Vivía a pocos metros de la sede de Santa Rosa. Por eso, bien que puede admitirse que ALEJANDRO ACUÑA fue un presidente de todas las horas. Pero además en el club y en el barrio, lo recuerdan como alguien que “no necesitó un cargo en la Comisión Directiva para colaborar con el club. Colaboraba siempre, porque además era de los que transmitía un permanente afecto por el club, por sus cosas. Por eso decimos que Santa Rosa no lo olvidará”.
El fallecimiento del presidente de la entidad “santa” a la edad de 54 años, consterna al fútbol salteño en su totalidad. Su humano ejemplo superó claramente los límites del club de sus sentimientos. Fue un claro ejemplo del tesonero dirigente que no deja de estar, más allá de los vaivenes propios del tiempo.
“Un imprescindible”, al decir de quienes valoran sus dotes. Su entrega a la causa. Por eso Santa Rosa….lo alojará en el permanente rescate de la más encendida gratitud.
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