Alberto Rodríguez, Secretario de Redacción de EL PUEBLO
EL PUEBLO cumple cincuenta y dos años de vida y su actual redactor responsable, Alberto Rodríguez, que por lo general es uno de los últimos periodistas en retirarse diariamente de la Redacción, cumplió el pasado 2 de noviembre cuarenta y cuatro años de trabajo en nuestro diario. Durante casi una hora repasamos su vida dentro de EL PUEBLO, sus comienzos, la familia, las distintas etapas del diario, la responsabilidad de preparar la primera plana evitando la permanente tentación del sensacionalismo para vender un diario más y las eternas presiones del poder.
– ¿Qué edad tenía cuando ingresó al diario?
– Tenía 18 años, a los cuarenta días cumplí los 19, era un jugador de fútbol que alternaba en Dublín Central, el ingreso fue totalmente circunstan-cial, es una anécdota interesante no solo porque se dio un 2 de noviembre sino porque yo jugaba al fútbol en Tercera División y alternaba en Primera. Obviamente que al ingresar al diario y trabajar en la madrugada se terminó la carrera futbolística. Hacía unos meses había dado concurso para corrector en EL PUEBLO, porque era exalumno salesiano y había tenido una buena base de ortografía. Al terminar una sesión de entrenamiento en el cuadro, llega Juan Carlos Maciel (Maco), que era tipógrafo en el diario, quien hoy tiene todavía un pequeño almacén en la esquina del cementerio, en Sarandí y Acuña de Figueroa, a quien le había comentado lo del concurso, me pregunta si quería ir a trabajar al diario, le dije que si pero que creía que no había entrado porque había salido tercero.
Fue así que me trajo, ese día sencillamente el diario se había quedado sin corrector porque el titular había renunciado unas horas antes, entonces le dijeron que me fuera a buscar pero para hacerme una prueba. Creo que nadie pensó que Juan Carlos (Maciel) pudiera “detectar” un corrector formal, pero así fue. Me empecé a desempeñar como corrector, me fue bien y fui haciendo toda la carrera dentro del diario, fui corrector de pruebas primero y después comencé a aprender diagramación. En ese momento el secretario de redacción era Carlos Ramón Carvallo, creo que ahora está en Buenos Aires, tiene una imprenta, (Enrique) Cesio era el director y el que diagramaba también las páginas.
– Ingresó al diario muy joven, ¿el diario ayudó a forjar el tipo de persona que es hoy?
– Yo ya tenía una base como ex alumno salesiano, además provengo de una familia de muy escasos recursos, toda la vivencia en el barrio, la calle, me habían dado una base de mi personalidad. Lo demás sí, lo formé dentro del diario.
– ¿El diario tiene su propia personalidad o la está buscando todavía?
– Creo que aún se está buscando, pero tenemos que ubicarnos en dos etapas totalmente diferentes, y yo diría en dos épocas también muy diferentes. En su primera época (1959-1992) el diario surge de un grupo de gente ligada a la Iglesia Católica que quería tener una voz en la comunidad y de allí surge el diario EL PUEBLO. Por lo tanto aparece como un diario con un profundo criterio religioso, un diario idealista, con un fuerte compromiso social que llegó a ser político, aunque no político partidario pero si de política en general. Luego el propio grupo que comenzó se fue dividiendo y reduciendo a poca gente. Más o menos estaba en sintonía con la rama de la Iglesia Católica de la Teología de la Liberación, que era la iglesia progresista. En esa primera etapa el diario tuvo muchos problemas durante la dictadura, fue el único diario que fue incendiado en un atentado reconocido por el Banco de Seguros, tanto es así que se cobró la indemnización por haber sido un incendio intencional.
El proyecto actual, y yendo a su pregunta, creo que está buscando su propia personalidad, o sea, tiene los lineamientos esenciales, es un proyecto totalmente diferente donde no hay un fuerte compromiso social ni religioso como lo hubo en la otra época aunque se siguen manteniendo los lineamientos, se tiene claro la responsabilidad social de un medio de comunicación de masas, pero entiendo que todavía no hay un proyecto definido finamente en cuanto a qué apunta y cuál es el objetivo del diario. Hoy nos encontramos en una época totalmente diferente donde hay cambios constantes y permanentes, no solamente en tecnología sino en valores de la sociedad. Creo que eso exige también que el diario vaya tratando de encontrar su espacio y de definir más finamente qué es lo que pretende. A grandes rasgos sabemos que queremos tener un criterio y aportar desde allí a la comunidad en la defensa de los valores, de tratar de aportar para que la comunidad sea más solidaria y comprometida con la gente que tiene menos posibilidades económicas y de desarrollo humano en si. Pero todavía falta para llegar a un proyecto pulido.
Una de las cosas importantes como medio de comunicación que debo destacar en esta etapa de EL PUEBLO es la apuesta a la formación de la gente. El diario tiene que tener gente preparada de tal manera que sea capaz de transmitir fielmente el mensaje que recoge. Creo que en ese sentido la empresa va por buen camino, dándole la oportunidad a todos los que estuvieron interesados en participar de talleres y trayendo colegas de medios capitalinos a dar charlas sobre la profesión, lo que jerarquiza a la persona, al periodista, pero significa también jerarquizar también el nivel del medio.
– ¿Cómo se titula en la primera plana para vender la noticia?
– Siempre decimos con Adriana (Martínez) que un diario es todos los días un desafío y un examen nuevo, no hay descanso, se termina uno y ya se está pensando en el próximo. Y bueno, es un equilibrio dando un examen tratando de acertar por un lado qué es lo que quiere la gente y por otro lado qué es lo que nos indica el compromiso social y los valores que queremos difundir, eso se pone todos los días en la balanza, no hay una fórmula matemática. Todos los días tratamos de acertar, a veces acertamos y a veces erramos. Si quisiéramos dedicarnos a batir récords de ventas deberíamos dedicarnos a policiales o a pornografía o al show mediático de Argentina.
– ¿Cómo logra vencer la permanente tentación al sensacionalismo para vender un diario más?
– Precisamente eso va con los lineamientos generales que decía del diario, o sea, el diario tiene claro en su base lo que son los valores a los que apunta, culturales y éticos que entendemos son los que deben cimentar a la comunidad que integramos. Entonces, cada vez que tenemos que elaborar una noticia, titular el diario, poner énfasis en una cosa o en otra, eso está presente, no se trata solo de responder a lo que el mercado quiere sino también de darle al lector todo el contexto y la información.
– El poner permanentemente en la tapa del diario los siniestros de tránsito, ¿no es promover el morbo de la gente?
– En parte si, es lo que decía, todos los días al armar la primera página se trata de poner en la balanza todos estos aspectos. El hecho que aparezcan frecuentemente accidentes de tránsito, en primer lugar es indicativo de una realidad indudable que hay en Salto. En segundo lugar, esconder esta realidad tampoco ayuda, como tampoco ayuda caer en el sensacionalismo de hacer todos los días un diario que chorree sangre. Mi experiencia personal me indica que eso es contraproducente en el propio lector, porque lo va cansando, todo lo que es noticia negativa de alguna manera tiende a ser rechazada porque nos cuestiona al verla o leerla.
Nosotros al hacer la primera página tratamos que no sea permanente el bombardeo con los accidentes de tránsito, pero a veces hay accidentes de tránsito que necesariamente son la noticia del día, pero tenemos claro que no es la línea que nosotros queremos construir. Tratamos de apuntar a lo que creemos son caminos a las soluciones a toda esta temática, o sea, apuntar a la formación, a la educación, a tener una comunidad más prudente, a difundir ese tipo de valores.
«El periodismo no debe buscar el
aplauso sino el respeto del poder»
– Otra tentación que siempre anda en torno al periodista es la que proviene del poder, político o empresarial, ¿cómo se vence esa tentación?
– El periodista si bien comunica con lo que escribe o con lo que dice, comunica mucho más con su vida, con lo que hace. Si uno tiene periodistas que permanentemente han difundido o fijado una posición de equidad, de justicia, de honestidad y mañana se embarca en un puesto político de un gobierno dictatorial, donde no concursó ni fue sorteado, la incoherencia de eso borra absolutamente todo lo que pueda haber dicho y hecho. La credibilidad del periodista es el mayor crédito precisamente que puede tener frente a la sociedad. Por eso aspiro a que los medios de comunicación sean molestos…
– Se compara al periodismo con un tábano…
-Efectivamente, se dice que es como un tábano en el anca del caballo, y cuando el caballo comienza a dormirse, lo pica para despertarlo. El periodismo bien entendido tiene que estar alerta y asumir su obligación de por lo menos alertar a una sociedad que pueda estar desorganizada, y advertir cuando las cosas están mal, por lo menos demostrarlo. Soy reacio al aplauso, el periodismo no debe buscar el aplauso sino que debe buscar el respeto. No quiero decir que el periodismo deba ser irrespetuoso, pero si atrevido, en el buen sentido de la palabra, animarse a hacer la pregunta aunque sepa que molesta porque eso va a llevar a que el periodista sea respetado, no aplaudido, porque ese no es el sentido de los medios.
– En cuarenta y cuatro años de carrera periodística ha visto pasar muchos gobiernos, en esos años ¿ha sentido presiones de los gobernantes?
– Sí, he sufrido y he visto presiones, creo que las presiones son permanentes, algunas son explícitas y otras implícitas. Precisamente, por ese rol del periodismo cuando es correctamente ejercido, para el poder es algo desagradable, o sea, cuando el periodismo es crítico, cuando trata de ser independiente, es muy difícil que un gobierno lo valore y lo ponga en un sitial de privilegio, al contrario, el poder juega mejor en la cancha donde no se lo cuestiona, eso es entender mal lo que es el periodismo. He sufrido presiones durante la dictadura, me fueron a buscar a casa, yo era corresponsal de El País y he sufrido amenazas, pero en toda época directa o indirectamente hay presiones. Las hubo, las hay y seguramente las seguirá habiendo.
– ¿Existe la objetividad en el periodismo?
– La objetividad cien por ciento no existe en cuanto a que no somos objeto sino que somos sujeto, pero sí existe el tratar de acercarnos lo máximo posible a ella. Si uno sabe que tiene una forma de pensar, ideología o un concepto religioso, sabe que su personalidad va a influir, pero si uno lo sabe de antemano, tiene que tratar que eso no contamine su labor profesional.
– Este trabajo en el diario ha sido un gran sacrificio para usted y su familia pues desde hace cuarenta y cuatro años no comparten la noche, que suele ser el momento de encuentro.
– Es cierto, la mayor parte de mi vida la he pasado aquí dentro del diario y ha sido en horas nocturnas. El trabajo en el diario “de plomo y tinta”, anterior a éste, entrábamos alrededor de las veinte horas y nos íbamos a las seis o siete de la mañana, salvo algún día libre a la semana, después ese régimen era todos los días. He tenido la suerte de tener una gran compañera de toda la vida con quien formé mi familia con cinco hijos: Felipe, Santiago, Hernán, Pablo y Marcelo, ninguno de ellos quiso saber nada con el diario, quizás por ver el sacrificio que conlleva. No hubiera podido trabajar tantos años de noche si no contara con el entendimiento de mi familia que me apoya y que sabe que en alguna medida es necesario.
Entrevista de Leonardo Silva