Guillermo López – Concordiense Ex combatiente.
En el año 1981 Guillermo López se encontraba en Inglaterra, realizando un curso de navegación y conocimiento en el nuevo buque adquirido por las fuerzas armadas de la República Argentina.
En diciembre de ese año, surcan el Atlántico para llegar a costas del vecino país.
En Enero y febrero a bordo del destructor Ara Santísima Trinidad (así fue bautizado) realizan maniobras de entrenamientos para conocer ‘el nuevo integrante’ de la flota que luego sería una de los buques fundamentales y de gran importancia en la Guerra de Malvinas.

‘Tito’ como así se lo conoce en la vecina ciudad de Concordia, en ese momento tenía 26 años, siendo Cabo 1ro. Electricista, técnico en telefonía, tripulante del Santísima Trinidad.
Por su viaje previo al Reino Unido, la familia de López en Argentina jamás se enteró de su participación en la Guerra de Malvinas, tampoco en su barrio natal; Tito es nacido en el Barrio Sur o también llamado barrio de la Cárcel, situado en las calles Perú y Andrade. Hoy tiene su taller de trabajo muy cerca de la zona de su infancia; Andrade y 25 de Mayo.
En una extensa charla nos metimos en la Guerra de Malvinas y también en todo lo que sucedió después con los soldados que volvieron.
“Nosotros íbamos pre destinados a la defensa de los buques que llegarían a la Isla para después desembarcar. Dado al gran temporal que hubo, con vientos de ciento cuarenta kilómetros en la hora y olas de ocho metros, en los buques donde iban helicópteros y camiones hubieron daños por el temporal y por ende debimos quedar más días.”

A Malvinas sin saber porqué
“El 28 de marzo de 1982 zarpamos rumbo a las Malvinas a las 8 de la mañana, en total habíamos cuatro personas nacidas en Concordia, éramos doscientos veinte tripulantes en el destructor.
Nosotros no sabíamos hacía donde íbamos, no teníamos idea en principio, porque no nos habían comunicado nada. Pensamos que íbamos a un conflicto con Chile, en los pasillos del buque se hacían comentarios pero no teníamos idea.
El 1° de Abril a las 10 de la mañana se nos comunica que nosotros íbamos a Malvinas a recuperar nuestras Islas, imagínese que la sorpresa fue muy grande.
Nos explican que debíamos ser lo más correcto posible, no podíamos matar a nadie, no debíamos romper ningún edificio, tampoco ningún tipo de violación de derechos, en concreto íbamos por 5 días de combate, teníamos que arrear la bandera inglesa, izar la bandera Argentina y defenderla como mínimo 3 días. Esta acción nos daría la oportunidad de negociar en forma diplomática durante 150 días más mínimo.
En la isla iba a quedar un pequeño contingente del ejército de marina y fuerza aérea, algunos de prefectura y gendarmería y nosotros nos replegábamos. Cuando llegaran los ingleses a la isla (que era seguro) habría un ‘tiro de honor’; por esto ellos debían respetar nuestras vidas, eso fue lo que nos comunicaron.
El 1 de abril a las 21;45 ya estábamos desembarcando en la isla. Yo no descendí, lo hacen si los infantes de Marina, bajan con el Capitán Giachino, un grupo va a la casa del gobernador Rex Hunt y otro sobre los soldados ingleses, en ese momento se hacen los primeros combates.”
Horas dónde se hablaba de victoria y rendición de los ingleses; una falacia.
“La madrugada del 2 de Abril, el combate ya se había desatado, se escuchaban los fuertes impactos, las explosiones, nuestra orden era que hubiese mucha explosión mucho ruido, pero no tirar a matar.
A las 10 de la mañana del 2 de Abril se rinde el gobernador y los soldados ingleses son tomados como prisioneros, la sangre derramada (bajas) son la del Capitán, Mayor Pedro Edgardo Giachino, la del oficial Quiroga y el Cabo Urbina quienes después se recuperaron, Urbina era enfermero.
Giachino fue el primer caído en batalla.”
Uruguay; lugar donde se envía a los prisioneros ingleses.
“Los soldados británicos y el gobernador son llevados a Montevideo y de ahí la Cruz Roja interviene para trasladarlos a su país. Todo eso ocurrió el 2 de abril, fue una operación muy rápida muy perfecta, bien planificada, todo se cumplió a la perfección.
Nuestra misión era de 5 días, por lo que nos sobraron 4; por ende se hicieron rastrillajes por si habían soldados escondidos o algo que hubiese quedado ahí que significara una amenaza.
Nosotros ya dábamos por cumplido y nos volvíamos con la esperanza de que todo había finalizado, que la guerra se terminó en ese momento. Nos sentíamos triunfantes con la bandera Argentina izada y flameando en Malvinas.”
Orden de volver a la Isla.
“Cuándo llegamos a Puerto Belgrano nos encontramos con una realidad distinta; la guerra continuaba.
Mi familia no sabía nada donde yo estaba, en ese entonces era soltero, mi madre y mi padre no sabían donde me encontraba.
Cuando estábamos parados en el puerto Belgrano nos dicen; ‘escriban una carta a sus casas, avisen donde estuvieron porque debemos regresar a Malvinas.’
Cargamos combustible, víveres y municiones, zarpamos nuevamente, ahí permanecimos hasta el final de la guerra.”
El Ara Santísima Trinidad y las distintas misiones.
“El 14 de Junio se termina la Guerra, nosotros fuimos comunicados que debíamos permanecer para custodiar y escoltar a los buques Ingleses hasta puerto Madryn, donde bajaron los más de diez mil soldados prisioneros argentinos. En el destructor Ara Santísima Trinidad comenzamos la misión a fines de marzo del ’82 y terminamos cerca del 9 de julio de ese año, fue bastante larga nuestra participación. Fuimos a la recuperación, activos en la defensa y después por último estuvimos en la custodia de los prisioneros argentinos.”
El desembarco y recibimiento de los argentinos prisioneros de Malvinas; “un momento muy triste, muy difícil y cruento”.
“Ver cómo bajaban los soldados, que no sabían dónde estaban, en qué puerto se encontraban, no conocían Puerto Madryn.
El muelle es un espigón muy grande de dos kilómetros, son cemento y mar. Los camiones que estaban en la orilla totalmente tapados, no se veía nada hacia adentro, los colectivos también tenían los vidrios tapados para que la gente no los pudiera ver, era un panorama muy triste muy desolador.
Ver a los soldados como llegaban, en que estado, casi sesenta días algunos.
La guerra duro 74 días, hubieron regimientos que por 2 meses estuvieron totalmente aislados, otros soldados por un lapso de 20 días no tuvieron ningún tipo de asistencia en Malvinas, sin víveres, sin sanidad, sin abrigos, volvieron muy delgados y devastados.”
López dialoga con un soldado y se da cuenta de la situación.
“Uno de ellos se sale de la fila, rompe la formación y de inmediato yo le digo que debe volver y mantener el orden. Se sorprende porque entiende el idioma. Él me dice; ‘hey yo entiendo tu idioma’, yo le contesté; ‘si claro que me entendés, si somos hermanos.’
El me respondió; ‘Dónde nos llevan, no, no dónde estamos?, esto no es Argentina.’
En ese momento veo como los trasladaban, en esos camiones, todos cubiertos y sin pena ni gloria. Cuando vas a una guerra te despiden con amor, con saludos y honores, pero cuando volvés derrotado y abatido como ellos volvieron, realmente era muy triste.”
Gobierno y sociedad ausente.
“Haber soportado todo lo que pasaron y todavía llegar y que te den la espalda fue lo peor, incluso familiares de los propios soldados argentinos no los recibieron como se merecían.
Después de volverme de Malvinas pido la baja para ser civil y me involucré en la vida cotidiana de inmediato. No se puede soportar tanta miseria, fueron muchas cosas.”
La necesidad de los Centros de Reuniones de los ex combatientes.
“En Entre Ríos hay tres centros, acá en Concordia hay uno, en Paraná otro, y en Diamante en el centro de la provincia.
Nos reunimos una vez al año en una convocatoria masiva con todos los centros de la Argentina.
Siempre hay una intercomunicación, formamos una federación, firmamos convenios y a nivel nacional tenemos una confederación de veteranos de guerra.”
Un relato y encuentro de salvataje, 40 años después.
“Fue muy emocionante un encuentro que tuvimos cerca de Paraná en Diamante. Dos integrantes de la Marina se encuentran sin conocerse, uno de ellos estaba en ese momento en un buque de salvamento en el rescate del crucero Belgrano, él cuenta que salvó y tomó de los pelos a un soldado y ahí en ese momento le dice quién lo escuchaba atentamente; ‘Vos fuiste quién me salvó la vida!.’
Personas que no se conocían y de ahí en más nace una hermandad, un vínculo que no se romperá jamás.”
Cómo se vivía la guerra desde el Santísima Trinidad.
“Nosotros estábamos muy cerca de la costa, se escuchaban los fogonazos, los estruendos, jamás habíamos participado de algo así.
Trabajábamos con radio apagada, a menos que pasará algo grave no interveníamos, teníamos mucha confianza en nuestros soldados, mucha fe en ellos. Había mucha tensión, nuestro buque estaba entre las piedras de Malvinas, no teníamos lugar para salir y tampoco retroceder, muy expuesto si nos atacaban. Estábamos a 6 kilómetros de la costa, alguien con un arma muy chica nos podía hacer tremendo daño desde tierra. Pasábamos en alerta toda la noche, la tripulación no dormía, se había declarado ‘alerta roja’ estábamos cubriendo cruceros de guerra.”
La derrota; la dura noticia
“Nosotros nos enteramos a las 10 de la mañana de ese 14 de junio. Ya se estaba hablando de rendición, el buque nuestro hacía de radar, nosotros teníamos las antenas que permitían tener el contacto directo con el continente y de ahí la retransmisión a las islas, de esta manera percibíamos siempre las noticias.
Estábamos sabiendo que nos quedamos sin municiones, era probable un cese del fuego. A las 14 horas de ese día nos enteramos definitivamente de la rendición, nada agradable fue escuchar eso por los alto parlantes del buque. Mis compañeros de la sala de máquinas no lo querían saber, era como si ignorábamos la información. Se nos ordena en esos momentos trabajar para la retirada; avisar de inmediato a los pilotos que estaban en el aire, a los navegantes que volvieran a la base y se replegaran porque era tiempo de volver. A los dos días nos avisan nuevamente debíamos volver a Malvinas para coordinar el regreso de los soldados, prisioneros de guerra.”
El retorno a Concordia, López de vuelta a su ciudad natal.
“El regreso fue bastante doloroso, soy uno de los últimos en volver, ya todos estaban en sus casas cuando yo todavía estaba en el mar.
Había trabajo que hacer en el Destructor, por eso coordinaron salidas de distintos grupos de trabajo, a mi me tocó quedar.
En Agosto del ’82 recién vuelvo a mi casa, hacia prácticamente dos años que no venía a Concordia, un año antes estuve estudiando en Inglaterra justamente en el buque que fue mi hogar todo ese tiempo.
Cuando llego a mi casa fue muy triste, no quería tener contacto con nadie, me aislé por muchísimo tiempo.
Después solicité la baja y definitivamente quedé en la ciudad.
Jamás le dije nada a mi familia, no se hablaba del tema. En mi barrio no sabían que yo había participado en la guerra. Con el paso del tiempo fui ‘saliendo’ sin ayuda, sin atención post guerra. Sólo pude ir hablando de lo sucedido.”
Ex combatientes; suicidios en el abandono.
“Fuimos olvidados, hubo mucha negligencia, no había médicos, tampoco psiquiatras, nadie nos atendió.
Eso llevó a que muchos ex combatientes se quitaran la vida. No se conseguía trabajo.
Si vos decías en ese momento que habías estado en Malvinas de inmediato aparecía el comentario ‘este es un loquito de la guerra’, la sociedad fue muy cruel con nosotros.
Como trabajé por las mías y sin hablar de que había estado allá no tenía problemas de generar mis recursos.
Una de las causas por la que comenzamos a juntarnos fue esa; nos sentimos muy sólos.
Formamos pequeños grupos en distintos lugares de la Argentina, y de verdad no nos dábamos cuenta que estábamos mal. Hablando entre nosotros fuimos descubriendo nuestro estado de salud mental principalmente.
Veíamos en los compañeros ciertas conductas, y que cada uno hacía lo mismo.
Nos llamaba la atención la cantidad de suicidios, la noticia que un soldado se auto eliminaba era triste para nosotros, era peor que caer en combate, se habían salvado allá pero se morían acá, en su casa.
El alcoholismo, el exceso de alimentación, la falta de trabajo, más el trauma de la guerra sin atención médica era el detonante, por lo que setecientos compañeros se quitaron la vida; muchos más de los que cayeron en combate defendiendo la patria.
Muchos heridos, muchos que quedaron inválidos, perdieron miembros en su cuerpo, eso fue cruel porque los condenó de por vida y muchos no lo superaron.
No hubo ningún amparo del gobierno apenas llegamos de Malvinas, la post guerra fue muy cruel, muy fea.
No fue solamente acá en Argentina, supimos un tiempo después que los ingleses pasaron por lo mismo, sufrieron muchos problemas, también hubo muchos suicidios en ellos.
Una cantidad importante de chicos (soldados) no tenían familia, se las tenían que arreglar sólos, con el paso del tiempo nos ocupamos de ellos. Allá adelante en el tiempo apareció la atención médica pero ya setecientos soldados se habían quitado la vida.
Malvinas en combate se llevó seiscientos cuarenta y nueve argentinos, por eso te repito que el después fue aún más tremendo.”
Los medios de comunicación; una herramienta para pedir ayuda.
“Ir a los medios fue muy importante, no para hablar de la guerra sino para pedir ayuda. Al principio no se podía a hablar de lo sucedido después si. Hoy contamos con ayuda del estado y beneficios importantes.”
Le pedimos a Guillermo López que deje un mensaje a los jóvenes, porque los que estuvieron fueron jóvenes que defendiendo a su patria se metieron en la historia grande de la Argentina. Más de seiscientos no volvieron. Más de setecientos volvieron y no pudieron soportar el después.
“Nosotros damos muchas charlas en las escuelas, y lo que más le decimos a los jóvenes es que se preparen, para que no haya más guerra, porque las armas a la única que tiene de aliada es a la muerte. Las armas no tienen piedad, te matan, pero también te matan los recuerdos de lo sucedido y la vivencia. Te mata que tu compañero se encuentra bajo tierra o en el fondo del mar y vos estás acá gozando de la vida y sus familias no lo tienen más, se fueron para siempre.
Le pedimos a los jóvenes que estudien, que conozcan y que amen. Que amen a su prójimo y que defiendan lo que quieren. Nosotros perdimos mucho mas que Malvinas, por desconocimientos. La riqueza que tenemos es muy grande, y no la explotamos porque no la conocemos y no podemos ser ignorantes justamente para no perder más de lo que tenemos.
Hoy la cantidad de buques pesqueros que entran en nuestras aguas y depredan, es pérdida para nosotros, usurpan nuestro mar. Debemos luchar pero con conocimiento no con armas. Los jóvenes deben aprender, no pueden ser ignorantes, si logran salir adelante serán independientes, de lo contrario, seguirán en la misma situación.”
Actualmente Guillermo López tiene 70 años y realiza una tarea ejemplar; fabrica y repara sillas de ruedas en su taller, ayuda a las familias que tienen personas a su cargo con discapacidad.
De esta manera sigue estando al servicio de la sociedad y puede interceptar el mensaje de aquellas personas que necesitan ayuda.
Cómo en el Ara Santísima Trinidad sigue comunicando y uniendo vidas.
