En Marzo de 2004, tres días antes de las elecciones generales en España, el presidente en ejercicio, José María Aznar, aparecía como seguro ganador nuevamente.
Pero en la jornada del 11 de Marzo se registraron los atentados conocidos posteriormente como del “11-M”, que dejaron casi 200 muertos. La masacre produjo como reacción inmediata manifestaciones en las que participaron millones de personas en toda España.
El presidente Aznar, no tuvo mejor idea que llamar personalmente a algunos directores de los más importantes periódicos de España, para decirles que estaba convencido de que la autoría de los atentados era de la ETA.
Voceros de la banda vasca habían negado y otros medios dudaban abiertamente de la versión del gobierno, pero la ministra de Relaciones Exteriores, como otros integrantes del gabinete presionaban para que se difundiera esta versión hacia el exterior.
Comenzaron a circular SMS en forma masiva y en la jornada de reflexión del 13 de marzo, ya mucha gente ponía en duda la versión oficial sobre lo autores de la masacre. En realidad se sospechaba que era una cortina de humo para evitar que se pensara – como posteriormente se comprobaría – que se trataba de una represalia de “Al Qaeda” por el envío de tropas españolas a Irak.
En las elecciones generales del 14 de Marzo, el PP de Aznar perdió 35 escaños parlamentarios y luego perdió también el gobierno, en manos de José María Rodríguez Zapatero.
Esto ya es historia y constituye una prueba del formidable poder de las nuevas redes sociales como medios de comunicación masivos. Cuando escuchamos aquí en Uruguay, algunas versiones sobre Saúl Feldman, “traídas de los pelos”, nos viene a la memoria el fatídico “11 – M”.
Mucho nos tememos que pase a constituirse en el “11 M de Uruguay”, aunque salvando las diferencias.
Al momento de escribir estas líneas leemos en algunos medios capitalinos, que han surgido elementos que harían variar diametralmente la línea de investigación.
El caso Feldman requiere de una investigación seria, profunda y responsable, pero las cuestiones de la Justicia no deberían inmiscuirse en la política. Lamentablemente hay gente que no lo entiende así y todo parece indicar que se está tratando de ponerle al muerto los colores del adversario.
Sería muy tonto tratar de lograr un golpe de timón electoral con una estratagema tan burda.
Esperemos que no sea así.
¿También será un 11 M?
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