Cuando de tanto en tanto se detectan contrabandos grandes, voluminosos, nos preguntamos ¿cómo han pasado los controles aduaneros? No entenderemos jamás.
Que sepamos nunca se llega a descubrir. Los involucrados que “caen” son siempre los peces más chicos en la cadena de la corrupción, “Alguien” corta luego las investigaciones, se pierde interés, el periodismo se olvida del tema y se ocupan de otras cosas.
Conocemos detalles de algunos casos en particular y podemos afirmar que si no hubieran comprometidos “peces más gordos” otro sería el cantar. Nada puede saberse fehacientemente, en detalles porque más de uno sería el sorprendido y en esto no rigen colores políticos,
Podemos afirmar con propiedad que corruptos los ha habido de todos los colores y de todos los partidos políticos, porque quien manda en estas circunstancias, por sobre todas las cosas es “don dinero”.
El contrabando llega a Montevideo, transita por todas las rutas sin mayores inconvenientes, tanto que a menudo es descubierto, en el sur del país, donde está la mayor parte del mercado.
Años atrás, basándonos en afirmaciones de expertos en el tema, sosteníamos que la experiencia mostraba que en todas partes del mundo el peligro más grande no era el contrabando de mercaderías. Ni siquiera el de bebidas alcohólicas o cigarrillos el gran peligro es el conmociona hoy en todos lados, “la droga”, que aprovechaba las rutas abiertas por la corrupción.
Lamentablemente no tuvimos la recepción que esperábamos y hoy las consecuencias están a la vista, miles y miles de familias arruinadas. No creemos que se hubiera podido evitar la llegada de esta pandemia, pero al menos habría encontrado una sociedad de pie, dispuesta a hacerle frente e impedir que les resultara mas fácil.
Nos perdonarán nuestros lectores, pero no somos optimistas en esto. Don dinero manda y no tiene escrúpulos. Si tiene que apoyarse en la cabeza de una madre, de un abuelo o de quien sea, lo hará. Es lo que les hemos inculcado a nuestros jóvenes, cuando les dijimos “hacé la tuya”.
Nadie avizoraba lo que iba a pasar y lamentablemente pasó. Hoy muchas de las familias que prefirieron callar y dejarla pasar, creyendo que se trataba de una medida “inocente” en la educación, hoy está sufriendo las consecuencias.
Miles y miles de jóvenes malogrados deambulan sin futuro. El enorme esfuerzo que se hace para rescatar unos pocos, pudo haberse evitado si nos hubiéramos interesado más en el tema.
Reiteramos, no somos optimistas, pero esto no quiere decir que bajemos los brazos, porque tenemos claro que “triunfan los que luchan, no los que gimen”.
A.R.D.
Bajar los brazos jamás
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