Dialogamos con la Licenciada en Psicología, Natalia Lucero, sobre la ausencia paterna
«La ausencia paterna ha sido estudiada por diversas corrientes psicológicas, las cuales coinciden en señalar su influencia en el desarrollo humano y proponen distintas formas de afrontar sus consecuencias a lo largo de la vida.»
«En la actualidad, ya no hablamos únicamente del vínculo biológico con el padre, sino de la ‘figura paterna’ como una función que puede ser asumida por cualquier persona que cumpla un rol significativo en la vida del individuo. Sigmund Freud, desde el psicoanálisis, destacó la importancia de la figura paterna durante el complejo de Edipo, una etapa clave en la cual el niño internaliza las normas sociales y morales a través de la identificación con el padre. Según Freud, la ausencia de esta figura podría afectar la capacidad del individuo para desarrollar adecuadamente el ‘yo’, al que definía como la parte consciente de su personalidad.»
«Jacques Lacan, otro psicoanalista relevante, desarrolló el concepto del ‘nombre del padre’, que no se refiere solamente al padre biológico, sino a una representación simbólica que proporciona estructura y orden en la mente. La ausencia del padre, según Lacan, implica no solo una falta física, sino también simbólica; si falta esta estructura interna, el individuo puede experimentar confusión, vacíos emocionales y dificultades para relacionarse con los demás. En términos sencillos, la ausencia de esta ‘pieza simbólica’ es esencial en la construcción de la personalidad y su falta puede influir en cómo una persona se siente y actúa en la vida.»
La posibilidad de superar la ausencia de la figura paterna depende de los recursos emocionales y sociales del individuo, así como del acompañamiento terapéutico que pueda recibir.
Ps. Natalia Lucero
«Desde la teoría del apego, John Bowlby subraya la importancia de los vínculos tempranos con las figuras paternales para el desarrollo emocional. La figura paterna juega un papel crucial en la seguridad emocional, especialmente durante la infancia tardía y la adolescencia, para confiar en los demás y sentir seguridad en sus relaciones.»
«La ausencia del padre puede ser vivida como una pérdida y generar sentimientos de abandono, ansiedad y miedo. Bowlby sugiere que estos individuos pueden enfrentar dificultades para confiar plenamente en figuras importantes a lo largo de sus vidas, lo que impacta en la calidad de sus relaciones interpersonales.»

«Desde una perspectiva cognitivo-conductual, se aborda cómo las creencias disfuncionales pueden causar sufrimiento emocional. La figura paterna puede generar en el individuo creencias negativas sobre sí mismo, como ‘no soy lo suficientemente valioso para que me cuiden’, lo que afecta directamente su autoestima y la forma en que se relaciona con los demás.»
Al consultarle a Natalia Lucero sobre si se puede superar la ausencia paterna, ella respondió: «La posibilidad de superar la ausencia de la figura paterna depende de los recursos emocionales y sociales del individuo, así como del acompañamiento terapéutico que pueda recibir. Donald Winnicott, psicoanalista contemporáneo, plantea que, aunque la figura paterna no puede ser reemplazada por completo, es posible desarrollar vínculos significativos con otras personas que cumplan funciones de apoyo emocional, como tíos, abuelos o mentores. Estas figuras pueden mitigar el impacto negativo de la ausencia paterna y ayudar al individuo a construir una personalidad más integrada y saludable.»
«En fechas significativas, como cumpleaños, navidades o el Día del Padre, la ausencia de la figura paterna suele reavivar el duelo, intensificando el sentimiento de pérdida. Estos momentos activan recuerdos y emociones que pueden generar ansiedad o tristeza. Por ello, es esencial contar con apoyo terapéutico que permita al individuo expresar y procesar estos sentimientos. A través de la terapia, se promueve la aceptación plena de las emociones sin juzgarlas ni reprimirlas. Finalmente, es fundamental reconocer que el dolor por la ausencia de una figura paterna debe ser vivido y procesado para poder resignificar esa pérdida. Con el acompañamiento emocional y terapéutico adecuado, es posible construir nuevas relaciones y encontrar paz interna.»

«Además, es un error pensar que un niño necesita necesariamente la presencia de un padre biológico, especialmente si la relación con esa figura está marcada por situaciones de violencia o daño emocional. Lo esencial es la calidad del vínculo, no la relación de sangre. Por lo tanto, cualquier persona que asuma un rol de apoyo, protección y guía puede cumplir la función de figura paterna o materna en la vida del niño.»
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