La función pública se sustenta en la voluntad de servicio y elevados conceptos éticos en la adminsitracion de los fondos públicos que deben ostentar los gobernantes de turno. El fin último de toda acción política, que se edifique en base a los valores del derecho del ciudadano; debe estar orientado a la consolidación del bienestar de la sociedad en su conjunto, sin olvidar que la legitimación proviene del voto del ciudadano.
En consonancia con este parámetro de actividad, lógico y razonable; es la población la destinataria primaria de ese accionar. Y como decía nuestro prócer; los más necesitados en primer lugar.
Quienes acceden a esos puestos de privilegio, sea por el voto de los pueblos, o por designación de CONFIANZA, tienen la obligación de hacer el mejor esfuerzo físico, mental y ético para que los verdaderos destinatarios de ese accionar, sean los que se vean beneficiados por las decisiones.
Apartarse de estos lineamientos, significa traicionar a los votantes y a quienes depositaron su confianza al designarlos.
Los errores cometidos en esas circunstancias, lesionan fuertemente la imagen de la política y generan todo tipo de reacciones y opiniones que confluyen en la generalización popular de la decadencia de los actores y referentes del espectro político, hoy despectivamente denominado «casta» por uno de los presidenciables argentinos.
Tales circunstancias, que no son responsabilidad de un partido o sector solamente, sino de muchos actores que independientemente de los principios e ideologías partidarias, se desentienden de las razones reales por las que han sido elegidos para esa función y posibilitan el uso incorrecto de los fondos del estado; sin tener contemplaciones, hacia quienes están “sufriendo”, las consecuencias de 15 años de despilfarro y que los responsables, ahora gozan de una oportunidad inmejorable, para salir a la palestra pública con el lema de que todos son iguales.
Pero esto no es así, no todos son iguales. Es verdad que muchos, más de lo que es deseable; al acceder a puestos de conducción, confunden el Servicio público, con servirse de lo público y se marean con el Poder. Las resultancias de eso se traducen en abuso de sus funciones y es lo que estamos sufriendo día a día, 15 años de FA y ahora estos coletazos que enturbian un gobierno que pretendía cambiar estas prácticas. Pero también, y felizmente son más los funcionarios públicos que llevan adelante excelentes funciones con gestiones de reconocimiento por propios y extraños.
Lo bueno es que hay solución, hay mucha gente que como nosotros piensa en renovación, es imposible pretender el cambio si siempre elegimos a los mismos, si elegís a los mismos las cosas no van a cambiar, entonces hay que tener presente, que para cambiar esta situación hay que elegir a otra gente. Hay que optar por renovar las personas que ocupen puestos de decisión, y que estén avaladas por un programa de gestión pensado para la Gente y especialmente en aquellos que desde hace 20 años han sido utilizados pero no atendidos, que son los más necesitados y la clase media trabajadora y emprendedora.
Salto viene transitando un deterioro socioeconómico muy importante, lamentablemente los políticos actuantes, también reflejan eso. Y quizá ahí esté el motivo de porque miles de personas dejan sus límites partidarios y buscan a otros referentes, y es porque las fronteras partidarias ya no logran conformar.
En Éxodo de Cabildo Abierto tenemos una agrupación abierta, que piensa en Salto, que no tiene cargos políticos, somos salteños dispuestos a dar lo mejor de cada uno para que poder ayudar a Salto a retornar a un sitial digno. Te invitamos a sumarte.
