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martes, 24 de junio de 2025
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CACHO CASTAÑA: EL ÚLTIMO BOHEMIO

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Diario EL PUEBLO digital
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Hoy: Cacho Castaña, rezaba el cartel indicador de la reunión bailable, en la puerta del club. Habían pasado unos pocos años de la década del setenta, y el cantante recién comenzaba su itinerario en la música. Estaba grabando en Phonogram de la calle Moreno 2038 en la capital argentina, dentro del rubro nueva generación. Había compuesto algunos temas para otros intérpretes y ahora le tocaba el turno de debutar en ese rubro con sus propios lanzamientos fonográficos, que él llevaría adelante, con entusiasmo y perseverancia, en ese tiempo. De a poco se fue metiendo, gracias a la difusión de algunos amigos de la radio y de la televisión, donde empezaba a mostrarse. Sus creaciones y su canto, evolucionaban, y al mismo tiempo Nicolás “Pipo” Mancera, enterado de su existencia, lo convoca para sus “Sábados Circulares”, donde lo presenta desde exteriores en cada programa compartiendo la mesa de un bar porteño, tocando la guitarra acústica, haciendo a capela sus temas, y contando historias. Tal vez, allí se le encendió la pluma mágica de la vida, para llevar adelante una de sus letras más perfectas, la de “Café, la humedad”…  “Humedad, llovizna y frío. Mi aliento empaña el vidrio azul del viejo bar. No me pregunten si hace mucho que la espero, un café que ya está frío y hace varios ceniceros. Aunque sé que nunca llega siempre que llueve voy corriendo hasta el café, y solo cuento con la compañía de un gato que al cordón de mi zapato lo destroza con placer…”  Una historia de amor trunca, con billar y reunión, de un sábado con trampas en una linda función. De una eterna espera, sin respuesta, pero buena para conocer los secretos y las sombras de la noche, con las hazañas de otros tiempos, en el boliche de la esquina. Una genialidad de un autor de novela, que lo marca en un antes y un después, para Cacho Castaña.
EN LA PATERNAL
NACE UN GANADOR
La historia de Cacho se inicia en un vecindario ubicado en el centro de la metrópolis de la capital argentina, La Paternal. Nació bajo el nombre de Humberto Vicente Castagna, el 11 de junio de 1942, en el Hospital Alvear, frente a un albergue transitorio. Su familia, que vivía en la calle Galicia, estaba compuesta por sus padres –ambos italianos- y dos hermanos mayores. Allí transcurren sus juveniles años, en un hogar donde estaba siempre “la cantora” prendida con viejos tangos y milongas. Su madre fanática del dos por cuatro, canturreaba sobre cada tema que oía. Eso lo hizo prestar atención al estilo ciudadano, pero aún estaba muy lejos, de practicar esa corriente. A los seis años, enseñando una tierna sonrisa aniñada pero ya de ganador , y pícaro, soñando con subirse a un escenario, toma sus primeras clases de piano, con mucha soltura y sin temores. A los catorce, ya se había convertido en profesor de piano, dando clases a otros, gracias a su empeño y talento. Tal su capacidad, que a mediados de los sesenta se lanza tocando en orquestas de tango y también vocalizando. Por ese entonces, estaban de moda los programas ómnibus de Héctor Coire, Guillermo Brizuela Méndez, y Antonio Carrizo, donde se lanza como solista en su primer momento como flamante valor del cancionero. En los viejos estudios de Canal 9 Libertad, Cacho le dice a un compañero: “Quiero cantar y triunfar, conseguir éxitos y mujeres, por que no… Voy a escribir algún tema sentimental, con pasión, y también alegría de vivir…”   En la actualidad, Cacho tiene 2.500 temas editados, infinidad de discos de oro, platino y doble platino por superventas y cantidad de distinciones por su actividad. El galán y atorrante ya afloraba en su entorno.
EL BRILLO Y LAS LUCES
LE TIRARON MÁS
Estaba aproximándose a la cima, pero también en esa juventud desenfrenada de locas pasiones, quería convertirse en jugador de fútbol. Era fanático de San Lorenzo de Almagro, “El Ciclón” y supo llegar hasta la cuarta división de la entidad de Boedo. El brillo y las luces le tiraron más. Cacho, deseaba cantar, ser oído y admirado. La música y la noche triunfaron sobre el deporte. En 1972, edita varios simples y el álbum “Cacho Castaña” en Polydor. Tres años después, “Cara de tramposo”; en 1976 “La historia del ladrón”, “Quiero un pueblo que baile” en 1977, “Para vivir un gran amor”, 1978, otra de sus grandes realizaciones que da título al material discográfico, “Lo llaman el matador” – 1980, “Definitivamente” en 1981 ya en CBS, “Estoy cambiando” a través de RCA, en 1983, “Mujeres, mujeres”, 1984, “Escándalo”, 1985, en Music-Hall, “El regreso del ladrón”, Polygram, 1987, “Para sacar las castañas del fuego” en 1988, “La vuelta del matador” – 1991, “Soy un tango”, 1994, “Cacho de Buenos Aires” –  1998, “Buenos Aires lado B” en 2001,  “En vivo”, 2003, “Espalda con espalda”, 2005, el ejemplar disco “Y ya nada fue lo mismo” lanzado en 2007, “Yo seré el amor” en vivo, 2008, “Más atorrante que nunca” –  2010, y “Aquellos viejos amores” en 2013.
1978: EN NUEVOS
HORIZONTES DE
SAN BAUTISTA
En esos bailes que programaba Audemar Bentancur, lo vimos a Cacho en Nuevos Horizontes de San Bautista, con el maestro Néstor Mario Rama en los teclados dirigiendo la orquesta. Cuando hizo “Quieren matar al ladrón”, la pista se vino abajo, aceptando y coreando ese himno popular. Luego llegarían “Ojalá que no puedas”,  “Señora si Ud. supiera”, “Para vivir un gran amor”, “Septiembre del 88”, “Espalda con espalda”, “La gata Varela” tema dedicado a Adriana Varela, “Tita de Buenos Aires” para la gran Tita Merello, y más. En 2005 recibió el Diploma al Mérito de los Premios Konex a la Música Popular en la disciplina «Autores – Compositores de Tango» como uno de los cinco mejores de la década en Argentina. Se dice que grandes mujeres de la Argentina, pasaron por sus brazos. Más allá de la nostalgia Cacho Castaña, se ha erigido como uno de los mejores de la música rioplatense. Es “El último bohemio”, tal cual dice el tango que le han dedicado.

Hoy: Cacho Castaña, rezaba el cartel indicador de la reunión bailable, en la puerta del club. Habían pasado unos pocos años de la década del setenta, y el cantante recién comenzaba su itinerario en la música. Estaba grabando en Phonogram de la calle Moreno 2038 en la capital argentina, dentro del rubro nueva generación. Había compuesto algunos temas para otros intérpretes y ahora le tocaba el turno de debutar en ese rubro con sus propios lanzamientos fonográficos, que él llevaría adelante, con entusiasmo y perseverancia, en ese tiempo. De a poco se fue metiendo, gracias a la difusión de algunos amigos de la radio y de la televisión, donde empezaba a mostrarse. Sus creaciones y su canto, evolucionaban, y al mismo tiempo Nicolás “Pipo” Mancera, enterado de su existencia, lo convoca para sus “Sábados Circulares”, donde lo presenta desde exteriores en cada programa compartiendo la mesa de un bar porteño, tocando la guitarra acústica, haciendo a capela sus temas, y contando historias. Tal vez, allí se le encendió la pluma mágica de la vida, para llevar adelante una de sus letras más perfectas, la de “Café, la humedad”…  “Humedad, llovizna y frío.page Mi aliento empaña el vidrio azul del viejo bar. No me pregunten si hace mucho que la espero, un café que ya está frío y hace varios ceniceros. Aunque sé que nunca llega siempre que llueve voy corriendo hasta el café, y solo cuento con la compañía de un gato que al cordón de mi zapato lo destroza con placer…”  Una historia de amor trunca, con billar y reunión, de un sábado con trampas en una linda función. De una eterna espera, sin respuesta, pero buena para conocer los secretos y las sombras de la noche, con las hazañas de otros tiempos, en el boliche de la esquina. Una genialidad de un autor de novela, que lo marca en un antes y un después, para Cacho Castaña.

EN LA PATERNAL NACE UN GANADOR

La historia de Cacho se inicia en un vecindario ubicado en el centro de la metrópolis de la capital argentina, La Paternal. Nació bajo el nombre de Humberto Vicente Castagna, el 11 de junio de 1942, en el Hospital Alvear, frente a un albergue transitorio. Su familia, que vivía en la calle Galicia, estaba compuesta por sus padres –ambos italianos- y dos hermanos mayores. Allí transcurren sus juveniles años, en un hogar donde estaba siempre “la cantora” prendida con viejos tangos y milongas. Su madre fanática del dos por cuatro, canturreaba sobre cada tema que oía. Eso lo hizo prestar atención al estilo ciudadano, pero aún estaba muy lejos, de practicar esa corriente. A los seis años, enseñando una tierna sonrisa aniñada pero ya de ganador , y pícaro, soñando con subirse a un escenario, toma sus primeras clases de piano, con mucha soltura y sin temores. A los catorce, ya se había convertido en profesor de piano, dando clases a otros, gracias a su empeño y talento. Tal su capacidad, que a mediados de los sesenta se lanza tocando en orquestas de tango y también vocalizando. Por ese entonces, estaban de moda los programas ómnibus de Héctor Coire, Guillermo Brizuela Méndez, y Antonio Carrizo, donde se lanza como solista en su primer momento como flamante valor del cancionero. En los viejos estudios de Canal 9 Libertad, Cacho le dice a un compañero: “Quiero cantar y triunfar, conseguir éxitos y mujeres, por que no… Voy a escribir algún tema sentimental, con pasión, y también alegría de vivir…”   En la actualidad, Cacho tiene 2.500 temas editados, infinidad de discos de oro, platino y doble platino por superventas y cantidad de distinciones por su actividad. El galán y atorrante ya afloraba en su entorno.

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EL BRILLO Y LAS LUCES LE TIRARON MÁS

Estaba aproximándose a la cima, pero también en esa juventud desenfrenada de locas pasiones, quería convertirse en jugador de fútbol. Era fanático de San Lorenzo de Almagro, “El Ciclón” y supo llegar hasta la cuarta división de la entidad de Boedo. El brillo y las luces le tiraron más. Cacho, deseaba cantar, ser oído y admirado. La música y la noche triunfaron sobre el deporte. En 1972, edita varios simples y el álbum “Cacho Castaña” en Polydor. Tres años después, “Cara de tramposo”; en 1976 “La historia del ladrón”, “Quiero un pueblo que baile” en 1977, “Para vivir un gran amor”, 1978, otra de sus grandes realizaciones que da título al material discográfico, “Lo llaman el matador” – 1980, “Definitivamente” en 1981 ya en CBS, “Estoy cambiando” a través de RCA, en 1983, “Mujeres, mujeres”, 1984, “Escándalo”, 1985, en Music-Hall, “El regreso del ladrón”, Polygram, 1987, “Para sacar las castañas del fuego” en 1988, “La vuelta del matador” – 1991, “Soy un tango”, 1994, “Cacho de Buenos Aires” –  1998, “Buenos Aires lado B” en 2001,  “En vivo”, 2003, “Espalda con espalda”, 2005, el ejemplar disco “Y ya nada fue lo mismo” lanzado en 2007, “Yo seré el amor” en vivo, 2008, “Más atorrante que nunca” –  2010, y “Aquellos viejos amores” en 2013.

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1978: EN NUEVOS HORIZONTES DE SAN BAUTISTA

En esos bailes que programaba Audemar Bentancur, lo vimos a Cacho en Nuevos Horizontes de San Bautista, con el maestro Néstor Mario Rama en los teclados dirigiendo la orquesta. Cuando hizo “Quieren matar al ladrón”, la pista se vino abajo, aceptando y coreando ese himno popular. Luego llegarían “Ojalá que no puedas”,  “Señora si Ud. supiera”, “Para vivir un gran amor”, “Septiembre del 88”, “Espalda con espalda”, “La gata Varela” tema dedicado a Adriana Varela, “Tita de Buenos Aires” para la gran Tita Merello, y más. En 2005 recibió el Diploma al Mérito de los Premios Konex a la Música Popular en la disciplina «Autores – Compositores de Tango» como uno de los cinco mejores de la década en Argentina. Se dice que grandes mujeres de la Argentina, pasaron por sus brazos. Más allá de la nostalgia Cacho Castaña, se ha erigido como uno de los mejores de la música rioplatense. Es “El último bohemio”, tal cual dice el tango que le han dedicado.

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