Una nota exclusiva de JUANJO ALBERTI, desde Montevideo
ÉPOCAS DE ORO CON CIENTOS DE TÍTULOS
A partir de 1929 con la aparición de la película «El adiós del unitario», dirigida por Edno Cominetti, donde se encuentra la primera escena hablada del cine argentino, la vecina orilla comenzó a desarrollar una infinita superación en filmaciones de cortos y principalmente de largo-metrajes. Todo ocurrió velozmente exportando producciones al por mayor, para toda América y el mundo entero. Fue a través de un auge de grandes productoras, rodando filmes en cantidades industriales, con la aparición de los inmensos Estudios Lumiton, con aires hollywoodenses, en donde se hacían la mayoría de las escenas. En 1931, llegaría «Muñequitas porteñas», primera película porteña con sonido total, a la que le siguió «Tango», 1933, de Luis José Moglia Barth, un gran suceso de taquilla en Argentina y Uruguay, protagonizada por figuras que tenían fama en la revista, el teatro y el disco, naciendo así la empresa Argentina Sono Film, de la mano de Angel Mentasti, y Moglia Barth. Se fueron sucediendo los títulos, uno tras otro: «Los caballeros de cemento», «Dancing», «El hijo de papá», «El linyera», y «Los tres berretines», todas de 1933; «Calles de Buenos Aires», «Chingolo», «Hay que vencer o morir», «Ídolos de la radio», «Mañana es domingo», y «Riachuelo», en 1934; «El alma del bandoneón», «Crimen a las tres», «Noches de Buenos Aires», «Por buen camino», «Tango Bar», y «La virgencita de Pompeya», 1935; «Amalia», «El conventillo de la paloma», «Don Quijote del Altillo», «Juan Moreira», «Loco lindo», «La muchachada de abordo», «Sombras porteñas» y «Radio Bar, 1936; «El cañonero de Giles», «La casa de Quirós», «El escuadrón azul», «Los locos del cuarto piso», «Los muchachos de antes no usaban gomina», «Una porteña optimista», 1937; y en 1938: «Adios Buenos Aires», «Callejón sin salida», «El diablo con faldas», «La chismosa», «Jettatore», «Noches de carnaval», «Un tipo de suerte», «La vuelta al nido», «Villa Discordia», y «El canillita y la dama», con Luis Sandrini, quien hasta ese momento del cine parlante argentino, había sido uno de los actores con más películas realizadas.
«EL CANILLITA y LA DAMA»: LUIS SANDRINI y ROSITA MORENO
Luis Sandrini despegó con todo en la cinematografía porteña. Comenzando bien de abajo, ascendió al estrellato por méritos propios y porque de alguna manera llegó al público como ídolo popular. En los cines de barrio se amontonaban los espectadores haciendo largas colas para observar al actor que hacía reír y que también tenía sus momentos para pensar y de tristeza cotidiana. Ya en 1938 había filmado varias cintas. Ese año le tocó a «El canillita y la dama», en blanco y negro, comedia de 101 minutos de duración, con la dirección de Luis César Amadori sobre su propio guión escrito en colaboración con Antonio Botta, estrenada en ambas márgenes del Plata el 8 de junio de ese año, teniendo como protagonistas a Sandrini y Rosita Moreno. Se trataba de la simple historia de un vendedor callejero de periódicos que finge ser hijo de un hombre adinerado, enamorándose de su supuesta hermana. Además, participan Lalo Bouhier, Sara Olmos, Miguel Gómez Bao, Juan Mangiante, Armando de Vicente, Eduardo Sandrini -hermano de Luis- Aurelia Ferrer, y María Esther Buschiazzo. «El canillita y la dama» de muy buena proyección en las matinés mostró a un Sandrini de la primera época, en lo mejor que sabía hacer.
«UN BEBE DE PARÍS», 1941
En esa verdadera avalancha de películas argentinas, también se destaca la producción de 1941, «Un bebé de París» con las actuaciones del inefable Enrique Serrano y Paulina Singerman. Realización en blanco y negro, de 76 minutos, dirigida por Manuel Romero, según su propio libro sobre la obra teatral de Carlos Damel y Camilo Darthés, en donde participan entre otros, Ernesto Raquén, Segundo Pomar, María Esther Podestá y Teresa Serrador. En la trama una mujer finge un embarazo para retener a su marido, y luego resulta ser cierto, en una comedia de enredos de total éxito por los cines, realmente recordada por el gran público. Dos años más tarde, en 1943, Libertad Lamarque protagonizaba «Eclipse de sol», otra realización en blanco y negro, de 85 minutos, dirigida por Luis Saslavsky sobre el guión de Homero Manzi reflejada en la obra de Enrique García Velloso, tuvo en los protagónicos a Lamarque, George Rigaud, Angelina Pagano y Pedro Quartucci. En un argumento sencillo, un joven estanciero se casa en secreto con una actriz, a quien deja para regresar al campo y aquella tratará de darle una lección haciéndose pasar por mucama. Y la historia continúa…
«UN BESO EN LA NUCA»: MIRTHA LEGRAND
Tocaba el turno a Mirtha Legrand con el filme en blanco y negro, de 83 minutos, dirigido por Luis Mottura según el guión de Julio Porter sobre la obra de Aldo de Benedetti, de 1946, «Un beso en la nuca», con los estelares de «Chiquita» Legrand, Roberto Escalada, Pedro Quartucci y María Esther Podestá. Se trata de una joven esposa que descubre la infidelidad de su esposo y finge un ataque de amnesia, desconociendo a su esposo y atribuyendo tal calidad al médico que la atiende. Entre tantas producciones aparece otra película más adelante en el tiempo, se trata de «Locuras, tiros y mambo», con Los Cinco Grandes del Buen Humor, Blanquita Amaro y Margarita Padín, en 1950, en blanco y negro, de 74 minutos, dirigida por Leo Fleider, sobre el guión de Carlos A. Petit. El argumento simple pero concreto trata de cinco amigos que se unen a una ciudadana cubana para enfrentar a una poderosa banda que quiere adueñarse del teatro en el que actúan. Una producción bien reidera de otros tiempos de aquel cine argentino. Y habría muchas películas más para destacar, pero eso será en alguna nueva entrega de «Más allá de la nostalgia».
