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martes, 27 de mayo de 2025
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Aprendiendo a convivir desde los cimientos

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Diario EL PUEBLO digital
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El cooperativismo tiene muchas modalidades, desde las de consumidores, que comparten ventajas de comprar al por mayor, hasta las cooperativas de producción, las de ahorro y crédito, las que funcionan en el agro y otras.
Pero sin duda que la forma principal de cooperativismo en el Uruguay está representada por las familias que comparten desde los cimientos, es decir desde la compra del terreno donde se asentará el proyecto, hasta la formación en valores sociales imprescindibles cuando los vecinos de puerta están a corta distancia y hay muchos espacios comunes a todos y para disfrutarlos deben necesariamente recibir formación en lo que es la vida en común.
En Salto esta modalidad cooperativa ha florecido en los últimos años, al punto que son miles las familias que han logrado solucionar mediante este sistema el acceso a la vivienda que a un precio similar o generalmente menor aún al del arrendamiento disfrutan de ella y albergan la esperanza de pasar a ser propietarios al cabo de un par de décadas. Salto albergó la primera cooperativa de vivienda por ayuda mutua que se conoció en el país. Fue a fines de la década del sesenta, cuando un numeroso grupo de empleados del ferrocarril alentaron la idea de construir en conjunto sus viviendas. Esto dio lugar al proyecto de COSVAM, el que por diversos motivos se constituyó en un prototipo de convivencia entre familias de trabajadores, en este caso del ferrocarril. Posteriormente fueron surgiendo otros proyectos de viviendas en la ciudad, algunos teniendo como raíz común la actividad o lugar de trabajo de los cooperativistas, trabajadores del correo (COVIPOSTAL en inmediaciones del Altar del Papa), COVIMUS, de empleados municipales, COPOLVI, de policías, COVIFUS (empleados de la Salud) y otros sencillamente con el mérito de haber formado un grupo de familias con una necesidad común: la vivienda.
Desde los largos años y extensas gestiones que tuvieron que hacer los primeros proyectos, hasta los actuales con un máximo de dos años después de haber sido presentados y aceptados los proyectos, las cooperativas de vivienda se han constituido en una herramienta esencial en este tema.
El presente informe procura recoger la vivencia tanto de personas que se hallan inmersos en la construcción de sus viviendas mediantes este sistema, como de quienes ya tienen una larga experiencia de vida comunitaria en estas condiciones.

Tras 20 años en un complejo de viviendas creado con sistema cooperativo, Patricia y Elbio recuerdan lo “difícil” del inicio

Patricia Ramallo, vive desde hace más de 20 años junto a su esposo Elbio en una vivienda que fue construida por el sistema cooperativo. Cuando comenzamos a hablar sobre su vivienda, a Patricia le vinieron mil recuerdos de la época en que la construyeron, con mucho sacrificio y trabajo, para alcanzar el sueño de la casa propia que toda persona anhela.
En ese entonces, Patricia y Elbio tenían ya dos hijos, él trabajaba por las noches en una panadería y ella cumplía sus actividades de madre y ama de casa. Apenas entrada la década del 80 decidieron pasar a integrar la Cooperativa COAMVIS (Cooperativa de Ayuda Mutua de Viviendas Salto) que por ese entonces comenzaba la planificación para la construcción de viviendas en una zona próspera y tranquila del barrio Cerro, a pocas cuadras de una escuela pública, la escuela Nº 64, próxima al liceo Nº2, frente a la policlínica que atendía a los vecinos de la zona y a la afamada cancha del Club Nacional de Fútbol, algo que cada fin de semana le otorgaba un trajín especial y un bullicio particular.
El lugar era ideal, se ubicaba entre las calles Chile, Osimani Llerena, Silvestre Blanco y Asencio, un terreno plano y sin grandes inconvenientes lo que llevó a que en tres años aproximadamente la obra de las viviendas de COAMVIS quedaron construidas.
Cuenta además con un salón comunal,una plataforma para hacer deportes y espacios verdes de uso común con bancos, plantas y una gran arbolada.
El lugar siguió progresando y actualmente cuenta con un gran supermercado a poco más de 200 metros.
Patricia recordó que en esa época la forma de acceder a una vivienda para un trabajador era a través de un sistema cooperativo, si bien existía la posibilidad de obtener un crédito bancario a través del Banco Hipotecario, los requisitos de ingresos personales que se exigían hacían muy difícil el acceso a los mismos.
Mediante un sistema cooperativo sus integrantes aportan parte del valor de la vivienda en dinero y parte en trabajo porque construyen ellos mismos desde los cimientos hasta las terminaciones de sus viviendas y así la cuota se hace más accesible.
“Nosotros trabajamos los dos (por ella y su esposo) y fue muy difícil para todos (los integrantes de la cooperativa) pero en nuestro caso mucho más porque Elbio trabajaba en la noche en una panadería, salía a las 6 de la mañana, llegaba, se bañaba, comía algo y se iba a trabajar en las viviendas hasta el mediodía, después descansaba en la tarde y a la tardecita volvía a ir a trabajar. Yo lo acompañaba también. Trabajaba hasta el mediodía y volvía para hacer mis actividades porque también era ama de casa y tenía dos niños pequeños que atender”, recordó Patricia. Así sucedieron los primeros años de trabajo hasta terminar la construcción de su casa en el nuevo barrio que se conformó con las viviendas de COAMVIS.
Una vez en su casa, las cosas fueron más fáciles, Patricia y Elbio pudieron llevar su vida en una vivienda propia con la tranquilidad que ello conlleva y criar a sus hijos en su propia casa. Con los años fueron realizando mejoras como un nuevo espacio en la parte trasera que hace las veces de comedor y permitió ampliar la estructura de la casa que de por sí no cuenta con grandes espacios para ampliaciones.
Si bien cada vivienda fue adquiriendo una fisionomía propia como pequeños aleros para proteger el portal de ingreso de la lluvia, rejas en el frente o pequeñas separaciones de madera, en general las casas se mantienen en su similar estructura, algo que es necesario mantener como complejo de viviendas. Incluso cuando alguien quiere pintar una fachada o hacer alguna pequeña refacción, ésta no debe “desentonar” con el ambiente general del complejo ni hacer que una vivienda tenga una apariencia muy diferente a otra. Este requisito es algo que en general todos comprenden y lo mantienen.
Entre los sesgos positivos que tiene el poder vivir en una casa que forma parte de una cooperativa de viviendas y fue construida con el esfuerzo mancomunado de sus habitantes Patricia destacó “la integración entre los vecinos”.
Sobre este punto indicó “el hecho de ir construyendo juntos hace que todos nos vayamos conociendo e interactuando desde antes de pasar a convivir en el barrio y así uno sabe a quién tiene de vecino de puerta, quién vive enfrente y en el pasaje siguiente”, comentó.
Además, destacó el trabajo del grupo técnico y las asistentes sociales que conforman el grupo de personas que vivirán en la cooperativa. Este equipo integrado por profesionales, analiza el perfil de los futuros habitantes del complejo de viviendas previo a su incorporación y elaboran una ficha de cada familia. De esta manera se busca alcanzar un grupo homogéneo en cuanto a sus valores y estilos de vida, para asegurar de alguna manera una convivencia más estable y cordial en el nuevo barrio que se va gestando.

Después del trabajo, tienen que meter horas en la obra y otras tantas como serenos
“Es la única oportunidad que tiene un trabajador de poder acceder a su casa propia”, coincidieron dos cooperativistas

El frío cortaba la cara, algunos perros ladraban y la tarde del sábado llegaba a su fin. Ya se veían los últimos rayos de sol que tenían algunos grados menos que los que habitualmente en esta época lo hacen tibio, en un fin de semana que avisaba que el invierno había llegado. Brian Albín, estaba parado en la vereda, sobre la avenida Paraguay, vigilando la entrada a la obra donde se construyen doce viviendas, ubicadas en el entorno de una media docena de complejos que se erigen cerca del barrio Macció. Cada una de las viviendas aún en construcción, representa la ilusión de las distintas familias que trabajan con ahínco para lograr de una vez por todas que las mismas estén prontas y construidas, para poder establecerse allí y empezar a vivir bajo la ilusión de contar con una vivienda digna que darle a sus familias. Es que el cooperativismo surge como “una posibilidad importante para que un trabajador de la clase media pueda acceder a su vivienda”, comentó Albín, un joven de 26 años de edad que por ahora habita la casa de sus padres esperando que su vivienda quede pronta cuanto antes.
Mientras tanto, EL PUEBLO lo acompaña en una recorrida por el interior del predio donde se erige la obra, caminando entre la arena y el pedregullo que estaba por doquier, al tiempo que él hablaba orgulloso de lo que pronto será su nuevo hogar.
En un pequeño galpón donde guardan sus herramientas, Albín, que estaba cumpliendo con su puesto de vigilancia como sereno, ya que cada uno de los socios de la cooperativa está obligado a hacer tres horas y media de custodia del lugar, había encendido un fuego en una estufa que construyeron allí, para poder calentarse de vez en cuando.
La cooperativa se llama, Covimulsal, inicialmente la comenzaron los trabajadores del supermercado Multi Ahorro, por eso el nombre, pero luego las participaciones sociales fueron cambiando, ya que éstos comenzaron a retirarse e ingresaron nuevos socios. En total son 12 y cada uno, además de su trabajo particular de 8 horas, mete otras 4 horas de trabajo en la obra, ayudando a los obreros contratados para la construcción de la vivienda.
DESDE NOVIEMBRE
“Nosotros somos los que trabajamos, pero están los ‘manos calificadas’ (obreros contratados) que junto con los oficiales albañiles son los que llevan adelante el proceso de construcción. Hay un cronograma y un proceso, los arquitectos calculistas son los que determinan cuánta gente se precisa para hacer la obra, pero está todo estipulado y en el proyecto oficial que está en poder de la ANV (Agencia Nacional de Vivienda, que depende del Banco Hipotecario del Uruguay) se establece cuánto dinero deberá llegar para la compra de los materiales, para ver la cantidad de gente que se precisa, pero todo tiene que ver con el dinero con el que cuenta cada cooperativa”, comentó Albín.
Refiriéndose a la realidad del sector, dijo que cada cooperativa se “apoya por lo general en los eventos que se realizan para juntar dinero. Pero cuando a veces no hay plata en la calle y si no hay plata en la calle, olvidate de los beneficios, porque son todos trabajadores siempre los que apoyan, y si podés juntar dinero para invertir, por lo general se contrata gente o se compran nuevos materiales, pero la realidad es que nos administramos con lo que tenemos, nos ha pasado que hacés una rifa y no vendés todos los números y los tenés que comprar vos”.
En el momento en que Albín cumplía la “sereneada” que realiza durante tres horas y media, como lo hace cada socio durante el fin de semana, llegó Gonzalo Frakkzoni, otros de los socios que tenían que cumplir con la función de vigilantes. “No nos han robado nada hasta ahora, pero igualmente el barrio es movido, por eso estamos alertas, pero para tener que llevarse algo de acá, tiene que ser algo grande, pero por suerte no pasa nada”, admitió.
Frakkzoni lo saludó a Albín y comentaron algunos aspectos del avance de las obras en las viviendas, afirmaron a EL PUEBLO que en realidad están ilusionados y comprometidos a terminar con la construcción porque es la ilusión de llegar a tener la casa propia.
“Pagamos alrededor del 20 por ciento del ingreso del núcleo familiar, pero no podemos superar los 40 mil pesos mensuales de ingreso, porque se supone que el que gana más de ese monto tiene la posibilidad de financiarse su casa propia y con eso que aportamos por mespodemos financiar la obra. Igual, tenemos 25 años para pagar la casa. Estamos muy contentos porque sabemos que ese dinero será para financiar nuestra obra y creemos que es la única manera que tenemos los trabajadores de clase media de poder acceder a la casa propia”, comentaron ambos.
Si bien saben que en el país hay miles de cooperativistas que están en su lugar, se lamentaron porque se enteraron de que el gobierno dispuso ahora una resolución en la que no financia proyectos con menos de 30 socios.
“Nosotros por suerte entramos antes de que eso saliera y en ese sentido pudimos comenzar a trabajar con la cooperativa y hacer que la obra esté en marcha. Pero si es por el tema del cumplimiento a nosotros el Estado siempre nos ha cumplido con la entrega del dinero, hay una comisión que va trabajando, hay profesionales que nos asesoran y nosotros vamos presentando los papeles, nos reunimos, puede haber algún punto de vista diferente, pero por lo general siempre nos apoyamos y las cosas salen. La documentación se envía y la plata llega”, comentó Albín. Por ahora la ilusión se mantiene intacta, los cooperativistas son trabajadores que ven en esa manera asociativa la oportunidad de poder acceder a su casa propia. Ponen plata, trabajo y esfuerzo, pero saben que se trata de unos años de sacrificio y tanto ellos como sus familias tendrán un techo seguro. “Lo otro que está bueno de esto (la cooperativa) es la vida en comunidad que se genera, porque vamos teniendo una actividad conjunta entre todos los que participamos y nos cuidamos las cosas entre todos”, dijo Brian Albín mientras Gonzalo Frakkzoni asentía y destacaba el hecho de que el sistema, en el que otros diez socios participan junto a ellos, les promovía además una instancia de generación de un grupo humano que lucha por las mismas cosas.
“Son de las cosas positivas que también quedan en todo este proceso”, comentaron ambos, mientras se iban a guarecer al lado del fuego cuando el sol ya se había ido y lo único que quedaba en el lugar era el gélido frío.

Actividades por el Día del Cooperativismo

Eestá prevista una actividad de las cooperativas de Salto. El próximo 25 de julio en el marco del Día Internacional de Cooperativismo.
“Se bien este sábado 4 es el Día Internacional lo haremos en esa fecha anunciada”, indicó Juan Claudio Lagaxio
Si va a realizar una actividad con niños a los que se les pedirá que realicen dibujos y frases relativas a la cooperación.
Estas luego se colocarán en una tela mural y se expondrán en alguna de nuestras plazas, posiblemente en la Plaza 33. Se invitará a los colegios cooperativos y a todas las escuelas que quieran participar. Se pide además que las cooperativas especialmente los Comités de Educación brinden charlas orientativas sobre la temática a los escolares. A su vez se invitará a niños que vivan en cooperativas de viviendas. Hay gran actividad de las cooperativas de viviendas, las que están construyendo, las que están en formación y las cooperativas de ahorro y crédito. Respecto a la realidad cooperativa hoy por hoy en nuestro departamento, Lagaxio subrayó que “están adaptándose a todo lo que ha generado la ley de inclusión financiera y la de producción como el caso de COFUESA, están trabajando fuerte para el desarrollo del Cooperativismo en Salto. Es de destacar que Salto cuenta con la Mesa Intercooperativa más antigua que data de 1985. Se resalta que la Mesa Intercooperativa sigue trabajando, como es COARSAVILI.
CIEN AÑOS DE ANTECEDENTES COOPERATIVOS
Para un país que aún no tiene dos siglos de vida independiente contar con más de cien años de antecedentes cooperativos puede considerarse un hecho significativo.
El pensar que a la fecha de este trabajo, uno de cada cuatro uruguayos está vinculado de alguna manera al sistema Cooperativo, reafirma aún más la importancia nacional de este sector. Son muchos los hechos que han ido pautando el crecimiento y consolidación del cooperativismo, contando hoy con una gran confederación de alcance nacional, varias organizaciones de segundo grado por modalidad y con más de 1200 entidades cooperativas. El Movimiento Cooperativo, reconoce en sus orígenes, evolución y desarrollo, una vinculación muy clara con los movimientos sociales. En particular gremios, sindicatos, diversas organizaciones laborales, etc.
En nuestro país se dan diferentes formas cooperativas que se adoptan en Uruguay, esta vinculación con lo gremial es recurrente, tanto a nivel de trabajadores urbanos asalariados (como con las organizaciones gremiales de pequeños y medianos.
El surgimiento, expansión y crecimiento, ha estado ligado a la acción del Estado que por medio de leyes, normas, o diversas disposiciones ha manifestado su apoyo o no a este desarrollo. Esta valoración no ignora, que el movimiento cooperativo uruguayo ha tenido y tiene total independencia de los poderes públicos.
EN CUANTO A LA LEY DE REGULACIÓN
En Uruguay no existe una ley general que contenga y sistematice una única regulación para todas las expresiones del cooperativismo. Lo que existe es un conglomerado de leyes, una de las cuales regula una modalidad o un conjunto de modalidades cooperativas.

Hubo muchas dificultades…
Hace 3 meses que estrenaron su nueva vivienda pero siguen trabajando para crear la plaza y salón comunal

El próximo 8 de julio se cumplirán 3 meses desde que Julio Irache, un mecánico que bordea las cinco décadas, se mudó junto a su señora y sus dos hijos a su nueva casa que fue construida mediante un sistema de cooperativa de ayuda mutua.
Durante mucho tiempo vivió en la casa de sus padres, pero llegó un momento en que tuvo que pensar en un lugar propio para su familia. De esta manera pasó a integrar una cooperativa de viviendas y tras 17 años de trámites, trabajo y dedicación, finalmente el 2015 lo encontró en su nuevo hogar.
Este complejo de viviendas en que vive Julio se encuentra ubicado en la intersección de las calles Silvestre Blanco y Pedro Gallino y el 19 de diciembre se entregaron de forma oficial las viviendas a sus propietarios, sin embargo aún restaban muchos detalles en la obra lo que hizo que varias familias optaran por culminar esos trabajos antes de mudarse definitivamente, tal como fue el caso de Julio.
Entre los detalles a finalizar se encontraban: la colocación de los pisos en los dormitorios, los cercos perimetrales y las monchetas de cada vivienda. Según dijo Julio, no alcanzó el dinero ni el tiempo para realizarlos, así que se optó por hacer la entrega de las viviendas en el estado de avance en que se encontraba la obra y dejar librado a cada cooperativista la finalización de los mismos. Por eso, algunos se mudaron de forma casi inmediata y los arreglos los hicieron ya habitando la vivienda y otros optaron por terminarla por completo y pasar a vivir allí sin tener que pensar en los detalles de la construcción.
Julio analizó el proceso que le llevó a contar este año con su casa propia y así comentó a EL PUEBLO que los trámites demoraron alrededor de 15 años. “Hubo muchas dificultades al inicio, muchos trámites trancados en el ministerio (Ministerio de Vivienda Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente) y malos asesoramientos; hasta que dimos con los técnicos acertados. A los 15 años recién contamos con el aval para la construcción, después fue rápido. En 2 años y 6 meses terminamos las viviendas”, indicó.
Además de las dificultades burocráticas, el grupo tuvo los problemas propios de toda organización de personas que sin conocerse comienzan a trabajar juntos por un fin común, pero que a su vez cada uno tiene una óptica diferente a la hora de encauzar los esfuerzos en pos de ese objetivo. “Pasó como en todos lados, algunos cinchaban para un lado y otros para otro, hubo gente que trabajó y metió muchas horas en obra y otros que no hicieron casi nada”, agregó.
Sin embargo, Julio destacó el compañerismo de los cooperativistas que más allá de algunos problemas menores siempre actuó con honradez en el manejo de los fondos comunes.
“Se forma una asamblea entre todos y así elegimos al presidente, al tesorero, un administrativo que fue el encargado de comprar las cosas y así todo. Yo estuve 6 meses de encargado de las compras y después tuve que dejar por problemas con mi trabajo, pero todos hacemos algo. Yo quiero destacar que a nosotros nunca nos faltó plata ni nada, como sé que ha pasado en otras cooperativas donde falta esto o aquello. Por eso yo destaco la organización en ese sentido”, aclaró Julio.
Respecto a la forma de conseguir dinero para el desarrollo de la cooperativa, indicó que cada cooperativista debía aportar $ 500 por mes, en lo que significaba una especie de cuota fija, para realizar los pagos más urgentes y comprar los materiales para la construcción. Además el grupo organizaba diferentes actividades para recaudar fondos como rifas, venta de tortas fritas e incluso durante varios años contaron con un puesto de cantina en el carnaval salteño, oportunidad en la que “se obtenía muy buena ganancia”, al decir de Julio.
A esto se debían sumar horas de trabajo, cada cooperativista debió cumplir con 24 horas semanales de trabajo en la construcción de las viviendas, bajo la dirección de capataces contratados. Si una persona no podía cumplir con esas horas debía enviar a otra persona en su representación siempre que fuera avalada por la cooperativa o pagar en dinero dichas horas para que otra persona se hiciera cargo.
Hoy, Julio se encuentra “muy satisfecho” con su nuevo hogar. “Fueron más de 15 años, donde tuvimos muchos problemas como todos, pero finalmente lo logramos y saber que fue hecho con tanto sacrificio y por nosotros mismos nos llena de orgullo”, comentó.
“Pero no paramos (se ríe), ahora queremos hacer la placita y un salón comunal y seguimos juntando plata para eso”, concluyó.

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