Una turbonada o huracán – nunca se puede afirmar con precisión – que costó dos vidas y algunos lesionados, seguida a las pocas horas de otra fuerte tormenta y el anuncio de una alerta roja, que finalmente no aparejó más peligro, no es una situación habitual en la ciudad.
Una vez soportada la primera y más grave de estas situaciones el domingo anterior, que a la postre costó dos vidas en la misma familia, Salto recibió la alerta roja que anunciaba un segundo evento similar a las pocas horas.
Este resultó ser en realidad la alerta sobre el primer evento, que llegó tarde, cuando éste ya se había producido.
Pero 72 horas después, el miércoles último para ser más exactos, se recibió desde Presidencia de la República, otra alerta roja. En este caso se puso en práctica el protocolo establecido para estas situaciones, el que determina el cierre de todos los servicios públicos para la zona.
La misma decisión adoptó la Intendencia Departamental para sus servicios, aunque felizmente los daños que se anunciaban con vientos de más de 120 km por hora y copiosas lluvias, no llegaron a esta parte del país.
Pero los daños de la tormenta del domingo último y el «repaso» de los vientos en la madrugada del miércoles, todavía pueden verse en algunos puntos de la ciudad.
Es que estas situaciones sirvieron para demostrar que Salto no está en condiciones de hacerles frente con la respuesta que corresponde y esto es lógico. No estamos en zona de tormentas intensas y menos que se produzcan asiduamente.
De todas formas el servicio de emergencia respondió eficientemente. De acuerdo a los recursos con que se cuenta se acudió lo más prestamente posible a aquellas situaciones donde había riesgo para la vida humana o para viviendas habitadas.
Pero esto desnudó también las carencias y los errores que se cometieron. No estamos pasando factura de éstos, porque es razonable que se hayan producido cuando no estamos habituados a este tipo de tareas.
Ahora bien, teniendo en cuenta que existen posibilidades de que estas situaciones se reiteren, es necesario, imprescindible diríamos, aprender de los errores, montar un sistema eficaz y eficiente para enfrentar estas calamidades y en especial para prevenirse de los daños, en especial sobre la vida humana que puedan causar.
Esta es la cuestión.
Una turbonada o huracán – nunca se puede afirmar con precisión – que costó dos vidas y algunos lesionados, seguida a las pocas horas de otra fuerte tormenta y el anuncio de una alerta roja, que finalmente no aparejó más peligro, no es una situación habitual en la ciudad.
Una vez soportada la primera y más grave de estas situaciones el domingo anterior, que a la postre costó dos vidas en la misma familia, Salto recibió la alerta roja que anunciaba un segundo evento similar a las pocas horas.
Este resultó ser en realidad la alerta sobre el primer evento, que llegó tarde, cuando éste ya se había producido.
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La misma decisión adoptó la Intendencia Departamental para sus servicios, aunque felizmente los daños que se anunciaban con vientos de más de 120 km por hora y copiosas lluvias, no llegaron a esta parte del país.
Pero los daños de la tormenta del domingo último y el «repaso» de los vientos en la madrugada del miércoles, todavía pueden verse en algunos puntos de la ciudad.
Es que estas situaciones sirvieron para demostrar que Salto no está en condiciones de hacerles frente con la respuesta que corresponde y esto es lógico. No estamos en zona de tormentas intensas y menos que se produzcan asiduamente.
De todas formas el servicio de emergencia respondió eficientemente. De acuerdo a los recursos con que se cuenta se acudió lo más prestamente posible a aquellas situaciones donde había riesgo para la vida humana o para viviendas habitadas.
Pero esto desnudó también las carencias y los errores que se cometieron. No estamos pasando factura de éstos, porque es razonable que se hayan producido cuando no estamos habituados a este tipo de tareas.
Ahora bien, teniendo en cuenta que existen posibilidades de que estas situaciones se reiteren, es necesario, imprescindible diríamos, aprender de los errores, montar un sistema eficaz y eficiente para enfrentar estas calamidades y en especial para prevenirse de los daños, en especial sobre la vida humana que puedan causar.
Esta es la cuestión.
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