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martes, 24 de junio de 2025
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“Se inicia con la pobreza espiritual, se sigue con la pobreza económica y se termina con el despotismo político”

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Diario EL PUEBLO digital
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Sergio Abreu viene seguido a Salto, y en esta oportunidad volvió a hablar con EL PUEBLO de sus legítimas intenciones de ser el presidente de los uruguayos.
– ¿Está conforme con lo que indican las encuestas al Partido Nacional?
– Depende de cómo las miremos. Hay dos tipos de encuestas, está la encuesta que mide la popularidad, la resistencia y la simpatía según la intención de voto en todos los partidos, que esa es una fotografía actual. En esa sí estoy conforme porque los resultados que me dan dicen que somos quienes tenemos mayor simpatía dentro de todo el electorado nacional, menor resistencia, más simpatía dentro del Partido Colorado que el resto de candidatos blancos, menos resistencia en el Frente Amplio que el resto de los candidatos blancos y el mayor grado de simpatía dentro del Partido Nacional, de alguna manera medio parejo con alguno de los otros candidatos. Eso es muy importante para nosotros porque el tema de la simpatía mide la resistencia, y acá como es un país que generalmente vota en contra de alguien o vota a favor, el hecho de poder estar posicionado con un estilo de hacer política ayuda enormemente, dentro y fuera del partido.
Esa es una, las otras son las intenciones de voto espontánea que se le pregunta, y entonces allí estamos muy bien posicionados pero la inercia del que es preguntado en forma espontánea le viene mucho más a la cabeza el que tiene ya instalado desde hace mucho tiempo que el que piensa sobre un candidato que recién empieza. Entonces, lo que tenemos es un núcleo duro muy importante que dice que Abreu ya está definido, porque ya lo pensó por lo menos una o dos veces, y lo que dicen que los otros candidatos vienen con arrastre, por lo que me han explicado, de estructura por un lado y de apellido por el otro. Tan es así que a muchos de los uruguayos que han preguntado espontáneamente responden Lacalle Herrera…
– Los analistas sostienen que en las internas de los partidos tiende a ganar quienes tienen mejor estructura.
– Eso es un tema muy relativo porque lo que sí tengo claro es que en todas las elecciones internas, todas, desde que empezaron hasta ahora, el que iba primero, con o sin estructura, en diciembre del año anterior a la elección, el que iba con 20 o 30 puntos adelante perdió por 20 o 30 puntos en la elección. Le pasó a Ramírez con Lacalle, a Lacalle con Larrañaga y a Larrañaga con Lacalle. Es decir, para mí y para las consultas que he hecho con los encuestadores, el tema recién comienza a definirse a partir de setiembre u octubre. A definirse quiere decir a afinarse, porque en realidad hay un porcentaje muy grande del Partido Nacional que una de las encuestadoras me lo definía como un estado de asamblea. Hay tres tercios de partido, hay un tercio que dice no está definido claramente, otro de los tercios dice que es de la UNA (Unidad Nacional) y otro que dice que es de la Alianza (Nacionalista), pero ahora los cambios han entreverado la baraja. La indefinición es lo más común entre el blanco hoy, entonces el voto que uno diga que ya está polarizado o está decidido porque hay mucha gente que tiene 40 con Larrañaga, bueno, en el año 89 a tres meses de las elecciones el que iba primero lejos era Carlos Julio Pereyra.
– ¿O sea que usted tiene hasta setiembre u octubre para romper con esa polarización entre Larrañaga y Lacalle Pou?
– En realidad tengo hasta mayo… (porque la interna se realiza el 1º de junio de 2014). Hay dos definiciones muy claras en este tema. La estructura de Larrañaga, que se viene arrastrando desde hace mucho tiempo, que muestra muchas idas y vueltas y pases de un lado al otro, así como pierde a Javier García o a (Julio) Lara, lo mismo le sucede a Luis Alberto Lacalle Pou con el propio (Francisco) Gallinal, que ya no es la UNA, es decir, hay movimientos en todo esto desde abajo. A mí se me va haciendo una estructura de gente que no está en el estilo de negociar la posición. Los que negocian hoy son aquellos que quieren un senado, y el que viene a mí a pedirme un Senado le digo que vaya a la feria de Tristán Narvaja (risas)…
– ¿Por qué?
– Porque no voy a cerrar un Senado por descarte. Soy el único que tiene una lista al Senado sin abrir, y lo que tengo son 50 agrupaciones de gente de abajo, quiere decir, dirigentes medios, gente de a pie, y sobre todo una estructura que estoy utilizando que es la social, es decir porque es mi manera de ser, de tocar el aspecto social del partido que es lo que ha perdido. Cuando uno va a Montevideo o a Canelones puede apreciar que el partido está lejano de las clases más necesitadas en los lugares más marginados por variadísimas razones sociológicas, pero lo que uno sabe es que para llegar ya no se llega con el club, ni con Saravia, ni con Wilson ni con nada que sea una referencia afectiva. A esos lugares se llega con una sensibilidad clara, con gente que tenga vinculaciones directas en todos estos barrios y que además no se haga un sistema político en el que tenga prebendario.
– Los analistas sostienen que el voto cautivo ha pasado a ser una especie de resabio histórico…
– Totalmente de acuerdo.
– … donde la gente es más racional y prefiere antes que votar al partido o a un programa de gobierno, votar al candidato, ¿cómo se ve usted en esa pelea?
– Lo de la simpatía que hablábamos antes es lo que me da la mejor fotografía, porque por ejemplo yo ya tengo en el interior dos listas coloradas, una en Rivera y la otra en Soriano, tengo dos ediles del FA, uno socialista y el otro demócrata cristiano, tengo ex integrantes del FA, no de la línea radical obviamente, ni tampoco del Partido Comunista que son los que tienen más disciplina en el sentido de rigidez ideológica.
La gente está buscando dos o tres cosas, primero, la seriedad. Es decir, que uno sea serio en el sentido de la capacidad de mandar, de tomar decisiones, de tener firmeza, de ser transparente, de ser honesto. Muy mal cuando en un país destacamos que la honestidad es una virtud, es un tema que tiene que ser una expresión natural de la opinión pública.
– Quien llegue va a encontrar a un país dividido, y no me refiero exclusivamente a lo político, ¿cómo se podrá gobernar a un país donde la gente no tiene un ejemplo de unidad como sociedad?
– Hay dos dimensiones muy importantes, esa que dices tú, que es la bipolaridad simple, es un tema. Pero mucho más grave que esa fractura es la social, donde al poco tiempo el 50% de los jóvenes uruguayos no van a estar calificados para poder trabajar, y esa fractura ya no es un tema de buenos o malos, es la fractura de un país que se va profundizando una brecha donde se pierden una, dos o tres generaciones en la educación, en la superación y en la seguridad, porque la seguridad es parte de todo esto.
El gran problema –y ahí está el otro tema- es que en el país muchas ideologías, sobre todo las ideologías internacionalizadas, no tienen gran interés en fomentar la superación individual de la persona porque esa es una expresión de capitalismo. Entonces, la educación básica, mínima, es la que termina después creando condicionamientos de asistencialismo y dogmatismo político pensado de la forma que está pensada Cuba o de la forma que está mirada Venezuela. Es decir, se inicia con la pobreza espiritual o intelectual, se sigue con la pobreza económica, se termina con el despotismo político, y esto es un tema casi filosófico y gramsciano, porque para la izquierda internacionalizada la concentración de poderes es el primer objetivo.
– ¿Se ha perdido la mística del ser uruguayo?
– Sí, hemos perdido la mística de la historia del Uruguay, que es la historia del que llega al Uruguay y busca una experiencia, una expectativa, porque el que entra de peón quiere ser capataz, el que estudia quiere ser profesional, el que entra de empleado quiere terminar de gerente, lo que le llaman la movilidad social. Hoy eso se anestesia, porque esa movilidad social parecería que es una especie de cultura de competencia individualista capitalista y no precisamente la conciencia de clases.
– ¿Esto se arregla en los siguientes 5 años?
– Ni en los próximos 20 años.
– ¿Y para qué quiere ser presidente entonces?
– Porque tengo una obligación con el Uruguay. Soy un hijo de inmigrantes que vino después de una guerra cuando tenía 19 años y tengo hijos a los que quiero transmitirles un Uruguay mejor del que me dejó mi padre. Estoy convencido que le voy a dejar un Uruguay peor que el que me dejó mi padre porque vamos en una decadencia de valores que va creando la comodidad y creando además la soledad del niño que de 1 a 5 años, cuando se conforma su personalidad, no tiene un punto de referencia ni en la escuela ni en la familia ni en el barrio. Ahí es donde tenemos que trabajar, pero a largo plazo.
El otro gran tema, que ahí coincidimos con el gobierno, que lo alimentó y ahora no lo puede vencer, es la corporación. Va a ir contra el gremio de los profesores y los estudiantes y no puedo, la autonomía es más importante que la política educativa. Va a ir contra los bancarios, y no se puede. Entonces, cuando uno va avanzando en ese sistema, lo que va creando es una disolución del interés nacional en beneficio de los intereses sectoriales que son los que están gobernando el país.

Sergio Abreu viene seguido a Salto, y en esta oportunidad volvió a hablar con EL PUEBLO de sus legítimas intenciones de ser el presidente de los uruguayos.

– ¿Está conforme con lo que indican las encuestas al Partido Nacional?

– Depende de cómo las miremos. Hay dos tipos de encuestas, está la encuesta que mide la popularidad, la resistencia y la simpatía según la intención de voto en todos los partidos, que esa es una fotografía actual. En esa sí estoy conforme porque los resultados que me dan dicen que somos quienes tenemos mayor simpatía dentro de todo el electorado nacional, menor resistencia, más simpatía dentro del Partido Colorado que el resto de candidatos blancos, menos resistencia en el Frente Amplio que el resto de los candidatos blancos y el mayor grado de simpatía dentro del Partido Nacional, de alguna manera medio parejo con alguno de los otros candidatos. Eso es muy importante para nosotros porque el tema de la simpatía mide la resistencia, y acá como es un país que generalmente vota en contra de alguien o vota a favor, el hecho de poder estar posicionado con un estilo de hacer política ayuda enormemente, dentro y fuera del partido.

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Esa es una, las otras son las intenciones de voto espontánea que se le pregunta, y entonces allí estamos muy bien posicionados pero la inercia del que es preguntado en forma espontánea le viene mucho más a la cabeza el que tiene ya instalado desde hace mucho tiempo que el que piensa sobre un candidato que recién empieza. Entonces, lo que tenemos es un núcleo duro muy importante que dice que Abreu ya está definido, porque ya lo pensó por lo menos una o dos veces, y lo que dicen que los otros candidatos vienen con arrastre, por lo que me han explicado, de estructura por un lado y de apellido por el otro. Tan es así que a muchos de los uruguayos que han preguntado espontáneamente responden Lacalle Herrera…

– Los analistas sostienen que en las internas de los partidos tiende a ganar quienes tienen mejor estructura.

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– Eso es un tema muy relativo porque lo que sí tengo claro es que en todas las elecciones internas, todas, desde que empezaron hasta ahora, el que iba primero, con o sin estructura, en diciembre del año anterior a la elección, el que iba con 20 o 30 puntos adelante perdió por 20 o 30 puntos en la elección. Le pasó a Ramírez con Lacalle, a Lacalle con Larrañaga y a Larrañaga con Lacalle. Es decir, para mí y para las consultas que he hecho con los encuestadores, el tema recién comienza a definirse a partir de setiembre u octubre. A definirse quiere decir a afinarse, porque en realidad hay un porcentaje muy grande del Partido Nacional que una de las encuestadoras me lo definía como un estado de asamblea. Hay tres tercios de partido, hay un tercio que dice no está definido claramente, otro de los tercios dice que es de la UNA (Unidad Nacional) y otro que dice que es de la Alianza (Nacionalista), pero ahora los cambios han entreverado la baraja. La indefinición es lo más común entre el blanco hoy, entonces el voto que uno diga que ya está polarizado o está decidido porque hay mucha gente que tiene 40 con Larrañaga, bueno, en el año 89 a tres meses de las elecciones el que iba primero lejos era Carlos Julio Pereyra.

– ¿O sea que usted tiene hasta setiembre u octubre para romper con esa polarización entre Larrañaga y Lacalle Pou?

– En realidad tengo hasta mayo… (porque la interna se realiza el 1º de junio de 2014). Hay dos definiciones muy claras en este tema. La estructura de Larrañaga, que se viene arrastrando desde hace mucho tiempo, que muestra muchas idas y vueltas y pases de un lado al otro, así como pierde a Javier García o a (Julio) Lara, lo mismo le sucede a Luis Alberto Lacalle Pou con el propio (Francisco) Gallinal, que ya no es la UNA, es decir, hay movimientos en todo esto desde abajo. A mí se me va haciendo una estructura de gente que no está en el estilo de negociar la posición. Los que negocian hoy son aquellos que quieren un senado, y el que viene a mí a pedirme un Senado le digo que vaya a la feria de Tristán Narvaja (risas)…

– ¿Por qué?

– Porque no voy a cerrar un Senado por descarte. Soy el único que tiene una lista al Senado sin abrir, y lo que tengo son 50 agrupaciones de gente de abajo, quiere decir, dirigentes medios, gente de a pie, y sobre todo una estructura que estoy utilizando que es la social, es decir porque es mi manera de ser, de tocar el aspecto social del partido que es lo que ha perdido. Cuando uno va a Montevideo o a Canelones puede apreciar que el partido está lejano de las clases más necesitadas en los lugares más marginados por variadísimas razones sociológicas, pero lo que uno sabe es que para llegar ya no se llega con el club, ni con Saravia, ni con Wilson ni con nada que sea una referencia afectiva. A esos lugares se llega con una sensibilidad clara, con gente que tenga vinculaciones directas en todos estos barrios y que además no se haga un sistema político en el que tenga prebendario.

– Los analistas sostienen que el voto cautivo ha pasado a ser una especie de resabio histórico…

– Totalmente de acuerdo.

– … donde la gente es más racional y prefiere antes que votar al partido o a un programa de gobierno, votar al candidato, ¿cómo se ve usted en esa pelea?

– Lo de la simpatía que hablábamos antes es lo que me da la mejor fotografía, porque por ejemplo yo ya tengo en el interior dos listas coloradas, una en Rivera y la otra en Soriano, tengo dos ediles del FA, uno socialista y el otro demócrata cristiano, tengo ex integrantes del FA, no de la línea radical obviamente, ni tampoco del Partido Comunista que son los que tienen más disciplina en el sentido de rigidez ideológica.

La gente está buscando dos o tres cosas, primero, la seriedad. Es decir, que uno sea serio en el sentido de la capacidad de mandar, de tomar decisiones, de tener firmeza, de ser transparente, de ser honesto. Muy mal cuando en un país destacamos que la honestidad es una virtud, es un tema que tiene que ser una expresión natural de la opinión pública.

– Quien llegue va a encontrar a un país dividido, y no me refiero exclusivamente a lo político, ¿cómo se podrá gobernar a un país donde la gente no tiene un ejemplo de unidad como sociedad?

– Hay dos dimensiones muy importantes, esa que dices tú, que es la bipolaridad simple, es un tema. Pero mucho más grave que esa fractura es la social, donde al poco tiempo el 50% de los jóvenes uruguayos no van a estar calificados para poder trabajar, y esa fractura ya no es un tema de buenos o malos, es la fractura de un país que se va profundizando una brecha donde se pierden una, dos o tres generaciones en la educación, en la superación y en la seguridad, porque la seguridad es parte de todo esto.

El gran problema –y ahí está el otro tema- es que en el país muchas ideologías, sobre todo las ideologías internacionalizadas, no tienen gran interés en fomentar la superación individual de la persona porque esa es una expresión de capitalismo. Entonces, la educación básica, mínima, es la que termina después creando condicionamientos de asistencialismo y dogmatismo político pensado de la forma que está pensada Cuba o de la forma que está mirada Venezuela. Es decir, se inicia con la pobreza espiritual o intelectual, se sigue con la pobreza económica, se termina con el despotismo político, y esto es un tema casi filosófico y gramsciano, porque para la izquierda internacionalizada la concentración de poderes es el primer objetivo.

– ¿Se ha perdido la mística del ser uruguayo?

– Sí, hemos perdido la mística de la historia del Uruguay, que es la historia del que llega al Uruguay y busca una experiencia, una expectativa, porque el que entra de peón quiere ser capataz, el que estudia quiere ser profesional, el que entra de empleado quiere terminar de gerente, lo que le llaman la movilidad social. Hoy eso se anestesia, porque esa movilidad social parecería que es una especie de cultura de competencia individualista capitalista y no precisamente la conciencia de clases.

– ¿Esto se arregla en los siguientes 5 años?

– Ni en los próximos 20 años.

– ¿Y para qué quiere ser presidente entonces?

– Porque tengo una obligación con el Uruguay. Soy un hijo de inmigrantes que vino después de una guerra cuando tenía 19 años y tengo hijos a los que quiero transmitirles un Uruguay mejor del que me dejó mi padre. Estoy convencido que le voy a dejar un Uruguay peor que el que me dejó mi padre porque vamos en una decadencia de valores que va creando la comodidad y creando además la soledad del niño que de 1 a 5 años, cuando se conforma su personalidad, no tiene un punto de referencia ni en la escuela ni en la familia ni en el barrio. Ahí es donde tenemos que trabajar, pero a largo plazo.

El otro gran tema, que ahí coincidimos con el gobierno, que lo alimentó y ahora no lo puede vencer, es la corporación. Va a ir contra el gremio de los profesores y los estudiantes y no puedo, la autonomía es más importante que la política educativa. Va a ir contra los bancarios, y no se puede. Entonces, cuando uno va avanzando en ese sistema, lo que va creando es una disolución del interés nacional en beneficio de los intereses sectoriales que son los que están gobernando el país.

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