-En agosto del año pasado, Universitario alcanzó la máxima recompensa histórica; fue Campeón del Interior, tras golear 4 a 0 a Laureles de Fray Bentos. Nueve meses después, inicia la disputa del Torneo del Interior y jugando en el Dickinson, produce el 4 a 1 frente a Arsenal en la primera fecha. Ocho goles en la suma.
Por eso él tìtulo pretende sintetizar a este Universitario DEL FÚTBOL QUERIENDO Y EL GOL RESOLVIENDO. Ocho goles en dos partidos, ¿no es acaso mucho más que una señal? Porque lo de ayer, parece implicar también que este campeón, está vivo.
Disfruta de la válida credencial en pro de la idea que se defiende, a despecho de la variante en la Dirección Técnica.
Sería inentendible que Universitario no resultara fiel a la esencia que se conserva. Que no se oxida. Que no vegeta
Y es cierto que Arsenal se fue con el 1 a 0 al cabo del primer tiempo, tras ese gol de Jorge Echenausi a los 15′, cuando Emiliano Maciel prevaleció por derecha, mandó al medio y el «Pitu» asestó el golpe de mortero. El saludable arranque de los dos, por lo menos en el sentido de búsqueda. En 21′ y 35′ Javier Vargas por poco no llegó al empate y la sensación que el transcurso del partido, fue desnorteando a Arsenal, sin tanto repertorio en la partida y en la llegada.
EL TIEMPO DE ESA DECISIÓN
¿Puede un gol impactar tanto en el corazón de un equipo, hasta descompaginar en la estructura?. No siempre pasa, pero a veces pasa.
En los 6′ de la recta final, cuando la pelota llegó desde la zurda. Era de Federico Noboa, hasta que la pelota lo superó de aire. ¿No estaba ya en posesión del arquero? ¿Qué pasó ahí?. Era de él y no fue de él. Se quedó con los guantes vacíos, heridos, hasta que entrando sobre el segundo palo, Tavárez metió el frentazo del 1 a 1.
Es verdad que ese gol impactó. Lo paralizó a Arsenal. Casi le quitó autoestima.
Hasta pareció dejar de juramentarse algún tipo de búsqueda y después expuesto a una sinfonía de no poder. Porque ya no pudo más.
En la pérdida mayoritaria de las pelotas divididas, en los boquetes defensivos que se reflejaron de hecho. Universitario lo fue sitiando.
Facundo Barrientos oxigenó el medio campo y Vargas dispuso de paisaje ofensivo libre y Fornaroli, con la misma generosa entonación ofensiva de siempre.
Los dos goles de Vargas, hasta el 3 a 1. El cuarto por Alexander Píriz, reventando las piolas cuando la pelota iba entrando al arco vacío. El 4 a 1 de la decisión.
Los cambios no rectificaron al Arsenal de la duda abierta, en franca y letal exposición de imperfecciones. La otra cara de la moneda, esta de Universitario, saborizado fútbol siempre. Paladar del bueno. Matando oposiciones por el medio. Matando polos de resistencia defensiva. El gol como consecuencia inevitable. Y es verdad que el campeón volvió intacto.
Volvió a su manera. Universitario entiende de qué se trata el poder de su vigencia.
Y bien que lo entiende.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-