Pocas veces, hemos visto un trabajo tan intenso, de un gobierno electo como en esta oportunidad. Quizás sólo sea comparable a 1984, cuando las urnas confirmaron el amplio triunfo del Dr. Julio María Sanguinetti, marcando el regreso de la democracia al país.
Se trabajaba en un clima de euforia, se había reconquistado la democracia y todo era una fiesta.
El primer triunfo de la izquierda en el país causó también una fiesta popular, que bueno es decirlo, no alcanzó la dimensión de aquella vez, quizás porque la democracia, como cualquier otro bien, cuando se lo tiene muchas veces no se lo valora lo suficiente, cuando se lo pierde si.
Hoy tenemos en puerta la asunción del segundo gobierno de izquierda, un gobierno indudablemente más hacia la izquierda incluso que el que anunciaba Tabaré Vázquez.
El nivel de aprobación es similar, pero la expectativa probablemente mayor.
Existen buenas señales. El hecho de este intenso trabajo mismo, la presencia en el país para la asunción de importantes representaciones de numerosos países latinoamericanos, europeos y de otras partes del mundo.
Mujica mismo ha reconocido que este es su último partido. Un hombre surgido del ámbito rural, chacarero, pero formado en los avatares de la política que lo llevó a empuñar las armas, cuando creyó que era el camino adecuado y pagó con varios años de encarcelamiento en la peores condiciones (dentro de un aljibe incluso) y recibió algunos balazos que lleva en su cuerpo.
Fumador empedernido durante muchos años ha dejado el vicio cuando vio comprometida seriamente su salud.
Quizás el saber que no tiene tiempo para perder, ha llevado a Mujica a un ritmo de acción que le reconocen propios y extraños.
Las primeras negociaciones con la oposición están marcando ya una diferencia en relación al período de gobierno que está finalizando. Quizás tomando la experiencia del período de Vázquez, Mujica está dedicando un gran esfuerzo a tratar de lograr acuerdo en políticas de Estado, en los grandes temas que deben estar por encima del gobierno de turno.
Esto es bueno para todos. Habla de una madurez de los partidos políticos, capaces de anteponer el interés del país por encima de los intereses partidarios.
Con su asunción al gobierno el país ingresa en una etapa seguramente y deseamos que obtenga los mejores frutos posibles porque obviamente que si a su gobierno le va bien, a la mayoría de los uruguayos, que denominamos “el pueblo”, también nos irá bien.
Alberto Rodríguez Díaz.
Buenas señales
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