El Uruguay es el país sudamericano que tiene menos lugares de la naturaleza protegidos de la destrucción y la depredación del ser humano. Pocos saben que en el Uruguay existe poco más del uno por ciento de terreno protegido por ley,
Es una muestra de los poco que hemos valorado la naturaleza hasta el momento y lo mucho que hay que conseguir en el futuro si pretendemos realizar un verdadero aporte a la humanidad . Temas que en otros países están legislados y ordenados perfectamente siguen estando a la deriva en el Uruguay .
La prueba está en que los pocos uruguayos que han querido hacerse propietarios de bienes inmuebles en el extranjero se han encontrado con diversos problemas que en el Uruguay no existen.
Se puede señalar que esto está muy mal, pero también se puede decir que es una buena forma de reservar la tierra para los pobladores del lugar, evitando las especulaciones tan de moda en el sector inmobiliario.
En las áreas protegidas los recursos naturales deberían de conservarse tal cual fueron hallados por el hombre actual. Tierra, agua y aire al menos no deberían de sufrir deterioro de ninguna especie, porque las futuras generaciones nos lo reclamarán.
En contra de esto, tenemos que la tierra está siendo deteriorada aceleradamente. Los monocultivos están a la orden día y sólo dependen de lo que ofrezca y lo valore monetariamente el mercado en el momento de implantarse.
El agua ni que hablar los uruguayos y sobre todo quienes habitan el sur del país pueden dar fe de lo que esto significa. En contrapartida a esta escasez hídrica tendríamos que preguntarnos qué hacemos para conservarla y protegerla de la depredación. Seguramente también esta área hay mucho por hacer.
El aire es lo que menos “se ve”, es también uno de los elementos que sufre un mayor ataque y no positivo precisamente. Cuando nos falte el aire o éste se vuelva irrespirable nos daremos cuenta su enorme importancia.
Téngase en cuenta que todos los seres vivos, animales y plantas dependemos de ellos y en cambio lo que hacemos cotidianamente es valorarlo económicamente, sin importarnos de las consecuencias que esto puede acarrearnos.
Cuando esto nos replanteamos vuelve aquella afirmación que se atribuye a uno de los últimos caciques piel roja en los EE.UU. “Cuando caiga el último árbol, cuando muera el último pez, Uds. se darán cuenta que el dinero no se come…”
Cuanta verdad y sabiduría encierra esta frase.
A.R.D