back to top
lunes, 2 de junio de 2025
3.8 C
Salto

19 de Junio, Natalicio de José Artigas, Día del Abuelo en Uruguay

- espacio publicitario -
Diario EL PUEBLO digital
Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/zgjj

Reflexiona la Profesora Mónica Nicollielo

En la mayoría de los países iberoamericanos, por influencia católica, el Día del Abuelo es el 26 de julio, fecha litúrgica de San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús. Los meses de agosto, setiembre y octubre son algunos de los más elegidos para esta celebración.

En Uruguay, el Día del Abuelo es el 19 de Junio, natalicio de José Artigas.
Además, es la fecha oficial elegida para la Jura de la Bandera. Es también el Día del Árbol. Familias, Asociaciones de Jubilados, organizaciones no gubernamentales y el Estado, a través del BPS, por ejemplo, se suman a través de actividades de apoyo sociales, culturales y recreativas. abuelos
Con esta celebración se pretende concientizar a la comunidad sobre el importante rol del adulto mayor en la sociedad.

José G. Artigas nació un 19 de junio del año 1764; más allá de la discusión sobre si en El Sauce o en Montevideo, entre las actuales calles Colón y Cerrito, -cosa en aquel entonces no demasiado relevante, porque no siempre se podía bautizar al niño en el mismo lugar de nacimiento, y era el bautismo la ceremonia que lo incorporaba a la comunidad-, lo cierto es que cuando vio la luz todavía no se había fundado el Virreinato del Río de la Plata.
Su patria era, como nunca dejaría de afirmarlo, toda la América del Sur, el Gran Perú. El sacerdote que lo bautizó en la Iglesia Matriz de Montevideo dejó constancia de que: “[…] José Gervasio [era] hijo legítimo de D. Martín José Artigas y de doña Francisca Antonia Arnal, vecinos de esta ciudad de Montevideo; y yo el Dr. Pedro García lo bauticé en la iglesia parroquial de dicha ciudad, el 21 del expresado mes y año. Fue su padrino D. Nicolás Zamora.” Fue confirmado el 24 de diciembre de 1772. Tuvo cinco hermanos, de los cuales, en aquellos duros tiempos fallecieron dos. Sobrevivieron Martina Antonia, José Nicolás, y Manuel Francisco. El abuelo de los Orientales tuvo su propio abuelo: Juan Antonio Artigas, uno de los primeros cabildantes que, en ejercicio del cargo de alcalde de la Santa Hermandad negociaba tratados de paz con los minuanes y guenoas.
Tuvo cuatro hijas y un hijo, Martín José, el papá de José Gervasio.
Y los abuelos de sus abuelos habían sido hidalgos aragoneses cuyos más remotos antepasados habían peleado con don Pelayo contra los invasores moros de España, así como las abuelas de sus abuelas fueron princesas incas, entre ellas Beatriz Tupac Yupanqui. Cursó sus primeras letras con los padres franciscanos, en el Colegio de San Bernardino, situado frente a su casa, en el centro de la Ciudad Vieja de Montevideo, mientras disfrutaba de las ternuras familiares y del contacto con la naturaleza en la chacra del arroyo Carrasco.
Nietito adorable, su abuelo materno, Felipe Pascual Arnal llegó a instituir una Capellanía pensando en él, porque lo juzgaba digno del sacerdocio.
Pero el nieto era más hábil para arrear, enlazar, bolear, y todas aquellas faenas del campo que habían curtido desde hacía siglos a la población de la Banda Oriental. Y fue así cómo trabó amistad con quienes serían futuros caudillos orientales. Los Artigas tenían entre sus parientes gente inseparable de la cultura del gaucho, del indio, del afrodescendiente y del mestizo.
La red familiar era extensa y variada. En ella destacaba el liderazgo de las mujeres. Es célebre el informe que hizo de él Nicolás de Vedia –antiguo compañero de clase-, al hallarlo a orillas del río Bacacay rodeado de “mozos alucinados” según su expresión. Estaba destinado, en solo nueve años de su vida, -de 1811 a 1820-, a transformar la Banda Oriental en Provincia Oriental, a conducir a un pueblo y alentar el ejercicio particular de su soberanía, libertad e independencia.
Finalmente, cuando Artigas falleció, hacía veinte años que la República Oriental del Uruguay era un país independiente.
Lo encontramos ya anciano, él mismo abuelo, ya retirado del trajín político en Paraguay. Lo encontramos como catequista de niños en Curuguaty e Ibiray. Según Hammerly Dupuy: “Durante los últimos años de su vida en Ibiray, Artigas fue apreciado por su gran piedad. Era su deleite el explicar a los niños el significado del cristianismo en relación con la historia de la humanidad. Disponía para ese fin de una edición ilustrada de la Santa Biblia, a cuya lectura se dedicaba frecuentemente.” (Gaudiano, Artigas Católico).
De acuerdo con Don José Leon Benítez era un buen cristiano: “Era lindo señor, con ojos color cielo. Artigas era muy alegre: sonreía. Parecía el abuelito de todos los niños.
El cabello era blanco. Era calvo y llevaba un gran sombrero de los que se hacen con hojas de palma […] Siempre decía: ‘Dios es muy grande, pero mantiene (permite vivir) a muchos pícaros. De tarde reunía a todos los chicos del barrio y nos enseñaba la doctrina cristiana (catequesis). Recuerdo que nos repetía: Hay que hacer la caridad sin mirar a quien se hace.” (Gaudiano, Op. Cit.) “[…] dos veces lo noté indignado: ‘Ibamos a caballo hacia (la Iglesia de la) Recoleta cuando un patrón golpeó a un moreno (negro). Artigas se apeó (bajó del caballo) y con mucha calma se acercó al señor que parecía enfurecido y lo amonestó. Recuerdo que le dijo: ‘Todos los hombres son hijos de Dios. Debajo de la piel, el blanco, el negro y el indio son iguales. Siendo hijos de Adán y Eva, debemos tratarnos como hermanos.’
Tampoco podré olvidar cómo cuando ya nos habíamos alejado en silencio, me dijo: ‘Hay hombres blancos que tienen el alma negra y negros que tienen el alma blanca…’. La otra vez que lo vi algo seria a Artigas fue cuando trepé sobre el curupicaì que estaba cerca de su casa y le arrebaté un pichón a los loros que habían hecho su nido bien arriba del árbol. Cuando me bajé me encontré con Artigas que me estaba mirando.
Por su mirada me di cuenta qué era lo que él sentía al decirme mientras me ponía una mano sobre el hombro: ‘Mira mi hijo: los pájaros también tienen el derecho de ser felices cuando no molestan a nadie: tienen padres e hijos como nosotros y se aman entre ellos’. Volví a subirme al árbol y puse al pichón en su nido. (el General) Artigas se puso muy contento.” (Gaudiano, Op. cit.). Artigas tuvo sus propios nietos biológicos.
Sus descendientes no solo se encuentran en Uruguay, sino en países como Argentina y Paraguay. Entre estos nietos figuran nietas, como Ángela Artigas Peyrallo, hija de uno de los hijos del general Roberto Artigas Borda, y de Juana Francisca Peyrallo, que nació en Porongos, hoy Trinidad, el 2 de octubre de 1836, y fue bautizada en Las Piedras, Canelones; y Aurora Artigas, nieta del prócer, hija de Juan Manuel Artigas, hijo del prócer y uno de los oficiales más importantes del Ejército Oriental de 1811.
“Me encantan los consejos que les daba a los niños cuando estaba en Paraguay “ – enfatizó Nicollielo.

Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/zgjj