El Día Mundial para la Prevención del Suicidio es una jornada que se celebra anualmente el 10 de septiembre desde 2003, establecido ese mismo año por la Organización Mundial de la Salud.
Línea de Prevención del Suicidio 0800 0767 / *0767
Es importante saber que en nuestro país, ASSE dispone de un equipo de profesionales preparados para atender casos de intentos de autoeliminación. Quien sienta que tiene sobre sí mismo ese pensamiento de quitarse la vida, o sepa de otra persona que esté en esa situación, se sugiere lo comunique al 0800 07 67 desde un teléfono fijo o al *0767 desde un celular.
El principal objetivo es contribuir a la disminución de los intentos de autoeliminación y/o suicidios a nivel país.
Desde la línea se busca establecer un encuentro donde prime la escucha, generando empatía e implicación en cada llamada.
Esta escucha pretende modificar el estado inicial de la persona que llama, intentando movilizar la búsqueda de sentidos o al menos poder cuestionarlos.
Se valora el riesgo, activando diferentes protocolos, desplegándose las acciones y coordinaciones pertinentes a la intervención.
Esta línea es de carácter gratuito, disponible las 24 horas del día y para toda la población del país, sean usuarios del sector público o del sector privado.
Algunas cifras
(Información extraída de El Observador)
En 2023 hubo 763 suicidios en Uruguay, 60 casos menos que los que hubo en 2022. 75% de los fallecidos por suicidio eran hombres mientras que el 25% eran mujeres. La tasa de suicidio disminuyó en hombres de 37,2 en 2022 a 33.0 cada 100 mil habitantes en 2023 mientras que aumentó en mujeres de 9.9 en 2022 a 10,5 en 2023.
«Es un año distinto. Hoy es un año donde nuestros amigos de la prensa no van a titular ´Uruguay: récord de suicidios´. No hay que ser triunfalistas, hay que ser optimistas. Hubo un descenso en la cantidad. Hay un camino que empezó hace algunos años», aseguró en conferencia de prensa el subsecretario de salud, José Luis Satdjian.
Por su parte, en el rango etario en el que hubo más personas que fallecieron por un suicidio es el de 75 a 79 años, con 39,3 cada 100 mil habitantes. Luego lo sigue la franja de 85 a 89 años con una tasa de 33,9 cada 100 mil habitantes. Tercero aparece el rango de 25 a 29 años con una tasa de 32,5 cada 100.000 habitantes.
El departamento en el que hubo una tasa más alta de suicidios cada 100 mil habitantes en 2023 fue Lavalleja con 39,5. Luego se encuentra en Rocha con 37,6 cada mil habitantes y en tercer lugar está Paysandú con 37,3.
Un testimonio
Si alguien tiene un problema, sea grande o chico, lo primero es reconocerlo, después buscar ayuda, donde sea, pero buscar ayuda
Nelson (el nombre es real y así lo permitió él cuando brindó su testimonio para este informe, aunque acordamos omitir apellido), tiene algo más de 60 años de edad e integra la comunidad de Alcohólicos Anónimos (AA) desde hace unos 30 años. Es una persona ya jubilada, que suele contar que AA “me sacó de tantas cosas…pero sobre todo de haberme quitado la vida, algo que estuve a punto de hacer y no solo una vez, ni dos, sino varias veces”.
Nelson era un alcohólico que tanto en su ámbito de trabajo como familiar, “todo estaba destruido, parecía que nada tenía arreglo”. Cuando le preguntamos concretamente sobre sus intentos de autoeliminación, narró:
“Yo juraba todos los días que iba a dejar el alcohol y que ese día empezaba a recuperarme, porque la gente casi toda me decía que era cuestión de voluntad nomás. Pero pasaban los días y no empezaba a recuperarme nunca, al revés, yo estaba cada vez peor, había perdido todo. Y una cosa que me marcó mucho, fue que en (nombra la empresa donde trabajaba) le dije a mis compañeros una vez: Yo me voy a matar; ¿y sabe lo que me dijo uno de ellos? Me dijo: “Y sí, bien que hacés, matate de una vez y así dejás de andar molestando, si vos ni para borracho servís”. Me acuerdo que los demás se reían, éramos varios que estábamos en ese momento; yo no sé si lo tomaban como broma pensando que no me iba a matar o si no les importaba en serio. Pero sé que esas cosas pasan, si habrá que tener cuidado con hacer comentarios así. La gente no se da cuenta que a veces con un comentario puede estar lastimando tanto…(piensa, se emociona) que puede hasta ir empujando a una persona a que haga un desastre. Eso fue como una bomba. la única esperanza que yo sentía que tenía era mi madre. Ella pasó el infierno conmigo; entonces me puse a escribir una carta a ella, a mi madre, donde le decía que no sintiera culpa por nada, que todo era culpa mía nomás y que le pedía perdón por haberle hecho pasar todo ese infierno tantos años…Porque mire que ella fue la única persona que siempre estuvo conmigo. Yo andaba sucio, iba a trabajar muy cada tanto, debía en todos lados, era de tener peleas en todos lados, y la única que me apoyó fue mi madre, por eso yo digo: fíjese lo que es la mente del ser humano, que hasta cuando uno está más ciego y no ve salida por ningún lado a los problemas, hasta en esos momentos hay algo que razona bien digamos, yo razonaba que tenía que pedirle perdón a mamá”.
Reconocer el problema
La conversación prosiguió y quisimos que Nelson dejara una especie de mensaje o reflexión sobre lo vivido, pero más aún dirigiéndose a quienes pueden estar leyendo estas líneas y piensan o han pensado en poner fin a sus vidas. Es así que expresó: “es dificilísimo tener las palabras para decir algo, yo siempre cuento lo que me pasó a mí porque uno de lo que mejor puede hablar es de lo que le pasó en carne propia. Bueno, yo creo que las personas que me conocieron en aquel tiempo oscuro y me conocen ahora, se dan cuenta que vale la pena vivir, porque mi vida empezó de nuevo, entonces el mejor mensaje pienso que es ese, que siempre se puede empezar de nuevo. Eso sí, tuve que reconocer, como decimos los miembros de la comunidad (de AA) que mi vida era ingobernable, y recién a partir de eso me pude empezar a levantar. Es decir, si alguien tiene un problema, sea grande o chico, lo primero es reconocerlo, después buscar ayuda, donde sea, pero buscar ayuda, y así se sale adelante…”.

La Psic. María Ondina Manassi enfatiza en que “el suicidio es prevenible”
Cuando EL PUEBLO propuso a la Psic. Ma. Ondina Manassi dialogar sobre el tema de este informe, aceptó de inmediato y aclaró que “si bien creo que el significado de los conceptos es de real importancia, también creo que la gran mayoría de ellos ya han sido definidos”, por lo que entendía pertinente, dijo, “brindar aquella información que nos permita hacer la diferencia, o sea la posibilidad de que todos seamos actores, en la lucha contra este flagelo”, Lo más importante a saber, según su opinión, “es que el suicidio es prevenible, y que los intentos, o ideas suicidas, son tratables, y curables”. Mencionó asimismo que “se suicida una persona cada 3 días en nuestro país” y que “por cada intento de suicidio, se registran 10 intentos fallidos”.
Franjas etarias
Consultada puntualmente sobre esto, reflexionó: “Las franjas etáreas más afectadas serían las personas mayores de 65 años, y jóvenes de entre 14 y 19 años, a pesar de que estamos viendo muchos casos de niños de menor edad. Si intentamos interpretar estas cifras, nos damos cuenta, de que ambas poblaciones, adultos y jóvenes, se enfrentan en la vida a una serie de situaciones de duelos. El adulto mayor de 65 años se encuentra en una etapa de su vida, marcada por las pérdidas. Comienzan a perder su lugar en el mudo. En su mayoría, se han jubilado, o se encuentran en vías de ello. Su retorno al hogar resulta muy difícil, pues se debe insertar a un sistema que tiene un funcionamiento familiar, del cual muchas veces se siente excluido. Aquellas personas que no han podido encontrar motivación por otras actividades más allá de lo laboral, realmente sienten que han perdido la identidad.
Ya no saben quiénes son, qué proyectos pueda realizar a futuro, qué rol juega en el sistema familiar, etc. No son jóvenes para muchas cosas, sin embargo, tampoco son tan viejos como para otras…De ahí, la enorme importancia de la Psicoeducación, preparar a los adultos próximos a la etapa jubilatoria, para transitar esos duelos que lo van a acompañar. En muchos casos, el sentimiento de pérdida es el motivo que subyace a un intento de autoeliminación, o a un suicidio consumado.
A los jóvenes, aquellos que “adolecen”, que se encuentran transitando por tres duelos importantes, el del cuerpo de la infancia, de la identidad infantil, y de la idealización de los padres de la infancia, la situación actual, el momento sociopoliticoeconòmico que estamos viviendo, les resulta muy difícil, por la incidencia de esta sociedad de consumo que vivimos, donde se ha perdido el verdadero valor de las personas y las cosas. En su intento por encontrar una nueva identidad, deben buscar identidades grupales previas, y muchos de ellos no cumplen con los cánones vigentes, por o cual son rechazados.
Este rechazo encuentra consuelo, en una de las características del Síndrome Normal del Adolescente, que es el aislamiento. En otros casos se convierten en marionetas para recibir su aprobación, lo cual, junto a muchas más situaciones, como el bullying, llevan a que el adolescente, no pueda encontrar modelos identificatorios saludables, hacia la construcción de su nueva, y definitiva identidad, e ir enfrentando los desafíos que le presenta la vida…”.
Factores de riesgo
En otro momento, sostuvo la profesional que es importante analizar “los factores de riesgo y señales, verbales y no verbales, para que, al conocerlas, nos resulte más accesible, darnos cuenta cuándo y cómo podemos ayudar a cualquier persona, que se encuentre en una situación tal, que la única salida que puede visualizar, sea quitándose la vida, dejando tras de sì, a todo un entorno, con la vida destruida”.
Factores de riesgo, explicó, son “aquellas situaciones que podrían llevar a algunas personas a pensar en el suicidio”, y agregó: “importante es aclarar, que la conducta suicida es aleatoria…Dentro de los factores sociodemográficos, toda situación de inseguridad o de tensión social, como la que nos tocó vivir en época del Covid, es de gran incidencia. También lo puede ser el cambio de la situación económica, las pérdidas personales, el desarraigo, el aislamiento, las situaciones de violencia ambiental, de género, intrafamiliar, e intergeneracional.
El desempleo, también es un factor importante, pero lo es más aún, la pérdida del mismo. Luego tenemos los factores medioambientales, como lo son los antecedentes familiares. No queremos decir, porque sería un grave error, que el suicidio es hereditario. No lo es, si bien suele suceder que, en algunas familias, se ha visto que más de un integrante se haya suicidado. Esto tiene más que ver con vínculos familiares y el entorno.
Existen, aunque nos duela reconocerlo, modalidades vinculares, instauradas en algunas familias, que pueden convertirse en propensas para que un integrante se sienta que su única salida es el suicidio. Las vivencias de abandono afectivo, de desamparo, ser víctimas de acoso, de abuso sexual, se convierten en verdaderos factores de riesgo. Y no podemos dejar de lado, el consumo problemático de sustancias, que hoy día se ha convertido en un grave problema más. Personas que han vivido situaciones vitales estresantes, o traumáticas en los últimos tiempos, como por ejemplo conflictos interpersonales, rupturas, pérdidas de seres queridos, problemas en el ámbito educativo, laboral, o financiero, se encuentran en estados de tal vulnerabilidad a veces, que optan por quitarse la vida.
Y, como decíamos anteriormente, la jubilación. Las frustraciones intensas, son una de las más importantes causas. Hoy día, nos encontramos cada vez menos tolerantes a la frustración, por lo cual, la intensidad de la misma, puede desencadenar un suicidio. La ansiedad, ya sea de tipo depresiva, en montos elevados, puede llevar a una persona a quitarse la vida”.
Señales
Hablando luego de señales verbales y no verbales, dijo que “si las vemos, nos permitirán detectar si una persona está en situación de riesgo, y de esa manera, brindarle la ayuda necesaria para prevenir”. Entonces explicó: “la baja autoestima, cambios bruscos de humor, alteraciones del sueño o de la alimentación, abandono personal progresivo, y el uso problemático de sustancias, son algunas de las señales no verbales que nos pueden estar alertando. Un hecho muy frecuente, es si una persona comienza a desprenderse y regalar sus objetos más preciados.
“Quien dice que se va a matar, no se mata”, ¡eso es un mito! Podemos escuchar a alguien manifestar frases como “estarían mejor sin mí”, “en este lugar estoy de más”, “la vida no vale la pena”, “si esto sigue así, me mato”, “quisiera terminar con todo”, “cuando yo no esté se van a arrepentir”, “fulano hizo bien en matarse”, etc., y debemos prestar atención. Porque son sí, llamados de atención, pero no de lo que vulgarmente conocemos como llamado de atención.
Son pedidos de ayuda. La persona no sabe otra manera de hacerlo, y si les prestamos atención, podríamos estar salvando una vida. La prevención del suicidio, nos compromete a todos como ciudadanos de bien que somos, a poner todo nuestro esfuerzo en que así sea”.

En los centros educativos, el suicidio es un tema que está presente “todo el tiempo, más de lo que se piensa”, dice Cecilia Rivas
Es común que escuchemos a personas vinculadas a centros de enseñanza (especialmente de educación media pero no únicamente) como docentes, padres, etc. decir que el tema del suicidio siempre está rondando en las conversaciones de los estudiantes. Y que se ha acentuado más en los últimos quince o veinte años aproximadamente. Un rápido sondeo realizado por EL PUEBLO para este informe, permitió comprobar que la mayoría de los docentes consultados afirman que han tenido alumnos que se quitaron la vida en plena adolescencia, o alumnos con familiares muy cercanos (sobre todo hermanos) que se quitaron la vida, o, en varios casos, alumnos que han pasado por intentos de autoeliminación. Lo que se ha vuelto muy frecuente y lo manifestó también la mayoría de los profesores y adscriptos con los que habló este diario, son las autoflagelaciones (o autolesiones), mayormente con elementos cortantes, hechos que podrían interpretarse como señales de no querer vivir.
Pero además, al momento de elaborar este informe, fue consultada Cecilia Rivas, Terapeuta en Adicciones, quien se desempeña en continuas actividades de charlas y talleres en centros educativos.
-Sabemos que concurrís principalmente para hablar de adicciones, pero en esas instancias, ¿surge también el tema del suicidio entre los jóvenes?
Sí, todo el tiempo, más de lo que se piensa. Claro que…y esto es importante dejarlo bien claro, nosotros estamos preparados para trabajar en equipos multidisciplinarios y obviamente cuando nos enfrentamos a una situación así, tenemos que asumirlo como una situación de emergencia. Por lo tanto la persona tiene que ser derivada a su prestador de servicio. Pero hoy por hoy convivimos con esa problemática todo el tiempo.
-¿Concretamente qué cosas surgen?
El tema de no querer vivir más, de querer desaparecer…En mi trabajo es algo que lo veo constantemente. Acá se tiene que diferenciar entre lo que es una idea de suicidio, o un intento de suicidio…Son cosas diferentes, por eso es importantísimo, cuando a mí se me presenta una situación de estas, tomarlo como estar frente a una situación de riesgo y de emergencia, que por lo tanto tengo que derivarla inmediatamente. Porque uno puede hacer, digamos, algo así como la primera contención, pero no podemos dejar la persona sola estando así. Pero como te decía recién, es algo que se ve todo el tiempo, que se siente todo el tiempo, y también lo que se ve todo el tiempo es un sistema de salud carente, totalmente ausente.
-Una edad muy particular esa con la que trabajás…
Sí, y si bien es algo que se da en todas las edades, cuando vos empatizás con los chiquilines, y te empiezan a contar y generás ese vínculo, es cuando conocés más de estas situaciones. Muchas veces viene de problemas familiares, a veces pasa que nos centramos en que la complicación está en los adolescentes, y en realidad está enraizado notoriamente con la familia…
-¿Por ejemplo?
Por ejemplo gurises que han pasado situaciones de divorcio de sus papás con episodios conflictivos, con mucha violencia, de repente con abusos…y ven como única salida «querer dormir» como me decía una chiquilina hace unos días, «querer no despertarme nunca más». Ahí está el tema que yo siempre digo, y que está en todo lo que es prevención, que es tener una estructura, ir apuntando hacia un propósito, tiene que ver con el afrontamiento de las dificultades, con la tolerancia de las frustraciones, miedo, seguridad personal, autoestima…Porque si yo no trabajo en todas esas áreas, ¿qué me queda? Me queda nada más que decir “no quiero vivir más”. Pero es alarmante, es un tema alarmante.
-¿Qué hacés cuando te toca un caso de estos en que la persona te manifiesta su voluntad de no querer vivir o muestra alguna señal de ese tipo?
No dejo de seguirlo hasta que no lo resuelva, resolverlo en el sentido de que esa persona quede acompañada, quede supervisada por otro profesional, no paro hasta eso. Inclusive me ha pasado de haberme ido a la Emergencia con gente…Porque hablamos de que el suicidio es prevenible, pero ¿qué hacemos para que sea prevenible? Con una charlita no hacemos nada, sino que es un trabajo que tiene que ser sostenido en el tiempo.

Proyecto de Vida vs. Proyecto de Muerte
Aporte del Psic. Alejandro Pignataro
Desde hace varios años, se ha definido el día 10 de setiembre de cada año como “Día Mundial de Prevención del Suicidio”. Esto fue hace unos pocos días. En este caso la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) plantearon como lema para este período “cambiar la narrativa” en cuanto al Suicidio. Y a grandes rasgos, ¿qué significa esto?
Bien es sabido que el mundo se construye gracias a las ideas, y estas ideas se pueden expresar en palabras. Poder “hablar” sobre el suicidio de forma respetuosa, clara, contundente y “llamando a las cosas por su nombre” es una gran forma de prevenir: no es la única y no siempre es la mejor, pero es, existe, y hay que usar el recurso cada vez que se pueda.
En todas las personas que tienen ideas de suicidio el “dolor emocional” está presente, es real, y a veces duele tanto o más que el dolor físico. Por eso sugiero siempre conectar con ese o esos dolores, reconocerlos, para así poder aliviarlos y, en la medida de lo posible, “trabajarlos” para desterrarlos.
Algo importante a considerar es que cuando ya no hay proyecto de Vida, aparece el proyecto de Muerte. El proyecto de vida es el que me sostiene, me hace delinear objetivos y me hace trabajar para poder lograrlos; cuando esto no existe, o el proyecto que tenía no funcionó por la causa que fuera, puede aparecer como decíamos un proyecto de muerte. Es así que muchas veces aparece el autoboicot en lo que me hace bien, pensamientos y conductas autodestructivas que afectan mi calidad de vida y en muchos casos ideas de muerte. Por eso… poder expresar el dolor de la manera que sea (no solo con palabras, porque a veces “no salen”) nos permite conectar con él, nos hace “mirarlo” y no “mirar hacia otro lado” y por lo tanto nos brinda la oportunidad de “sanarlo”.
Ante todo, es crucial borrar la perspectiva estigmatizante y sacarle peso al dolor, al “qué diré” y “qué dirán” sobre el dolor (“mi” dolor), fomentando así una cultura de apoyo, de red de contención, acompañamiento y así poder rearmar o resignificar el proyecto que vida (que es, como dijimos, lo que nos sostiene).
Los dolores emocionales suelen ser difíciles de describir, de darles forma mediante las palabras y además también en ocasiones son complicados de entender por otras personas. Por eso es fundamental que todos/as podamos enfrentarnos a grandes desafíos: escuchar más a las personas, ser empáticos/as, brindar tiempo de calidad, habilitar espacios para dialogar, prestarle atención a los “sentires” (para lograr la reconexión con la vida) y sobre todo acompañar sin juzgar. Y si la persona está del otro lado, es importante entender que no siempre se puede solo/a y a veces es necesario pedir ayuda. Hay dos frases bastante cliché, pero que son muy útiles y han quedado resonando en la mente de varios pacientes: “Se puede con todo, pero no con todo al mismo tiempo; un paso a la vez” y “el dolor es inevitable en algunas situaciones pero el sufrimiento y quedar anclado en él, es opcional”.
Existen muchos casos en los que las personas nos encontramos viviendo situaciones en las que “todo parece gris” (como se dice popularmente), hasta que uno puede preguntarse hasta qué punto el color gris es algo feo, malo, grotesco o imposible de cambiar. Desde el enfoque psicoterapéutico, muchas veces insto a que las personas puedan “repintar” sus experiencias, considerarlas desde “otros colores”. En este caso se plantea un acompañamiento en sus procesos, en sus sentires, entendiendo que todo tiene alguna solución, siempre y cuando se le pueda dar a las distintas situaciones una perspectiva diferente, se haga “algo” con eso que sucede (se implemente un cambio). Para esto es necesario y hasta un requisito tener una aptitud y actitud positiva. Frente al dolor y a las ideas de muerte, en varias ocasiones es de gran ayuda apoyarse en aquellas personas de confianza, “que den vida”, que a la persona la hagan sentirse bien, y buscar ayuda de un técnico que acompañe el proceso (como por ejemplo un Psicólogo) que, sin estar implicado en “mi dolor” por su perspectiva externa, pueda acompañar y contribuir en rearmar el proyecto de vida.