PREOCUPANTE. Es pasear el domingo a la noche por la costanera y comprobar varias cosas. De alguna de ellas escribimos en nuestra opinión de la página 3 de EL PUEBLO el pasado jueves, y tiene que ver con que cada uno asuma su responsabilidad en esta pandemia, y no seguir trasladando culpas a terceros.
Lo cierto es que cada vez que el gobierno decide limitar de alguna forma el tránsito en la Costanera Norte, su objetivo primario de no permitir que se produzcan aglomeraciones se cumple, pero de lo que parece no percatarse es que las aglomeraciones que tratan de evitarse no es que se diluyan o que no se formen, lo que ocurre en realidad es que éstas se trasladan de lugar. Es como la energía, no se pierde, se transforma.
Este domingo a la noche bastó pasar y ver la aglomeración que se formó en Plazoleta Roosevelt o en la Ciclovía y en La Gaviota. A la ida, la Plaza de las Comunicaciones al comienzo de la Costanera Norte estaba atestada de vehículos detenidos y la gente disfrutando de la placita. A la vuelta, estaba vacía, se ve que había pasado la camioneta de la Prefectura a toda sirena, como andaba recorriendo anoche la costanera. Este fin de semana no pasé por la Costanera Sur, pero sí el otro fin de semana, y ahí también se vio bastante gente conversando y compartiendo mates o bebidas.
Esto no lo digo con el objeto de botonear a los malos vecinos, esos que no se cuidan ni les interesa cuidar a los demás. Simplemente lo escribo para demostrar que por más medidas que adopte el gobierno, el cuidarse, el cuidarnos, depende únicamente de nosotros.
MINISTRO. Uno de los que parece ser el Ministro más simpático y joven que tiene el gobierno es el de Turismo, el exdiputado Germán Cardoso. El viernes los medios fuimos convocados de una hora para otra a una conferencia de prensa que daría el ministro Cardoso en un local gastronómico céntrico a las 13.30.
A la hora señalada estábamos gran parte de los representantes de los medios locales en el lugar indicado, pero estaba cerrado. Una rápida averiguación nos orientó a un restaurante a la vuelta, donde una larga mesa que estaba preparada en la vereda nos indicaba que ahí sería finalmente el encuentro. Cosas que pasan cuando las actividades son organizadas por personas acostumbradas a trabajar desde un cómodo escritorio a cientos de kilómetros en lugar de coordinar con las autoridades locales.
En fin, el tiempo transcurría y el ministro no aparecía. Cuando iban 20 minutos pasados de las 13.30, se ve girar con destreza en la esquina un vehículo oficial conducido por el propio ministro Cardoso, lo que llamó la atención de los presentes, pues teniendo choferes profesionales para manejar y con buen sueldo, manejaba el vehículo el propio ministro.
Resulta que el chofer era un pasajero más del vehículo oficial, pues al descender el ministro, cambiaron roles y el chofer, de chancletas y short azulado, se marchó con el vehículo. Le pregunté entonces a Cardoso si los ministros podían manejar, “claro”, me respondió, a lo que le expresé mi creencia que eso no podía ocurrir por un tema de seguridad, me miró, “no existe ningún impedimento”, “y seguro le gusta manejar”, le dije, a lo que respondió con un simple “me encanta”, y de esa manera zanjó el breve intercambio previo a dar inicio a la conferencia de prensa.
Hasta la semana que viene…
Por: Leonardo Silva