Como “opinadores” de las cosas públicas debemos decir que nos llama mucho la atención la gente de la que se ha rodeado el presidente del República, porque el entorno le ha defraudado reiteradamente.
Cuando esto decimos estamos pensando en el caso Astesiano, que había montado una verdadera “oficina” cercana al presidente para incidir en la agenda y las autorizaciones de este.
El segundo caso, que también ha motivado la aclaración del Presidente, es la del senador Gustavo Penadés, un viejo correligionario del presidente, que nadie dudaría de su lealtad y la de la gente que los rodeaba. Sin Embargo le mintió, lo defraudó, lo decepcionó y hoy está tras las rejas.
Pero no es todo. Marset uno de los presuntos líderes del narcotráfico, estuvo procesado y nadie le encontró motivos suficientes para estudiar a fondo su solicitud de pasaporte. Este fue concedido y le permitió al narcotraficante salir en libertad de donde se hallaba preso por portar un pasaporte paraguayo falso.
Ahora se investiga la participación del presidente en casamiento (trucho, porque ya era casado en otro país), del empresario Gonzalo Aguiar, asesinado por su esposa en su mansión del Punta del Este.
Son todos casos que demuestran lo mismo. A cierto nivel es fácil “meterse bajo el ala” del presidente, o su entorno. Esto significa dos cosas, O que es Presidente está mal asesorado o confía demasiado en gente que no siempre es confiable.
Sobre el particular nos resulta llamativo que no siempre se reconozcan los errores, porque no se trata de un solo caso o de una vez, sino de varias. Nos preguntamos ¿no habrá llegado la hora de revisar el sistema y de investigar hasta los tuétanos en quien se confía?
El entorno del presidente es realmente confiable, o es parte de lo podríamos llamas un gobierno paralelo. En el caso Penadés, el jefe del establecimiento carcelario hoy procesado ¿no admitió ser parte o haber colaborado para que el ex senador pudiera escapar a la justicia?
Dijimos y lo sostenemos, lo que aquí falla es el sistema. No existe un solo sistema que pueda garantizar la conducta del designado, pero a la vez no existe un solo sistema que no manche a quien lo designa en caso de defraudarlo.
¿No habrá llegado la hora en revisar a fondo el entorno de cada uno de los designados en diferentes cargos? ¿En quien o quienes ha depositado su confianza el presidente de la República?