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Columnas De Opinión

19 de Noviembre: Día Internacional del Hombre

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Cada año, más de 70 países celebran un día especial para los hombres, el Día Internacional del Hombre, avalado por la UNESCO. Este día tiene como objetivo fomentar modelos masculinos positivos y resaltar el rol activo de los hombres en la sociedad.

Aunque no tiene la misma popularidad que el Día Internacional de la Mujer, el Día Internacional del Hombre no está vinculado a un trasfondo de lucha social, por lo que no se celebra como una conmemoración de la obtención de derechos. 

Este día fue instituido hace 19 años, gracias al Dr. Jerome Teelucksingh, profesor de historia en la Universidad de las Indias Occidentales, en Trinidad y Tobago. La idea de celebrarlo surgió en su mente cuando decidió conmemorar el cumpleaños de su padre, tras descubrir que la iniciativa había permanecido en el olvido desde que surgió en los años 60.

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Según el Informe Panorama Estadístico de la Salud Mundial 2019, publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), las mujeres viven al menos 1,4 años más que los hombres, aunque en algunas regiones esa diferencia puede superar los 3 años. Además, la tasa global de suicidios es un 75% mayor entre los hombres, quienes también duplican las muertes por accidentes automovilísticos en personas mayores de 15 años. Por otro lado, la mortalidad masculina derivada de homicidios es cuatro veces más alta que la de las mujeres.

Frente a este panorama, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) aborda la salud masculina desde un enfoque integral, que considera el curso completo de la vida del hombre. Este enfoque pone un énfasis especial en la salud familiar y comunitaria, y abarca temas transversales como los derechos humanos, el origen étnico, la protección social en salud, la atención primaria y la promoción de la salud.

En relación con el concepto de masculinidad, este se entiende como el conjunto de atributos, valores, comportamientos y conductas asociados al rol de hombre en una sociedad específica. Sin embargo, es importante destacar que, dado que cada persona aprende de manera distinta a ser hombre o mujer, existen múltiples formas de ser hombre. En cada cultura se presentan mecanismos y códigos aprendidos que sostienen y explican esta diversidad de maneras de vivir la masculinidad.

Dado que el concepto de “lo masculino” se basa en una construcción social, su significado varía según los cambios culturales, ideológicos, económicos e incluso jurídicos que ocurren en cada sociedad a lo largo del tiempo.

Noviembre azul: Mes de Concientización sobre Cáncer de Próstata

En Uruguay el cáncer de próstata es el más frecuente en hombres. Se registró un promedio anual de 1456 casos de cáncer de próstata y 573 fallecimientos por esta causa, con una mediana de edad al diagnóstico de 70 años (datos para el período de 2014-2018,Registro Nacional del Cáncer).

Dado los avances en el diagnóstico y tratamiento se ha observado una disminución de la mortalidad en la pasada década con una posterior tendencia hacia a la estabilización.

Los principales factores de riesgo para cáncer de próstata son la edad, historia familiar y factores genéticos.

El más importante es la edad, rara vez es diagnosticado antes de los 40 años y su incidencia aumenta a partir de entonces, con un máximo de diagnósticos entre los 65 y 74 años.

El cáncer de próstata puede, en algunos casos, tener un fuerte componente hereditario. Los hombres con antecedentes familiares de este tumor, en particular si un pariente de primer grado fue diagnosticado antes de los 65 años, tienen mayor riesgo de cáncer de próstata.

Asimismo, debe tenerse en cuenta la presencia de antecedentes familiares, mutaciones genéticas hereditarias o de otros cánceres que podrían estar asociados como el cáncer de mama diagnosticado antes de los 50 años, cáncer de mama masculino, cáncer de ovario o páncreas.

Estudios epidemiológicos  han mostrado un mayor riesgo de desarrollar cáncer de próstata en afrodescendientes con edad más temprana. Pero su diagnóstico precoz y tratamiento conlleva a igual sobrevida.

Algunos estudios evidencian que una dieta rica en grasas, baja en verduras, el sobrepeso y la obesidad podrían vincularse a aumento de riesgo de cáncer de próstata, por lo que se aconseja mantener un peso y estilo de vida saludable.

Además, pueden presentarse síntomas urinarios inespecíficos (también podrían observarse en patología benigna de la próstata) como dificultad para orinar o iniciar la micción, alteraciones en la fuerza o forma de la micción, incontinencia, retención de orina, sangrado en la orina, sangrado con la eyaculación, falla renal crónica.

Se recomienda consultar a urología a partir de los 50 años y antes si presenta algún factor de riesgo o síntoma sospechoso de cáncer de próstata.


Soc. Bernabé Pagani

“Los hombres no la tienen fácil”

Sobre ciencias sociales, nietas de brujas y cuotas de género

El sociólogo Pagani dudó si escribir un aporte para este informe de EL PUEBLO, ya que se considera no siempre “políticamente correcto”. Pero el periodista que se lo propuso, Jorge Pignataro, asumió la responsabilidad y de esa manera aceptó dejar estas líneas:

Pongámonos en contexto. Hace pocos días, una presentadora afroamericana expresó (palabras más, palabras menos) en una cadena norteamericana, que “los negros –los afroamericanos tienen permitido decir negro- que votaron a Trump tienen un error de identidad… y los latinos…bueno, todos SABEMOS que son machistas”. Este tipo de lenguaje intolerante llega a veces de los sectores que tienen el discurso opuesto. Así funciona la imposición ideológica.

Trasladémonos a otro país y algunos años atrás: Canadá, en la década del 2010. Jordan Peterson, entonces profesor de psicología de la Universidad de Toronto es acusado de machista y homófobo. Los estudiantes boicotean sus clases y los colegas le hacen el vacío. Peterson reivindicaba las diferencias biológicas entre sexos, y no suscribía que el género fuese una cuestión de preferencia individual.

Peterson se muestra contrario a la imposición del pensamiento posmoderno y el poder desmesurado de los autodenominados “defensores de derechos” en la discusión pública. La ideología de género, las políticas identitarias, el feminismo radical y el relativismo, son vacas sagradas que dominan los medios de comunicación, la enseñanza, y la agenda político-social, poniendo en cuestión la libertad de expresión y la libre circulación de ideas… y el bueno de Peterson no se la llevó de arriba.

Se le aplicó la “cultura de la cancelación” y abandonó la progresista Universidad de Toronto. Claro que hoy es seguido por miles de jóvenes millennials a través de las redes. Jóvenes que empiezan a reaccionar (uso la palabra sin culpa) y ya han dado muestras de su peso político en Europa y Estados Unidos (¿Argentina?). El énfasis en las “políticas de identidad” en la campaña de Kamala Harris, fue uno de los factores a los que se atribuye el llamado “voto bro”, un término utilizado para describir un fenómeno en el que los votantes jóvenes, en particular de la comunidad afroamericana, y algunos grupos que se consideran marginados o apartados del sistema político tradicional, muestran apoyo a figuras políticas como Donald Trump de manera inesperada o contraria a las expectativas. Son jóvenes que defienden las ideas más tradicionales de la masculinidad, son de clase trabajadora, e interesados en la economía y el ascenso social.

Lo que queremos decir, es que el embate, muy bien recibido al principio y que recibió simpatía desde todos lados, fue perdiendo aliados a medida que se encerraba en sí mismo, se declaraba como “verdad revelada e indiscutible”, atacaba sin piedad a las voces disonantes, y caía claramente en el fanatismo. Lo social es, por definición, procesual. No se puede dar una definición atemporal (ni desideologizado) de lo que “es” la masculinidad en estricto sentido sociológico. Lo que sí es muy discutible es que el género sea, lisa y llanamente, una “construcción social”. La posmodernidad se olvida de lo biológico y asume sin más, que el ser humano “es una construcción cultural” y los valores morales son subjetivos. Bajo este pensamiento, toda jerarquía y todo juicio de valor es resultado de una relación de poder: del hombre, sobre la mujer; de los blancos, sobre los negros, en un sin fin de dominación interminable.

La sociología mete la cola

¿Qué papel han jugado en esto las ciencias sociales? Seguramente clave, aportando las bases teóricas de estos movimientos y digitando qué se estudia, qué se investiga y qué ideas dejar de lado. La creciente aceptación de lo que se denomina «ideología de género» en muchos sectores de las ciencias sociales, hace que se subestime el papel de factores biológicos y genéticos en la conformación de identidades y comportamientos de género. Estos enfoques, que defiende una construcción social casi absoluta de la identidad de género, minimizando o ignorando el componente biológico, favoreciendo una visión exclusivamente cultural y relacional del género, casi monopolizan las publicaciones, investigaciones y cátedras.

En 1966, un austríaco (Peter Berger) y un alemán –polaco en las fronteras actuales- (Thomas Luckmann) publican “La construcción social de la realidad” y proponen que la realidad que percibimos no es un hecho objetivo o natural, sino el resultado de procesos sociales y culturales. Sostienen que nuestra comprensión de la realidad está profundamente influida por el contexto social en el que vivimos, y lo que consideramos «real» es, en gran parte, una construcción colectiva. Es una obra muy agradable de leer; mezcla de sociología del conocimiento, epistemología, psicología social… y seguramente me quedo corto. La manera en que los autores tejen con primorosa urdiembre a lo largo de los capítulos, su explicación acerca de su tesis principal es antológica. Si no estás de acuerdo con su punto de vista, igual es difícil no rendirse ante la manera en que este dúo presente sus ideas. El impacto del libro sería fenomenal.

La sociología, afiliándose a una interpretación casi exclusivamente social del género, parecería haber desechado una integración más equilibrada de los estudios biológicos y genéticos, especialmente en lo que respecta a la influencia que estos factores tienen en el desarrollo humano. Esta omisión es problemática, y reduccionista, pues la evidencia en genética y biología sugiere que las diferencias sexuales y de género poseen componentes innatos que interactúan con el entorno. Por ejemplo, ciertos estudios en neurociencia y genética apuntan a que existen diferencias estructurales y funcionales en el cerebro según el sexo, lo que puede influir en patrones de comportamiento, preferencias y tendencias psicológicas. Ignorar estos hallazgos podría llevar a interpretaciones incompletas o simplistas de la complejidad de la identidad y el comportamiento humano.

El rechazo a considerar factores genéticos en el estudio del género podría acarrear consecuencias sociales no intencionadas. Promover una visión exclusivamente construida por el entorno social y cultural, subestima la importancia de la diversidad biológica en el ser humano, esencial para comprender la variabilidad en las experiencias de género de distintas personas.

Desde una perspectiva funcional, la sociedad podría beneficiarse más de un enfoque que integre lo social y lo biológico, en vez de polarizar la discusión en torno a un solo aspecto. La sociología, en su búsqueda por la justicia y la equidad de género, podría estar pasando por alto que un enfoque meramente constructivista puede ser insuficiente para abarcar la totalidad de la experiencia humana en torno al género.

De mitos y números

Pese a lo que se pueda decir, los hombres no la tienen fácil. Tomemos como ejemplo un gran flagelo de la sociedad uruguaya: el suicidio. La tasa es 4,52 veces mayor en los hombres que en las mujeres. De casi 11.000 accidentes laborales graves que ocurren en España anualmente, aproximadamente el 90% corresponde a varones y el 10% a mujeres; de ellos más o menos un millar son mortales, y en el 97% de los casos la víctima fue un hombre, y en un 3% una mujer. Estos números no suelen verse en informativos. La perspectiva de género nos ha acostumbrado a pensar que al examinar un fenómeno hay que ver si afecta de modo diferente a varones y mujeres, pues esto contribuye a entender mejor el mundo. Si aplicamos este enfoque a la siniestralidad laboral, hay que concluir que los varones están haciendo los trabajos más duros y arriesgados. La cantidad de mujeres que trabajan en la minería, es por ejemplo, bajísima.

Seguramente todos recuerdan aquel canto que fue grito de guerra y símbolo de la rebeldía emancipadora de las feministas: “Somos las nietas de todas las brujas que no pudieron quemar”. La referencia es, por cierto hacia la –tristemente – célebre Inquisición católica y la no menos horrenda pena de muerte en el fuego a quienes fueran declaradas “brujas”. ¿Cuántas mujeres murieron de esta forma? Bien, digamos que de todos los procesos inquisitorios entre 1540 y 1700, el 8% fueron por causa de la brujería. En total, se condenó a la hoguera por brujería a 59 mujeres en España. En Portugal fueron cuatro, y en Italia, 36 (en 160 años). Mejor hubiera sido ninguna, por supuesto; pero la mayoría de la gente imagina que fueron miles.

Situémonos en nuestro país, ¿sabía usted que por cada maestro o profesor varón hay 15 mujeres? No hemos escuchado reclamos para que el Estado subsidie el ingreso como docentes de hombres para que en la formación de niños y jóvenes –nada menos- haya mayor equidad de género; por suerte, porque sería absurdo, por supuesto. Pero los hombres sí son víctimas de las “cuotas”, que hasta muchas mujeres rechazan porque consideran que es una forma de estigmatización.

Las acrobacias de la ideología de género han hecho posible que, en muchas partes del mundo, incluido nuestro país, se hayan subvertido los principios del Derecho, llevándose por delante la Constitución. El principio de derecho que establece que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario se conoce como presunción de inocencia. Se lo considera un derecho humano fundamental, garantía contra el abuso de poder y la prevaricación. Pero en realidad, en muchas situaciones, el hombre queda en la absurda situación de tener que ¡probar su inocencia! El delito: ser hombre.

Para ir cerrando…

No son pocos quienes consideran que, al establecer cuotas, se borra la idea de igualdad al poner barreras y requisitos específicos para diferentes géneros. Y en vez de crear una sociedad en la que las personas sean valoradas por sus capacidades, las cuotas pueden ser vistas como una señal de que la igualdad no se logra naturalmente, sino que tiene que ser impuesta a través de la normativa o políticas específicas, lo cual termina por entorpecer el progreso genuino en la igualdad de género.

Las cuotas pueden aumentar (de hecho, parece que eso está pasando), la polarización y el resentimiento entre géneros. Pueden ser vistas como una “discriminación inversa”, y la impresión de injusticia puede crecer, sobre todo en sectores donde la competencia por puestos de trabajo o becas es alta. Divisiones sociales, confrontación en los lugares de trabajo y menos colaboración entre colegas podría ser el (menor) precio a pagar.

La polarización y el surgimiento de movimientos que se expresan en términos antifeministas o de regreso a los «valores tradicionales», puede ser un potencial problema social. Para estos sectores, las políticas de género son percibidas como una amenaza a la familia tradicional, el orden social y la masculinidad tal como ha sido entendida.

Teóricos como Émile Durkheim y Talcott Parsons, sostenían que la sociedad tiende hacia el equilibrio, y cada parte de ella desempeña una función para mantener la estabilidad social. Lo diferente, no se opone; se complementa.

Nuestro país no arrastra los peores lastres del machismo. Por el contrario, ha sido adelantado en políticas de igualdad y acceso a las oportunidades, las conquistas de las mujeres han sido graduales pero continuas y la amplia mayoría de los hombres han visto con simpatía los cambios en ese aspecto. No pocas veces los derechos, más que derechos son privilegios, que las mujeres no necesitan, pero la radicalización exige. La amplia base de apoyo puede achicarse, al tiempo que las reacciones pueden poner a algunos sectores de la sociedad en la vereda opuesta… y esa no parece ser la mejor receta para una sociedad de todos y para todos.

En realidad, parece que lo que necesitamos es que recupere fuerza una categoría maltratada y descuidada, la que es imprescindible en un estado democrático y justo: la categoría “ciudadanos” (y punto).


Psic. Alejandro Pignataro, Educador Sexual

Tomar conciencia y ocuparse de la “salud mental” y la “salud sexual” de los varones es clave para la calidad de vida

Alejandro Pignataro es Psicólogo, Educador Sexual y está cursando actualmente un Posgrado en Sexología Clínica (en Buenos Aires, Argentina). En el ámbito clínico ha atendido y atiende a varones que se han presentado con diferentes situaciones a resolver, en cuanto a salud mental pero también en cuanto a salud sexual. Desde su perspectiva, es clave un enfoque integrador, en el que el Psicólogo esté formado en el área sexológica e incluso tenga perspectiva de Género, para así poder “sostener” a los varones que se animan a consultar para mejorar su salud integral. Lo que sigue son los pasajes medulares de lo expresado en diálogo con EL PUEBLO, al momento de elaborar este informe:

Noviembre es considerado el “Mes del hombre” por varios motivos, entre los que se encuentran una serie de campañas que se llevan a cabo para el reconocimiento de la importancia que tienen los varones en la sociedad y para promover una “cultura del cuidado” también hacia las masculinidades. Sumado a esto, el día 19 de noviembre es considerado desde hace varios años el Día Internacional del Hombre y unos días atrás (el 17 de noviembre) el Día de lucha contra el cáncer de próstata (un gran tema del que también hay que ocuparse).

Por otro lado, es importante en este mes (siempre, pero en este mes aprovechar aún más la oportunidad) que los varones “reflexionemos”: cómo vivimos, cómo construimos y estamos construyendo nuestras masculinidades, cómo es nuestra calidad de vida y qué tanto le prestamos atención… Y también una invitación a la “acción”: ¿qué hacemos con todo esto y cómo actuamos a nivel personal y social?

Algo que considero fundamental es tomar conciencia de la importancia que tiene la “salud integral” de los varones: esto incluye la salud física, mental-emocional, sexual…

En cuanto a la Salud física, es importante tomar conciencia de la revisión del cuerpo, principalmente, y esto incluye, entre otros aspectos, hacerse estudios médicos. Un diagnóstico a tiempo puede salvar una vida: es una frase que se repite mucho pero es extremadamente real y es necesaria tenerla presente. Frente a molestias o dolores físicos, es necesario que los varones consulten al médico (ya sea General o más específicamente como el Urólogo). La clave está en no naturalizar el dolor. De esta manera se estaría promoviendo una “cultura de cuidado”, tan necesaria en estos tiempos pero que tanto cuesta muchas veces a los varones… porque es una realidad que los varones consultan menos que las mujeres en lo que a Salud general refiere… En cuanto a salud física, considero importante también tomar conciencia de los hábitos que estamos teniendo y que impactan directamente sobre nuestro cuerpo (como la alimentación o el sueño) y también la importancia de hacerse los “autoexámenes” como un paso previo y una forma de autocuidado, como por ej. en cuanto al cuerpo: mirarse, examinarse, palparse.

En cuanto a la Salud mental y emocional, es fundamental la revisión de cómo nos sentimos, cuáles son los sentimientos y emociones por las que transitamos, cómo gestionamos eso que nos pasa, cómo nos vinculamos con otras personas, cómo lo “expresamos”… Y en esto un factor clave es la comunicación: los varones tenemos que “darnos permiso” para poder comunicarnos y hacerlo desde un lugar sano, sin vergüenzas, ni miedos, ni tabúes, que hay muchos todavía.

Considerando la Salud sexual, es importante prestar atención al bienestar integral en este aspecto, lo que tiene que ver con cuestiones de cuidado corporal, emocional (también de Deseo), vincular y no solo centrarse en “lo genital”. Es común asociar la idea de sexualidad a lo genital, que es un componente sí, pero no el único. Aún hoy cuando se habla de salud sexual, se asocia a la idea de “tener sexo” o de “prácticas sexuales” cuando el concepto se tiene que entender como algo mucho más amplio.

Considero que estamos viviendo todavía hoy en una cultura que es genitalista (centrada en lo genital), coitocéntrica (el coito es la primera imagen generalmente que aparece cuando se habla de sexualidad), biologicista (centrada en lo biológico y orgánico sin considerar muchas veces otras cuestiones como el deseo o los sentires que aparecen en el ámbito sexual). Por otra parte, predomina aún en muchos ámbitos de nuestra sociedad una cultura machista, que plantea cómo “tiene que ser” el varón (rudo, fuerte, sin demasiada expresión de sentimientos, encargado de “satisfacer” a costa de lo que sea) y esto es algo que afecta profundamente la Salud sexual integral, en tanto muchos varones quedan “atrapados” también en estas lógicas que generan mucho dolor, angustia, presión… por eso es tan necesaria la revisión de ideas, conceptos, prácticas e incluso “mandatos”, para lograr efectivamente una sociedad más justa y sobre todo “libre”.

En cuanto a consultas en Sexología clínica, los trastornos más comunes que aparecen son los relacionados al deseo (por ejemplo la pérdida del deseo hacia la pareja), dificultades en la eyaculación (tanto eyaculación retardada o precoz), disfunción eréctil llamada también “impotencia”, así como algunas conductas asociadas a fobias que se manifiestan en el encuentro sexual o incluso adicción al sexo (necesidad de mantener prácticas sexuales a ritmos excesivos que terminan influenciando negativamente otras áreas de la vida). Lo importante en estos y otros casos es entender que la calidad de vida del varón puede verse afectada y por eso es fundamental poder consultar (tanto al médico como al sexólogo); la atención “integral” es clave en esta área. A veces basta solamente con “poner en palabras” el sentir, hablar de lo que nos pasa y cómo nos sentimos, para así poder “destrabar” algo y saber cómo continuar transitando nuestra vida.

En estos casos muchas veces lo faltante es una Educación Sexual Integral seria, que pueda hacernos entender determinadas cuestiones y que sea el puntapié para poder sentirnos mejor. Por ejemplo, como varón si logro darme cuenta que estoy transitando por un período de “ansiedad” por tal o cual causa (que no tiene que ver con la sexualidad) en algún punto puedo entender por qué no logro mantener una erección, o por qué mi deseo sexual ha disminuido. No entendiéndolo desde esa perspectiva, puedo sentirme mal (y generar más ansiedad) haciendo que mi integridad mental como mis vínculos puedan verse afectados. Poniendo otro ejemplo, si me autoexploro y entiendo cuáles son mis tiempos de eyaculación, puedo entender que no tengo que rendir necesariamente como otros varones, sino que todos somos diferentes en ese sentido. Por eso es necesario en algunos aspectos la consulta psico-sexológica y, como decía, fomentar una mayor Educación Sexual que me permita entender, comprender y brindarme herramientas sobre cómo accionar en determinadas situaciones y circunstancias.


El Dr. Miguel Villar explica y reflexiona sobre enfermedades exclusivas de los hombres

Al conversar con el Dr. Miguel Villar (urólogo) sobre la salud en los hombres, comenzó por hacer algunos razonamientos, como por ejemplo que la accidentología es mayor en hombres que en mujeres, que el hombre está habitualmente más expuesto a trabajos más forzosos, tiene más tendencia al alcoholismo y tabaquismo, etc. Y que todo ello hace que esté demostrado que en algunos países, como EEUU, el promedio de vida sea menor que el de las mujeres.

ya entrando a cuestiones más propias de su especialidad médica, sostuvo: “Fundamentalmente tendríamos que dividir las enfermedades exclusivas de los hombres de acuerdo a la edad. Hay enfermedades más frecuentes en una determinada edad. No tanto en el caso de presentarse sino en el caso de las enfermedades congénitas, que pueden venir desde el nacimiento. Entonces en los niños de corta edad, podemos hablar de enfermedades congénitas fundamentalmente, las más frecuentes como la fimosis, que es la referida al cuerito como la gente popularmente la conoce, a nivel del pene, que se cierra, o hay niños que nacen con eso muy cerradito y hay que operarlos. También lo otro como patología congénita, es la no localización de los testículos en la bolsa, o sea, no el descenso adecuado. Hay veces que son los dos testículos que no quedan bien en la bolsa, lo que se llama testículos no descendidos, y hay veces que es de un lado solo. Avanzando en la edad, una de las patologías muy frecuentes en el adulto joven son las referidas a la bolsa testicular. Por ejemplo cuando se colecta líquido a nivel de la bolsa escrotal. Si hablamos de tumores, uno de los más frecuentes en el adulto joven es el tumor de testículos, diría que es altamente frecuente. Están además las infecciones urinarias, que se pueden dar también en los niños, de nacimiento también por alteraciones congénitas en el sistema valvular que tiene la vejiga para evitar que la orina en el momento de la emisión refluya hacia arriba. Ya después desde los 50 años en adelante tenemos toda la patología prostática, desde la adenoma de próstata, pasando por el cáncer de próstata. El adenoma de próstata prácticamente afecta al 60% de los hombres, es el aumento del tamaño de la próstata, que empieza lentamente, con una sintomatología muy especial y muy conocida, emisión frecuente, orina con frecuencia aumentada durante la noche, y otros factores que se pueden ir dando de a poco pero que evidentemente demuestran presencia de alguna alteración en el momento de orinar…”.

Cáncer de próstata

Sobre este punto, dijo que la sintomatología es muy similar a la de adenoma de próstata y que “evidentemente se pueden determinar, deben motivar consulta inmediata, y son casos que deben ser estudiados. Generalmente se hace con o sin sintomatología para tratar de detectar este tipo de enfermedad. El PCA es el antígeno prostático específico, un marcador biológico que nos habla que si está aumentado, hay chance de que se esté frente a un cáncer de próstata. Lo que aclara la cosa es el tacto rectal. La sintomatología, el PCA y el tacto rectal cumplen un rol importante en la prevención y diagnóstico precoz del cáncer de próstata. Y si se diagnostica precozmente, hoy por hoy podemos decir que se puede lograr curas de acuerdo a los tratamientos”.

Conciencia

Entiende Villar que con campañas como “Noviembre azul” se ha ido mejorando en la toma de conciencia sobre estos asuntos. “Se trata de poner énfasis especial en la prevención del cáncer de próstata”, sostuvo cuando comentó que es habitual que se realicen charlas y actividades similares. De hecho, este viernes 15 se realizó una instancia en el salón de actos del Hospital donde participó junto a los doctores Alejandro Bortagaray, Cristina Palladino y Diego Paciel. Hablando de prevención precisamente, dijo que el PCA, el tacto rectal, etc. “después de los 50 años, una vez por año es una buena práctica”. Antes de finalizar quiso agregar el médico que “también está la prostatitis”, que “se ve tanto en el adulto joven como en el paciente de la tercera edad. Pueden dar retención incompleta de orina, con infección y por tanto pueden venir las infecciones tanto a nivel de la orina como de los testículos. Por otra parte hay que poner atención en algunas enfermedades de la uretra, que se ve en jóvenes y adultos que tengan relaciones sexuales, la posibilidad de hacer uretritis. Esto es, infecciones a nivel de la uretra por gérmenes que se pueden contraer, como digo, por las relaciones sexuales”.


El cuidado de la estética masculina también ha aumentado mucho

Suele decirse que en los últimos años, ha aumentado considerablemente el cuidado de la estética en los hombres. Algo que en otros tiempos parecía exclusividad de las mujeres, del mundo femenino, hoy ya no es tan así, sino que se ha ampliado. La presencia de hombres en clínicas de estética, por ejemplo, se ha ido naturalizando. También la tendencia de hombres a cuidar su cabello como antes parecía que lo hacían únicamente las mujeres, casi en exclusivo.

De estas cuestiones dieron fe algunas personas consultadas por EL PUEBLO al momento de redactar este informe.

LA BARBERÍA

A Gandhi Sánchez se lo conoce en Salto como cantante, animador de fiestas, entre varias actividades más. Pero desde hace poco tiempo -y agradece enormemente “a mi maestro Mingo Radesca, que me involucró en esta profesión y me regaló las primeras herramientas- tiene su propia barbería. Esto decía:

“Opino que la estética en el hombre hoy en día está más presente que en años anteriores. Por ejemplo, yo tengo 32 años, y me acuerdo que, vamos a decir unos 10 o 15 años atrás aproximadamente, a mí me pasaba y también a personas que me rodeaban, que nos cortábamos el pelo cada dos o tres meses. O sea, íbamos a cortarnos el pelo al peluquero ya cuando no teníamos otra opción, es decir cuando ya estaba totalmente, digamos, descoordinada la cabellera. Hoy en día, yo estoy viendo incluso en el adulto mayor, en el jubilado, en el hombre mayor, que realmente le gusta estar más prolijo. Y ni que hablar los jóvenes, o sea que no sabría diferenciar si se da más entre los más adultos o entre los más jóvenes. Capaz por el estilo, que hoy se usan los famosos degradé, que los jóvenes se están retocando una vez por semana o semana y media. Pero está bastante parejo en el sentido de la afluencia, o sea, de cómo insiste la gran mayoría en querer tener el pelo prolijo. Hay un interés mucho más importante. Y como lo recalcaba recién, el adulto hasta en detalles está literalmente preocupándose mucho más por sí mismo, no le gusta tener pelos en la oreja, en la nariz, piden que uno realmente retoque todas esas áreas. Están como muy atentos los clientes a esos detalles”.

LA CLÍNICA DE ESTÉTICA

Llegó también EL PUEBLO hasta MABLA, la clínica de salud y estética de Sofía y María Pía Mori Aguiñagalde para conversar con ellas sobre estos temas.

En primer lugar expresó Sofía: “El cuidado, la estética en general en el hombre ha cambiado un montón. Sentimos que hoy en día los hombres se cuidan mucho más, sentimos que quieren verse mejor. A mí, en la parte de cosmetología, me pasa que tengo muchos adolescentes que vienen desde muy temprana edad para cuidarse de temas de acné, los granitos, o incluso capaz que no tienen un acné severo pero ya se cuidan, se vienen a hacer limpieza, ya les interesa el cuidado. Hoy en día está como mejor visto, mucho mejor visto que vengan a hacerse algunas cosas que antes eran como más tabú, y en cuanto a la mesoterapia capilar también es impresionante. Esto también se hacen, desde muy jóvenes empiezan ya a cuidarse”. Dijo además que “también, en la depilación definitiva tenemos un montón de varones que han empezado a realizársela. Por ejemplo futbolistas, personas que están en la parte de deportes, de educación física, también lo hacen. Por ahí están acostumbrados a depilarse con gillette y les resulta super práctico la depilación láser. Así que en realidad sí, vemos un gran cambio en estos aspectos hoy en día”.

Por su parte, comentó María Pía: “También nos parece que más allá del tabú o no, los hombres se están animando más. A veces para una primera consulta, ellos agendan a través de su esposa, de su pareja, así lo hacen para el primer contacto. Después, a partir de ahí, ya sí continúan ellos. En cuanto a lo mío, lo de las cejas, hay hombres que han venido a hacerse algo, no tanto el perfilado sino más bien a emprolijarse las cejas. También me pasa que las esposas me dicen: “¿Vos le hacés ese trabajo a hombres?…Porque yo a mi esposo le saco con pinza”, por ejemplo. Entonces es claro que también quieren empezar a mejorar en ese aspecto”.

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