Por Lic. Daniela Todoroff – Psicóloga
Siempre nos preocupa saber si nuestros hijos aprenden y de forma rápida, pero no importa que tan despacio aprenda un niño, lo importante es que no dejemos de apoyarlos para que sigan aprendiendo.
Si bien el desarrollo de todos los niños siguen determinados patrones similares, cada uno tiene un propio ritmo.
Como padres debemos conocer las etapas y edades en el desarrollo de la infancia para ayudar a nuestros hijos crecer y desarrollarse.
El ritmo de cada uno es diferente, no todos aprendemos a la misma velocidad, debemos saber que no hay niños idénticos entre si, ni aprenden en el mismo momento o a la misma manera, hay también factores que pueden influir como el entorno, la estimulación que recibe el niño.
Cada vez que el niño intente hacer algo por si solo, en vez de marcarle un tiempo para que aprenda, lo apresuramos o lo acabamos haciéndolo nosotros como padres.
Pero en realidad es importante fomentar y reforzar sus pequeños logros, de esta forma los estaremos ayudando en su autonomía, autoestima y seguridad.
Si aceleramos su aprendizaje como por ejemplo en lecto escritura puede ser para ellos una experiencia negativa, afectando la imagen que van construyendo de si mismos, y veremos qué el niño comenzará a decir « no le sale»; « no soy capaz», « no puedo».
Al sentir presión sobre ellos no se sentirán capaces de alcanzar sus expectativas, y entran en el mundo de la competencia con sus otros compañeros de clase, comparándose constantemente, lo que incentivará a la frustración.
Desde que nacen vamos viendo y celebrando cada uno de sus logros y habilidades adquiridas, debemos lograr en ellos una infancia en la que como adultos respetemos sus tiempos, y ayudarlos pero desde «atrás». Si el niño siente eso de sus padres que lo apoyan y ayudan a resolver sus problemas, logrará sus propias conquista y se responsabilizara y enorgullecera de ellas y de si mismo.
« El aprendizaje nos debería ir acompañado de ansiedad o presiones constantes si no de curiosidad y satisfacción.»
