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miércoles, 12 de marzo de 2025
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Pablo Sánchez y Walas Menoni se unen en “Rastros”: una experiencia sensorial única

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Liliana Castro Automóviles
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Pablo Sánchez y Walas Menoni son dos artistas de vasta trayectoria que han obtenido reconocimientos a nivel nacional e internacional – unen sus expresiones artísticas en la propuesta “Rastros” donde se conjuga lo sonoro y lo plástico, llevando a espectador a un éxtasis cinético.
Las composiciones musicales representan la transmisión de las ondas en el espacio describiendo metáforas a través de la imagen.


“Rastros” se presenta como una serie de frecuencias minimalistas sonoras que cargan de carácter hipnótico a las instalaciones, a través de formas de esculturas audio-cinéticas que generan un trance diferente al habitual.
Da lugar un campo amorfo, indefinido y propicio para acoger la creatividad que se genera en los campos alternativos de la dualidad sonido y plástica.
El ciclo se estrenará el próximo 29 de octubre en la sala El Andén a las 21 horas.


Desde “Rastros” se confirma que todos los elementos visuales existentes en el recuerdo, sea éste consciente o no, forman parte del observar, es decir son recuerdos que van dejando huellas en la mirada, y de esta forma se crea un velo de matices que nos define como sujetos de la experiencia. La producción visual en el desarrollo de esta experiencia, es parte de este velo a través de la mancha.
“Rastros es parte de tomar a la mancha como elemento abstracto de exploración, y eje fundamental de reflexión y desarrollo de producción artística; no como la mancha realista de Velázquez o naturalista de Cezanne, sino la mancha por sí misma.

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Marcha por la Vida - Viernes 28 de marzo, 19:15hs


Considerando a la mancha como signo; en el proceso las conexiones surgen al exponer las maneras en que la materia fue tomando forma en las superficies, en su totalidad como producto del azar , resultado de las instancias instintivas donde lo más dinámico sucede en la interacción entre el cuerpo y la materialidad.
“No se puede prever o describir previamente la acción ni los actores. Todo comienza como una aventura desconocida en un lugar desconocido. Sólo en el momento de acabar, en una iluminación de conciencia, se le reconoce la
cantidad y la función previstas… El resultado tiene que ser un milagro… una revelación, la satisfacción inesperada y sin precedentes de una necesidad desde
siempre familiar… creo que el problema no es el ser abstracto o figurativo. Lo que se tiene que hacer es poner fin a este silencio y a esta soledad, respirar y
extender los brazos de nuevo”.


ESPACIO PICTÓRICO BASADO EN LA ESPONTANEIDAD
como un configurar un espacio pictórico basado en la espontaneidad y fluidez del trazo, aproximándose al vacío complementario de las formas, invitado a un dialogo con el abismo dado al perder la noción de los contornos donde todo se funde.
Darle existencia al universo de “RASTROS” fue dejarme provocar, asociar, descubrir lo oculto, lo desconocido de la imagen o completar lo que faltaba, poniendo atención a lo conocido, permitiendo el ejercicio mental de imaginar desde lo más evidente hasta alcanzar la interpretación subjetiva.


EL MITO DE PLINIO Y EL MITO DE LA CAVERNA
En “Rastros”, el mito de Plinio y el mito de la caverna se explican en la cita anterior en torno a la proyección de un objeto como una manifestación común en la construcción de la representación. El objeto real para Platón se vuelve un engaño a medida que su proyección lo reemplaza, y desde este punto de vista la representación se aleja de la verdad mediante el arte. Para Plinio en cambio, la proyección de la sombra reemplaza el sujeto real, y no pone en duda su utilidad; el novio de la hija de Butades es suplantado por la mancha que define su contorno. Este mito sobre el origen de la pintura da un lugar a la sombra y a su huella asociada en la historia de la representación, lo que permite analizar el desarrollo de esta memoria desde este punto. Una vez fijadas las formas de la mancha, el espectador se enfrenta a la obra y la observación de esta supone una búsqueda casi instintiva del ojo por reconocer lo antes visto o imaginado, la mancha se convierte en un ente evocador, a partir de la búsqueda incesante dentro del registro personal, como elemento relevante en la reflexión en torno a la forma. La psicología cognitiva asociada a los procesos ópticos explica esta secuencia del proceso perceptivo de esta forma.”
La mancha es considerada como la evocación del imaginario. Cuando niño, observaba el techo de madera antes de dormir, las betas y nudos de la madera me hacían imaginar siluetas, animar personajes, y adaptar sus fisonomías para constituir un registro que fuese capaz de hacerlos interactuar entre ellos, iniciando un relato, una narración. Con el paso del tiempo observarlos desde la misma posición, los volvía monótonos y el emplazamiento del punto de vista comprendía un interesante ejercicio, entregándole versatilidad a cada personaje. Pronto los cambios se vuelven innecesarios, superficiales y la ubicación primera es imposible de cambiar, porque el ojo conoce y “reconoce”.
La mancha y el acto de manchar, fuera de toda figuración o narración, supone la introspección como un modo de ver y hacer.
“Retroactivamente se puede afirmar que la escritura, la pintura y luego la fotografía son la versión corregida y calculada de las expresiones directas y orgánicas, de las impresionantes revelaciones del cuerpo, en su efusión difusa, de su extrovertida difusión incontinente y confusa.”
Ronald Kay se refiere a la mancha desde su estadio más primitivo, el cuerpo, y la observación de fluidos y secreciones; donde no está presente la toma de decisión en la dispersión de estos.
“La mancha es la impronta húmeda, la letra primordial de dicha escritura corporal; es la huella inmediata que el organismo traza de su interior.”
La mancha producto de la proyección del cuerpo genera una sombra y la mancha como exteriorización de los fluidos de éste son para Kay huellas de la ausencia del sujeto, son lo que queda de él, sin embargo difieren en su materialidad: la sombra es pura visualidad mientras que la exteriorización de un fluido registrado como mancha es una huella concreta de exhibición de su interioridad física. La temporalidad de la huella nos permitiría vincular el tipo de mancha antes descrita con la finalidad del dibujo chino, en el cual se privilegia la ejecución y el tiempo implicado en el trazo, procurando una sugestión antes que una semejanza.


“Por su doble cualidad, la tinta a la vez una y múltiple, la tinta, al igual que el pincel, es considerada como una manifestación directa del universo originario. Desde este punto de vista, al usar tinta, el pintor no se propone tan sólo reproducir los efectos de la luz sino sobre todo captar la luz en la fuente donde mana. La mirada del pintor se vuelve hacia adentro, de modo que tras una lenta asimilación de los fenómenos exteriores, los efectos de tinta que suscita no son más que la expresión matizada de su alma.”
La reflexión e interiorización de todo aquello que nos rodea es como para los chinos la fuente de inspiración que permite concretar el proceso creativo, siendo esta una manera de exteriorizar el alma. La idea de una mirada sobre la materia, una mirada ensimismada que individualiza su comprensión de las formas, utiliza el trazado de unidades independientes, que no pretenden ser todas iguales sino que intentan reproducir el momento presente de la luz; la cual cambia continuamente así como cambia la percepción que tenemos de ella y su sombra. El pintor chino traduce las formas de las sombras sobre el papel (lleno) y la luz de tales formas es el blanco del papel (vacío).
La mancha es considerada como huella, indicios que visualizan un acontecer previo dando pistas de su origen, las manchas como formas que se impregnan en otras, superponiendo capas de información visual. Phillippe Dubois se refiere a la fotografía como huella luminosa en su principio más elemental, emparentándola de esta manera con los signos que dan cuenta de sucesos; “humo(indicio de un fuego), la sombra(indicio de una presencia), la cicatriz (marca de una herida).” Todos estos tipos de manchas suponen una relación directa o física con el objeto que la ejecuta. En la Medicina se habla de máculas: mancha plana, cambio localizado de coloración de la piel que se relaciona a diversos mecanismos del cuerpo humano, según el color de la mácula es posible advertir qué zona presenta anomalías.
La mancha como evasión, ella logra confundir, evadirnos de la definición de los contornos remitiéndonos al origen amorfo y homogéneo de nuestra visualidad, allí donde no tenemos recuerdos concretos, puesto que la distancia temporal con ese primer momento de la visión, es el primer indicio de las formas y colores, la mancha está presente desde el inicio de la actividad sensorial de nuestra vista, entregándonos las primeras pistas de qué podremos ver, qué sucederá al abrir nuestros ojos enfocar un punto y acercarse o alejarse de él, como relata el siguiente comentario sobre el camuflaje:“La táctica del camuflaje puede instruir sobre algunas virtudes de la mancha. Por la mancha se cita una etapa arcaica y constituyente de la historia de la visualidad: aquellos primeros tanteos de la visión en sus esfuerzos por identificar los objetos que en ese estadio sólo logran organizarse a través de los enfoques más crasos como meras manchas, difusas nebulosas, en el cielo de la retina.”

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