En alguna oportunidad hemos vertido nuestra opinión sosteniendo que los medios escritos, en papel no habrán de caducar nunca. Nuestra convicción pasa el rol que vemos en cada uno de los soportes actuales.
El celular, como la nueva “vedette” de las comunicaciones, vemos que ocupa un rol diferente en las comunicaciones. Vemos que sirve para comunicarse, para saber en qué anda otra persona o donde se encuentra y para todo tipo de comunicación breve.
Nunca un soporte digital, a nuestro entender podrá ocupar el rol del libro, del diario o la revista, por la sencilla razón de que hasta el momento las diferencias son notorias. Para seguir un razonamiento o sencillamente para conocer el contenido de una novela o cualquier otro texto que requiere mayores explicaciones, se sigue prefiriendo la lectura en papel.
Aquello de que las nuevas generaciones no leen el papel, es falaz. En primer lugar, los jóvenes no leen textos extensos en el papel ni tampoco leen textos extensos en otros soportes, llámese digital, electrónico o similar.
Quizás debiéramos decir sencillamente que los jóvenes (no todos) sencillamente no leen los textos extensos, porque no les interesa o porque los consideran alejados de sus propios intereses.
La iniciativa de implementar una feria del libro a nivel local, incluyendo charlas, presentaciones y exposiciones de algunos de los autores de libro, es una iniciativa loable que merece el máximo apoyo posible.
No sólo para fomentar la lectura, sino para intercambiar experiencias culturales, vivencias y abrir la mente de las generaciones a otra forma de analizar, de reflexionar y de pensar.
La presencia de docentes debería ser numerosa, porque seguramente todo quien pueda difundir o afianzar la lectura debería de nutrirse en iniciativas como las que nos ocupa.
Es probable que se nos tilde de veteranos de otra época que “ya fue”, pero en cuanto no se demuestre fehacientemente que hay cosas mejores, seguiremos aferrados a nuestros conceptos.
Nuestro gran temor es que precisamente las nuevas generaciones dejen de leer, de discernir entre un mundo virtual, que se nutre en gran parte de un mundo irreal que se hace pasar por realidad.
Recordamos que mucho tiempo atrás advertíamos el riesgo de confundir el mundo “virtual” con el mundo real. Es lo que está pasando. Hoy esta diferencia parece no importar y muchas de las cosas que encontramos a diario, que evidentemente no son reales, se hacen pasar por tales, debido a que nadie advierte que se trata de un montaje que responde a lo que el consumidor quiere ver. Si está mirando una realidad o una ficción a nadie parece interesar y por este camino vamos mal.
A.R.D
