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domingo, 23 de febrero de 2025
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La sociedad perfecta

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Está bien. Un equipo cuando juega bien, no es en función de la trascendencia de uno o dos jugadores. Se supone que la estructura asiste como factor esencial. 

Es establecer la razón del peso colectivo. 

Está bien. Y es así.

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Pero en algunos partidos, determinadas influencias no se discuten, sobre todo cuando una sociedad cobra elocuencia y ejerce el desnivel.

A partir de Nicolás Fagúndez y Braian Rodríguez….¡esa sociedad generosamente expuesta!. Y sobre todo en función de la elaboración primero y los goles después. 

En los 22′ del primer tiempo, cuando el «Zurdo» filtra esa pelota que se prolonga en la ubicación de Braian Rodríguez-. El goleador que fabrica el espacio justo, para que el remate se vaya sobre el segundo palo. Allá se cristalizó el destino marcado. El gol como básica consecuencia.

En ese primer tiempo, en que ya Ceibal fue exponiendo criterio superior, con picos de rendimiento colectivo y la prolijidad táctica como amparo. 

Arsenal resultó la moneda opuesta. La crisis de funcionamiento. 

Los dos puntas sometidos a la soledad. La pelota que nunca les llegó. Ni a Vargas ni al «Pitu» Echenausi. La influencia de los volantes en Ceibal y un desequilibrante Agustín Suárez para meter velocidad en el mano a mano sobre Leonardo Alvez. 

El 1 a 0 fue reportando justicia. La justicia por ese Ceibal de la propuesta que resultó útil, que no le fue esquiva la jerarquía a partir de intérpretes como Fagúndez.

El «Zurdo» no se estacionará en ningún rol secundario. Nacido para influir.

Es un influyente a sol y sombra.

¿CÓMO HACER Y QUERER?

Cuando despegó  el segundo tiempo, Arsenal recambió la actitud. Hasta se atrevió a imponer la receta, con Emiliano Maciel en cancha, la tentativa por la zurda para progresar y alguna diagonal en el atrevimiento. 

Pero acaso Arsenal apagó el fuego creador en los metros finales. Hasta que no existió. Con limitado perfil estratégico. Cómo hacer y cómo querer, en medio de una pretensión superior: la de ese Ceibal de mecha encendida.

Como por ejemplo a los 26′ de la recta complementaria, cuando Nicolás Fagúndez golpeó maestramente la pelota, desde la izquierda, para localizar en centro a Braian Rodríguez. 

Un delantero como Braian es capaz de eso: elevando el cuerpo, llegando al cabezazo. Un pleno y total en el área. Casi de emboquillada el impacto para que Ernesto Samit se quedara sin poder evitar, más allá del objetivo que no le faltó.

Otra vez, en Ceibal, el imperativo de esa sociedad. Otra vez la pericia del «Zurdo». 

El terco «Zurdo» que se convence: solo se trata de jugar. Y juega. 

Y va la gambeta. Y limpia la senda. Y la pasa. Y propone. 

Pincelada creativa. Es un mago creador.

Más esa precisión de pegada. Braian fue el interprete perfecto. 

Uno que abastece, el otro que resuelve. Demonios de ofensiva. 

Arsenal no supo cómo y quedó expuesto a la duda del futuro.

Le restan dos partidos: no puede vacilar.

Ceibal, es el creíble en la actitud y en la verdad del que no se oculta en la vacilación. Sale a pecho descubierto. No le tiembla su razón. Menos que menos, esa sociedad de la transparencia. Porque es una sociedad auténtica. Juega a jugar. Ese es su fin.

               -ELEAZAR JOSÉ SILVA-

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