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domingo, mayo 18, 2025
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Angélica Bandera: Una madre que defiende con el corazón y educa con el alma

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Hay mujeres que parecen tener el don de multiplicarse. No porque hagan todo sin esfuerzo, sino porque encuentran en el amor, la vocación y los sueños una fuerza que las sostiene incluso en los días más difíciles. Angélica Bandera es una de ellas.

Con una cámara en una mano y libros de Derecho en la otra, construyó su camino profesional sin dejar de ser esposa, madre presente y alma sensible. Estudió con sus hijos ya en brazos, trabajó sin dormir después de largas jornadas de eventos, y aprendió a equilibrar su tiempo entre demandas, emociones, abrazos y decisiones.

Angélica fue madre por primera vez a los 29 años. En 2016 nació Bruno, y dos años después llegó Catalina. Hoy, con 9 y 7 años, esos “gorditos” —como ella les dice con ternura— son el centro de una vida que no se define por un solo rol, sino por la fuerza de muchos.

Porque Angélica es mamá, pero también abogada y fotógrafa. Es profesional, esposa, editora, emprendedora, mujer. Y en cada una de esas facetas late la misma convicción: hacer las cosas con amor, con empatía y con la profunda humanidad que aprendió en casa… y que ahora enseña a sus hijos.

La abogada que escucha antes de defender

Hay un aspecto fundamental en esta profesional de las leyes y es la de incluir una escucha empática para con el cliente.

Ejercer la abogacía para Angélica nunca fue solo una cuestión de leyes. Desde el principio, su forma de mirar la profesión fue distinta: menos rígida, más cercana. “Primero escucho al cliente. Lo escucho de verdad. Porque no se trata solo de dar una solución jurídica, sino una solución humana”, cuenta.

Ese enfoque empático, que a veces choca con la frialdad de los expedientes, es el que también guía su forma de criar. Porque para ella, la honestidad y la empatía no son solo valores bonitos para enmarcar, sino pilares reales para formar personas que, el día de mañana, construyan vínculos sanos, respeten al otro y se respeten a sí mismos.»Ser un poco una abogada evolutiva en ese sentido»

Una carrera construida en equipo

Angélica se recibió de abogada cuando ya era mamá. Llegar a ese título fue un camino exigente, lleno de sacrificios, desvelos y momentos difíciles. Recuerda muchas madrugadas sin dormir, días enteros entre clases y eventos de fotografía, y esa sensación de tener que estar en todas partes al mismo tiempo.

Pero nunca estuvo sola. Eduardo, su esposo, fue y es su gran compañero. “Somos un equipo. En casa todo se hace en paralelo: la crianza, las decisiones, las responsabilidades. No hay roles rígidos ni tareas asignadas por género. Estamos siempre alineados, y eso es lo que marca la diferencia.”

«Por supuesto Eduardo, (su esposo) fue un pilar fundamental para que yo me pudiera desarrollar en esa otra actividad. Que tenemos un excelente equipo en casa, que somos un excelente equipo, que siempre tratamos de organizarnos y de poder articular para poder desarrollar nuestras actividades. Que tuvimos apoyo siempre de nuestros familiares, de nuestros amigos, para poder llevar a cabo las actividades, las actividades laborales.»

Dice Angélica que para que una madre pueda crecer, soñar y desarrollarse, tiene que existir una red que la sostenga. Y en su caso, esa red fue firme, presente y generosa.

Criar con empatía también es revolucionario

En un mundo que exige resultados, eficiencia y perfección, Angélica cree en criar desde otro lugar. Con paciencia. Con escucha. Con presencia real.

“Creo, y creemos, que el mejor camino es educar con honestidad y empatía. No hay recetas mágicas, pero si esas dos cosas están presentes, estamos más cerca de formar personas libres, felices y buenas.”

Ese mensaje, que transmite con el ejemplo más que con las palabras, es el mismo que quiere dejar a todas las madres en su día:

Si tenés un sueño, no lo sueltes. No importa cuánto tiempo lleve, ni cuántos sacrificios haya que hacer. Con ganas, perseverancia y un buen equipo, se puede. A veces cuesta, pero vale la pena.”

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