzó con tres socios, que eran profesores, Sena, que también era profesor de Matemática, Iribarne y papá. Sena se fue enseguida porque no le gustaba atender al público.
– ¿Siempre fue acá?
– No, se empezó a veinte metros del liceo, al lado de Arreseigor, donde ahora hay un local de comida por calle Brasil, esos dos saloncitos eran la librería.
– ¿Hace cuánto que están en este local en calle Uruguay?
– Acá estamos desde el 71, que ahí comenzó a llamarse Ariel. Quedé a cargo con 18 años, porque me peleé con mi padre porque yo quería hacer una cosa y él otra entonces se fue y me dejó la librería. Ahí se me complicó, pero sobrevivimos, era otra época.
– ¿Y cómo ha sido «sobrevivir» tanto tiempo con esta librería?
– Hubo años buenos. Los peores años fue cuando vinimos, que fue el único año que hubo aquello de las deudas que tenías con el Estado, porque venía mal la situación. Y en el 73 dieron plazo para pagar, había grandes colas, yo estuve anotado en todas, y ahí nos pusimos al día. Después empezó Salto Grande, por el 74 o 75, ahí se trabajó muy bien varios años. En el 82 se rompió la tablita, luego vino aquello del 2000 al 2002 que fue tremendo.
– Este comercio ha sido de su padre a usted, y ahora es de usted a su hija, ¿cómo ha sido ese tránsito de la familia al frente de la librería?
– El mío con mi padre ya te conté. Mi madre, María Consuelo Noriega, se quedó y me ayudaba, la librería estaba a nombre de ella…
– ¿Cómo se «sobrevive» a este tiempo de crisis sanitaria y económica?
– En lo que te voy a decir nada tiene que ver la política, pero yo le comentaba a amigos que para mí el Frente iba a perder porque teníamos una crisis bastante complicada. Ya el año pasado fue malo, nosotros trabajamos muy mal, la verdad es que hemos sobrevivido porque no pagamos alquiler por ser propietarios. La parte económica siempre termina influyendo más que la parte de los ideales en la gente, a veces el que termina votando es el bolsillo, si estás mal, cambiás. Y ahora con esto, más todavía. Nosotros veníamos ahí, pero la vamos sobrellevando con dificultades. Yo ahora me jubilé, mi hija Ana es la que quedó al frente de la librería…
– ¿Y es de consultarlo, pedirle consejo cuando hay que tomar alguna decisión sobre la librería?
– Generalmente no (risas), no he querido que le pase lo que me pasó a mí cuando mi padre se fue. Estamos haciendo una especie de lenta transición. Ella maneja toda la parte de computación, que yo soy un desastre. Lo único que falta es que ella comience a comprar de nuevo. Tantos años vendiendo, pero tenemos una competencia fuerte, pero bueno, hay que sobrevivir. No sabemos lo que irá a pasar, porque esto de la pandemia nos cambió todo el panorama. Por ejemplo, la venta mayor que tenemos en el año son marzo y abril…
– Pero quizás ahora con la vuelta a clase cambie la situación y se reactiva la venta.
– Pero no sabemos, porque viste que arranca en alguna parte después del 15 de junio. Me cambiaron la agenda, me descolocaron, porque aparte ahora como que nos faltan algunas cosas y no sabés si comprar o no. Tratás que no te falte lo principal, pero no creo que esto sea un arranque de clases. Uno venía preparado, febrero ha sido siempre un mes importantísimo, la gente empezaba a comprar, pero hace dos años bajó la venta, y este año no se vendió nada. Es febrero que nos va mostrando el año que tendremos cuando la gente tenía plata y andaba bien. Se siente la falta de trabajo.
Casadicha: «hay que esforzarse, ser consecuente
y aprender todos los días», sostiene Fernando Cesio
También EL PUEBLO llegó hasta Casadicha (comercio enclavado en una de las esquinas más transitadas de la Zona Este) para interiorizarse de la realidad de una empresa ya tradicional de nuestro medio. Están al frente de ella los hermanos Fernando y César Cesio. Fernando comenzó el diálogo contando: «Casadicha nace hace 19 años, el 1° de noviembre 2002, a consecuencia de una situación económica conocida por todos. En ese momento una situación familiar nos llevó a que nosotros, que trabajábamos con mi padre, tuviéramos que empezar nuevamente. Nos manejamos en el rubro mueblería: muebles, colchones, sommiers. Siempre hemos trabajado en ese rubro, lo hemos ido potenciando con el tiempo y en el camino hemos ido aprendiendo de acuerdo a las diferentes circunstancias que ha vivido el país en estos 19 o 20 años. El perfil de nuestra mercadería es medio hacia arriba, tratamos de darle al cliente la mejor atención y la mejor satisfacción en lo que le proveemos; desde el primer día trabajamos de esa forma. Mi hermano y yo somos los integrantes fundadores y que continuamos hasta ahora al frente».
-¿Cómo fueron esos inicios hasta llegar aquí?
Casadicha nació en el local de Gutiérrez Ruiz 56, empezamos alquilando el pequeño salón de abajo, donde ahora hay una distribuidora de gas, y a los 4 o 5 años el propietario nos propuso un local que está anexo, ahí agregamos esa otra parte y fuimos creciendo de a poquito, hasta que en el año 2015 decidimos trasladarnos al local de Agraciada y 1° de Mayo, propiedad de nosotros, donde estamos desde el 15 de octubre de 2015 con una nueva firma. La primera etapa fue una firma unipersonal y en esta segunda etapa creamos una S.R.L. con mi hermano, en la que actualmente estamos trabajando.
-¿Hay alguna clave para lograr mantenerse en el tiempo?
Creo que no hay una fórmula para poder decir que es eso lo que te lleva a mantenerte en el tiempo. Hay sí dos o tres cosas puntuales que gracias a Dios nos han caracterizado a mi hermano y a mí. Primero que nada tener un objetivo idéntico, los dos perseguimos el mismo objetivo, los dos tenemos la misma predisposición para el trabajo, los dos sabemos que para salir adelante hay que esforzarse, ser consecuente, y aprender todos los días, porque se aprende todos los días de una situación nueva. Sinsabores por supuesto que hay, pero hay que rebelarse frente a ellos y tener claro que el objetivo es ese sueño que perseguimos durante muchos años y que lo plasmamos desde 2002. Codo a codo meterle todos los días y tratar de mantener el capital más importante de un comercio, que es el cliente. De nada sirve tener un comercio lleno de mercadería si no tenés quien te compre. Entonces, si bien es cierto eso que el cliente siempre tiene razón, hay que tomarlo entre comillas, pero sí al cliente hay que darle la preferencia a la hora de atenderlo, de satisfacerlo, y si algo no podemos, decirle con total claridad que no tenemos y evacuarlo hacia algún otro colega que pueda tener lo que está buscando. Ese perfil de transparencia en la gente es lo que nos ha llevado a tener la consecuencia en el tiempo. Siempre le explicamos a la gente claramente qué lleva, qué producto tiene en sus manos. Eso ha sido un acierto. Y también, como te decía al principio, el mantener un perfil medio hacia arriba en la mercadería, así como dar respuesta permanente cuando el cliente tiene un problema. Y por supuesto ser claro a la hora de vender; explicar cuándo un producto tiene garantía, qué tipo de garantía es, o si no la tiene.
-Si hablamos del momento actual, ¿ha afectado al comercio de ustedes esta emergencia sanitaria y social?
Y afecta sí, evidentemente. Creo que no debe haber ninguna actividad que no esté afectada por esta situación sanitaria, que lo que hace es que afloren problemas que de repente estaban encubiertos o se estaban sobrellevando, que no son de ahora, y que ahora se hacen sentir. Diría que Salto tiene una situación difícil desde hace unos cuatro o cinco años. Estaba nublada y ahora salió a luz. Habrá que esperar que pase esta situación, habrá que empezar de nuevo en unas cuantas actividades, renovar el espíritu de trabajo con expectativas más chicas, creo que hay que tener expectativas a menor plazo, ir en el día a día o semana a semana, y llegará un momento en que las cosas van a mejorar indudablemente. Los pronósticos a futuro me parece que son buenos, pero el tema es el tiempo, es cuánto pueden aguantar las empresas en esta situación. El gobierno está haciendo todo lo que puede dentro de su marco, pero me parece que la situación de largo alcance es la que puede complicar. Esperemos que sea de otra manera, que cambie pronto y que todos sigamos con el orden de trabajo que tenemos hasta ahora.
«Hoy ya no tiramos de un carro, tiramos de un tren bien cargado»
Adriana Martínez – Directora Diario EL PUEBLO
Siendo la segunda generación en dirigir diario EL PUEBLO, Adriana Martínez, actual Directora, accedió a brindarnos unas palabras, en la que nos cuenta sus inicios en el medio, el compromiso familiar con la empresa que lleva adelante, sus dificultades, y la esperanza que posee en seguir adelante en un futuro complejo e incierto, donde, el bajar los brazos, no es opción, a pesar de las vicisitudes.
¿Desde cuándo Diario EL PUEBLO forma parte de su familia, o, desde cuándo su familia forma parte de Diario EL PUEBLO?
Desde hace 27 años estamos vinculados al diario. Siempre cuento lo mismo, pero lo hago para recordar un hecho inusual.
Diario El Pueblo en el año 1992 estaba por cerrar, ahí lo contactan a mi padre y luego de una larga negociación, mi padre se hace cargo del diario, con el único fin de conservar una fuente de trabajo, esto es así, el tiempo demostró que ni él ni nosotros hemos tenido ningún interés político, y en lo económico, desde hace años, diría desde el principio, la venimos remando, con períodos mejores que otros.
Soy maestra, y al recibirme, abrimos un jardín de infantes con dos amigas, se llamaba Mi Jardín; también, con Julio (de Brum ), en ese entonces, tendríamos 24 o 25 años, abrimos la primera pañalera de Salto, un comercio que se dedicaba exclusivamente a la venta de pañales descartables para niños y adultos.
Cuando nació Matías, mi segundo hijo, dejé la docencia.
Al comenzar la segunda etapa del diario, en enero de 1993, me instalé acá, para atender el teléfono. En casa, se recibían todos los diarios, El Pueblo, Tribuna, La Prensa, Cambio, ese era mi conocimiento sobre los diarios, el de lectora; luego, pasaron unos años, y mi padre se desvincula económicamente pero, siempre continuó hasta su fallecimiento como Director, sin cobrar un peso, nunca.
Desde hace 27 años Julio y yo le dedicamos las veinticuatro horas del día al diario, aparte de que Julio tiene otra actividad independiente al diario.
Me encargo de la parte publicitaria, de la redacción (que me encanta), de los temas laborales; Julio, de la compra de insumos y del trabajo de la noche, lo de él es un trabajo silencioso, es el pilar de la empresa, aunque yo sea la cara visible.
El diario trabaja las 24 horas del día, todos los días del año, salvo los feriados no laborables; somos muchas personas en la empresa, cada cual con sus preocupaciones, con su manera de ser.
¿Cómo se puede en estos tiempos en los que vivimos, perdurar con un emprendimiento que, al mismo tiempo, continúe teniendo vigencia?
La verdad que a veces me da ganas de cerrar la puerta e irme; hoy ya no tiramos de un carro, tiramos de un tren bien cargado.
Muchas veces pienso en la posibilidad de bajar la cortina, es mucho el esfuerzo, pero, ahí aparece Julio, que dice que hay que seguir.
A veces te encontrás con situaciones que no podés creer que pasen; la gente se ha vuelto desconfiada y, detrás de las paredes, hasta cuestionan que en vez de alcohol sea agua lo que pones en un dispensador; estas actitudes te desarman, no somos perfectos, tenemos nuestros errores, pero en definitiva desde hace veintisiete años estamos al frente de una empresa que tiene sesenta años de trayectoria, cuyo único patrimonio es la credibilidad.
Durante muchos años han tratado que el trabajador vaya por un carril y el empresario, comerciante, por otro; en realidad, ambos deberían ir juntos, con los deberes y derechos de cada uno.
Con la pandemia del coronavirus, no sólo hay que equilibrar lo económico, sino acentuar todas las medidas de higiene, de prevención, mediar con los miedos, las incertidumbres propias y del personal.
Desde que comenzó la pandemia, cambiamos la tapa del diario, estamos tratando de titular de otra manera, en todo este proceso hemos tenido un gran colaborador como lo es Antonio Oliva. También, Lucía Molinari y Chito Silva, han sido muy importantes en esta nueva realidad. Chito, por ejemplo, vivió el cierre de un diario, tiene otra mirada sobre la situación actual.
Por otro lado, los lectores nos siguen eligiendo, en estos días que hay que estar en casa, la lectura es una buena compañía.
Ha sido y es una cuesta arriba, donde, las empresas salteñas, son nuestro respaldo, ya que la publicidad oficial, prácticamente, no llega al interior; el 98% queda en Montevideo, siendo un tema de larga data, de todos los gobiernos, una injusticia de siempre.
Mientras muchos vaticinan la desaparición de los medios escritos, EL PUEBLO sigue apostando a su esencia, siendo una de las empresas más reconocidas del medio; ¿no debe de ser nada fácil?
Muchas veces siento que he perdido la batalla, pero luego, respiro profundamente, me encomiendo a Dios en toda la tarea y vuelvo a comenzar; la fe ha sido y es la gran aliada en mi vida, no me imagino la vida sin ella.
No tengo idea de las miles de veces que me caí y me he vuelto a levantar.
Siento a veces que la preocupación es un estado constante, al poner la cabeza en la almohada, analizo lo bueno y lo malo del día, si actué mal, intento repararlo y así dormir en paz. No tengo problema en reconocer si me equivoco, a veces, no es fácil, pero es necesario.
La presión del pago de los impuestos, de los sueldos en tiempo y forma, son aspectos de mucha preocupación, sumado a algún otro contratiempo.
Usted sería la segunda generación al frente del diario, ¿vendrá una tercera?
Belén y Matías crecieron en el diario, a pesar de ello, siempre intenté, y creo que lo logré, que tuvieran sus estudios, sus propios sueños, sus propios proyectos.
Belén es contadora y trabaja en Ajupensal; Matías tiene los track de helados Sabores, uno en Plaza Treinta y Tres, otro en Plaza Flores, también, con el sistema Pedido Ya y en la Pizzería también se los puede encontrar , tiene otros trabajos más, uno de ellos acá en el diario. Belén, también trabaja acá, son los encargados de abastecer los días domingos a los puestos de diarios, pero, ambos tienen trabajos a parte, los negocios familiares no son fáciles.
Prefiero que hagan su vuelo y, si algún día sienten la necesidad de volcarse exclusivamente al diario, serán bienvenidos.