ASPIRACIONES 2. Tratando de centrarnos en lo verdaderamente importante de lo que debería ser un debate electoral, justo cuando hoy estamos a 83 días del primer llamado a las urnas en este largo proceso electoral que culminará en mayo del año próximo, deseo compartir con ustedes algunas aspiraciones que en común tenemos con un grupo de amigos y que hago propias.
En esta segunda entrega, que sigue a la de la semana pasada, comparto con ustedes, queridos lectores, lo que entendemos debería estar en el centro del debate electoral.
Obviamente no tiene por qué ser compartido por todos, eso es lo lindo de la democracia, se puede tener puntos de vista diferentes. Lo verdaderamente necesario es que se comiencen a hablar de algunos temas o en todo caso, se profundice el diálogo sobre alguno de ellos que ya están en el tapete de la discusión.
Y es justamente ahora, en esta instancia donde comienza el proceso más emblemático de los valores que hay que cuidar, donde el diálogo con la ciudadanía se intensifica, que debemos prestar atención a que la demagogia no tenga cabida, ya que es un flagelo sin signo ideológico y es otro de los principales enemigos de la democracia. Unido a ello también no es posible concebir al mesianismo político, que oprime la voluntad popular y menosprecia la capacidad del ciudadano para decidir.
Las acciones para generar igualdad de oportunidades, la no discriminación y las acciones positivas a quienes son excluidos, no implica solamente destinar recursos para superar esas situaciones, implica también ser eficientes y cuidar la gestión, para efectivamente lograr los objetivos deseados y poder ser más expansivos en las coberturas y aún tener más políticas sociales de protección.
La ineficiencia en la gestión de las políticas sociales es un enemigo de los propios beneficiarios, un enemigo de los esfuerzos de la sociedad y un enemigo de otras necesidades que también sería importante atender. E implica asimismo, cuidar que las acciones en ese sentido estén despojadas de toda intencionalidad proselitista.
Por otro lado, estamos transitando por una verdadera revolución en la concepción de las políticas orientadas a derechos. Sus logros no pueden tener retorno, ni siquiera a la idea que se tenía a comienzos de este mismo siglo.
Los avances de los Derechos de la Mujer, así como de las minorías sexuales y lo que aún falta por construir en ese sentido, deben ser un pilar fundamental. Formamos parte de instituciones pioneras en nuestro país, que han incorporado a la mujer en absoluta igualdad con el hombre y luchando contra toda discriminación por sexo u orientación sexual. Pero, como en todo proceso de cambio, a veces se presentan intolerancias en los extremos de una y otra posición. Como es condenable el atentar contra templos religiosos por su posición en contra de muchos de los nuevos derechos, también lo son las posturas que enarbolan con mayor o menor virulencia estas instituciones, al no admitir aún que los seres humanos pueden y deben responder a sus exigencias más íntimas de orientación sexual, que por otra parte siempre existieron desde el fondo de la historia de la humanidad.
(Continuará…)
LEONARDO SILVA