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“Cada uno tiene que aportar su granito de arena para que el mundo mejore”

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Por: Leonardo Silva

Al Dorso con Enrique Garbarini

Abogado, Juez Eclesiástico, dirigente político, militante de la vida, en esas pocas palabras podríamos definir a Enrique Garbarini, quien hoy nos permite conocer un poco más de él.

1.- ¿Cómo recuerda su infancia?

– La recuerdo como una infancia linda, vivida en Salto junto a mis padres, básicamente en la zona del Cerro, en el Barrio Baltasar Brum, con muy gratos recuerdos, compartidos con mi abuela materna, que vivía con nosotros y una tía abuela. Soy el mayor entre mis hermanos, somos tres, me sigue Liliana y luego llegó Juan José que justo hoy (ayer) está cumpliendo 37 años de vida. También tengo lindos recuerdos del colegio con el grupo de compañeros y con toda la actividad que allí se vivía junto con el Padre Victorio en la Primaria, los campeonatos deportivos, los campamentos y tantas cosas que viví.

2.- ¿Cómo llega la abogacía a su vida?

– En los años 90 tuve que tomar una decisión sobre qué estudios hacer, y opté por la abogacía en la medida que era una carrera que estaba al alcance de las posibilidades familiares, no tenía que desplazarme a Montevideo, pero además porque ya venía del área humanística, por el lado de las letras que fue donde siempre me fue mejor en el liceo. Nunca fui un apasionado ni de los números ni de las ciencias exactas, si de las letras. Así que buscando una definición de la vida estudiantil y vocacional llegué a la conclusión que este era el camino. Así comencé en 1996.

3.- ¿Su encuentro con la fe y la Iglesia Católica es anterior?

– Sí, el camino de vida de la fe con la Iglesia Católica es muy anterior. Mi formación cristiana comienza por 1981, cuando mis padres deciden enviarme al Colegio Salesiano, donde a través de grandes sacerdotes que pasaron por la vida del colegio y por mi vida personal como fue el Padre Enrique Bisio y el Padre Victorio Massarino, ambos fallecidos, y tantos otros salesianos, fui descubriendo el camino de la fe, el amor a Dios, a María Auxiliadora y la figura de Don Bosco, que me fue atrapando en la vida cristiana, donde hasta hoy continúo en este camino de fe, y donde también me comprometí como laico en la Familia Salesiana como salesiano cooperador, donde los laicos somos recibidos en el seno de la Familia Salesiana quienes no son consagrados y quieren de alguna manera comprometerse, entonces hacemos nuestra promesa. Ahora el 16 de agosto se cumplirán 25 años de este camino que vengo recorriendo.

4.- ¿Qué significó para usted que la Iglesia le ofreciera hacerse cargo de la Judicatura Canónica?

– Para mí fue algo muy importante y que marcó mi vida personal. Esto tuvo un camino, cuando en 2002 el Obispo de Salto Monseñor Daniel Gil, nos invitó a un grupo de laicos a comenzar un camino deformación y de estudio del Derecho Canónico para pasar a formar parte del Tribunal Eclesiástico. Así lo hicimos varios laicos, acompañados por aquel entonces por el Padre Enrique Gutiérrez. Recorrimos ese camino, culminamos la formación y paulatinamente nos fuimos integrando a la actividad del Tribunal Eclesiástico. Primero lo hice como abogado patrocinante para las causas de nulidad matrimonial, después en 2013 Monseñor Galimberti me confió el cargo de Canciller y Notario del Tribunal, el que llevé adelante hasta el 31 de diciembre de 2020. Posteriormente, el Obispo Monseñor Arturo Fajardo, me designó como Juez Eclesiástico, lo que ha sido un desafío importante, que cumplimos, primero, como un servicio a la Iglesia, y segundo también para poder ayudar a aquellas personas que están ante una gran encrucijada en su vida porque su matrimonio se ha terminado y muchas veces quieren contraer nuevas nupcias o solo quieren cerrar una etapa anterior que ya terminó, es cuando buscan en el Tribunal la posibilidad que se declare la nulidad de ese matrimonio que contrajeron por la Iglesia.

5.- Esas peticiones de nulidad matrimonial, ¿tienen que pasar en algún momento por el Vaticano?

– No. El Tribunal tiene competencia en la Diócesis en Primera Instancia para dictar sentencia. A la Santa Sede se llega en último caso en una Tercera Instancia como lo que sería la Casación ante la Suprema Corte de Justicia en el foro civil. Esto pasaría en el caso que el Tribunal de Primera Instancia dice que no, el de Segunda Instancia dice que sí, y al quedar uno a uno se podría eventualmente llegar a la Santa Sede. Hoy día bastaría con que un Tribunal diga que sí y con eso bastaría, se ha limitado mucho la llegada a los Tribunales de la Santa Sede, como forma de darle mayor injerencia y competencia a los Tribunales Eclesiásticos nacionales por la reforma dada por el Papa Francisco, como forma de evitar demoras y mayores costos.

6.- ¿Cómo llega la política a su vida?

– Siempre estuvo muy presente en mi familia. Mamá era militante del Partido Nacional, una wilsonista absolutamente convencida. Me crie escuchando en mi casa hablar de la figura de Wilson, y eso siempre me marcó. Teniendo 9 años recuerdo cuando mamá viajó a Concordia para escuchar a Wilson cuando hizo aquel discurso en la plaza principal, después ver por televisión aquella llegada histórica de Wilson el 16 de junio de 1984, y recuerdo cuando le dan la libertad, íbamos para la escuela y empezamos a sentir bocinas. El papá de un amigo que nos llevaba paró y le preguntó a un policía qué pasaba, y le dijo, “le dan la libertad a Wilson Ferreira”.

Papá, un colorado batllista convencido, pero muy respetuoso de todas las ideas. Con mamá se llevaban muy bien. Recuerdo cuando vivíamos en el Edificio del Este en las elecciones del 84, donde de un lado de casa estaba el poster de Zumarán-Aguirre y del otro lado el de Sanguinetti-Tarigo. En 2009, Luis María Leglise me invitó a trabajar en la Lista 71 cuando arrancaba la campaña Luis Alberto Lacalle Herrera, ahí me incorporé a trabajar, y ahí me atrapó definitivamente. En 2014 me incorporo al sector de Lucía Minutti, donde aún estamos.

7.- Hoy está en el Espacio 40 que hace unos días cumplió 14 años de vida, que lidera el Ministro Javier García y en lo local, Lucía Minutti. ¿Qué es para usted el Espacio 40?

– Es un espacio donde se puede trabajar con comodidad, donde se cosechan muchas amistades, donde uno se siente parte de esta colectividad política. El Espacio 40 cumplió 14 años de aquellos inicios en el año 2008 en Montevideo como lista departamental, donde en las elecciones de 2014 pasó a ser una agrupación nacional y donde se consolidó fuertemente en 2016 cuando en cada departamento comenzó a crearse. Estamos muy orgullosos de Javier, quien está realizando una muy buena gestión al frente del Ministerio de Defensa Nacional y donde tenemos una líder departamental como Lucía que es una gran trabajadora. Ha sido una gran luchadora toda su vida por Salto.

8.- ¿Por dónde pasa hoy su principal preocupación?

– Pongo siempre en el centro de la vida a la fe. Allá por 1991 hacía los cursos con un sacerdote amigo, el Padre Bajac, que nos preparaba para la confirmación terminando 4° de liceo en el Salesiano, y en las últimas charlas previo a la celebración del sacramento, nos hizo un círculo, puso en el medio la palabra fe, y nos dijo que de ahí partía lo demás, y fue sacando flechas donde ponía el estudio, el trabajo, la vida familiar y otros aspectos por los que va transitando la vida. Desde la fe parte todo, empezando por la familia que es el primer eslabón que uno debe tener presente y que es lo que fortalece a cualquier sociedad. El ámbito profesional, la vida de trabajo, de allí también parte todo, y luego mi participación en la vida política, porque los cristianos, principalmente los laicos, estamos llamados a dar testimonio de nuestra vida social, política, profesional. Hoy nuestra prioridad es la familia y el trabajo, viniendo desde la fe. Y luego todo lo demás.

9.- En este mundo caótico, ¿hay lugar para la felicidad?

– Hay, cada uno la busca donde la pueda encontrar por distintos caminos. Para quienes somos creyentes y cristianos la felicidad está primero en Dios, que es quien nos va marcando el camino, poniéndola luego en práctica en la vida familiar. La vida se encuentra permanentemente bombardeada por distintas situaciones que se van dando todos los días, desde preocupaciones económicas, los hijos, la educación, problemas de enfermedad, pero hay que saber buscarla y encontrarla. La felicidad es posible, no hay que dejarse atormentar por todos los problemas, porque si uno se deja atrapar, perderá el sentido de las cosas. Cada uno tiene que aportar su granito de arena para que el mundo mejore.

10.- ¿Hay lugar para la esperanza?

– Sí, por supuesto, es una virtud de la vida cristiana, la esperanza. La fe, la esperanza y la caridad. Sin ellas no se puede vivir. Tener esperanza en que las cosas van a salir adelante. Para quienes creemos en la fe cristiana, Dios nunca abandona. Ponemos esa esperanza en centrarnos en la fe, y tenemos que vivirla cada día buscando la felicidad con alegría. Va todo de la mano.

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